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'Plan de fuga' - Y que funcione

Vía El Séptimo Arte por 27 de abril de 2017
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¿Qué se le puede pedir a una película como 'Plan de fuga'? En principio que funcione, y al menos a ser posible, que lo haga de verdad como algo más que una distracción perezosa, sosa y tan de encargo como lo era 'Cien años de perdón', otra de "atracos perfectos" a la española con la que tiene un Luis Tosar en común. Lo que aunque tenga poco que ver, ya sea una cosa o la otra más allá de un banco, provoca una asociación casi instantánea que en nuestra cabeza se presenta muy natural. En principio, aunque al final necesitemos que haya algo más, algo que nos importe.

En principio 'Plan de fuga' funciona, y además lo hace bastante bien aún a pesar de que para ser, también en principio, no más que cine de evasión tenga algunos problemillas de ritmo. Nada importante aunque se deje notar en su intento, no del todo fluido, de combinar sus necesidades comerciales con una vocación claramente dramática. Quizá sea que aunque pueda parecer lo que pueda parecer que sea... no lo sea. Que aunque parezca un filme comercial al uso sobre un "atraco perfecto" no sea en realidad, y al final, un filme de encargo surgido de una cortinilla televisiva.

Ninguna carencia importante para un filme que no obstante, y como ocurre a menudo con el cine español, ya sea por serlo, una costumbre o las circunstancias, a Iñaki Dorronsoro le falta pulir esos detalles que marcan la diferencia; evidenciar esa personalidad de la que emanan pasiones; o afinar esa melodía que resuene en nuestras cabezas. De rematar sus loables intenciones, quien sabe si quizá demasiado supeditadas a la voluntad de un grupo corporativo... o precisamente, salvada por lo mismo en una eterna duda sobre quién tiene razón, si el agua o el aceite.

'Plan de fuga' es un filme que se ve bien, fácil, y que incluso para lo que suele ser habitual en el subgénero, sorprende en su desarrollo con un par de giros que denotan, lo dicho, que hay vida, voluntad y algo de hambre tras las cámaras. Aunque lo dicho, cierta apatía narrativa y la falta de un orgullo a lo Álex de la Iglesia capaz de coger la cinta por los huevos, manque le pese a quién le pese, tienden a esa relativa discreción en la que se sumerge. A una especie de falsa humildad que reduce, que minimiza lo que parece no querer cuestionar su condición de eso sí honorable peón.

O puede que de eso se trate, y ahí esté el truco. Porque de infravalorar a sobrevalorar no hay más que una persona.


Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex


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