Un jovencillo (Sam) se reúne con una jovencita (Martha) en un vagón de tren de la estación del pueblo. Ella se ha escapado de casa con su gato y su tía ha puesto en pie de guerra a toda la policía. Por cierto que la tía era el ama de llaves de “Rebeca”, alías “cara bruja”. Gracias al chivatazo de otro joven (Walter) pillan a la pareja de huidos, y aunque el joven consigue huir de la policía, la chica es llevada de nuevo a casa.
Es una noche intempestiva, con una horrible tormenta y se ha ido la luz. A Martha le dan miedos los rayos y está discutiendo con su tía, Cuando ésta golpea a su gato con el atizador de la chimenea, la joven le quita el atizador y la golpea. La tía muere y de todo lo ocurrido son testigos accidentales Sam y Walter.
¿Os parece que he contado demasiado? Pues yo creo que no porque todo esto transcurre en los 6 ó 7 minutos iniciales. Y es que esta película tiene un arranque realmente bueno que gana el interés del espectador apenas sin esfuerzo.
Lo mejor de la película, Barbara Stanwyck, sin duda. En estado puro, dulce, dura, mujer fatal, fría… vamos, como siempre, impresionante. Aunque no es una de mis películas favoritas de ella, ¡me encantan sus miradas!
Van Heflin está bastante bien y Kirk Douglas, en su primer papel y como se ha dicho, muy alejado aún de los que le darían fama y carácter, ya apuntaba maneras. Aunque ambos son devorados sin piedad por la Stanwyck, que se comía la pantalla cada vez que entraba en escena.
Por el contrario, la otra actriz, que no recuerdo cómo se llamaba, no me gustó nada. Con cierto parecido a Lauren Bacall en algunos momentos, me resultaba demasiado inexpresiva, el único gesto que repite hasta la saciedad para poner cara de “ensoñadora” era mirar hacia un lado pero sin mover la cabeza. Para poner cara de mala también. ¡Siete años seguidos practicando sin parar hubiera tenido que estar esta chica para conseguir lograr una sola de esas “miradas despectivas” de la Stanwyck!
Como pega podría decir que los puñetazos son especialmente malos, pero es que en aquellos años no se coreografiaban y cuidaban las peleas tanto como ahora. Tampoco la música me gustó demasiado.
En resumen, que sin ser la mejor película de Barbara Stanwyck, es una obra que se deja ver con agrado, bastante interesante y entretenida, que tiene un arranque inicial buenísimo, una parte central un poco más flojilla y un remate final impresionante, sobrecogedor
Ésta sí me gusta, alpope. No me entusiasma, pero me gusta.