Amanecer
(Sunrise - A Song of Two Humans)
<< ¡No tengas miedo de mí! >>
TÍTULO ORIGINAL: Sunrise, a song of two humans.
PAÍS: Estados Unidos
DIRECTOR: F.W. Murnau
GUIÓN: Carl Mayer
REPARTO: George O'Brien, Janet Gaynor, Margaret Livingston, Bodil Rosing, J. Farrell MacDonald
FOTOGRAFÍA: Charles Rosher & Karl Struss (B&N)
DURACIÓN: 110 minutos
SINOPSIS: Un campesino se enamora de una sofisticada mujer de ciudad que está pasando una temporada en el campo. Su obsesión por ella es tal que descuida sus labores, y la gente comienza a darse cuenta. Pero lo peor vendrá cuando la mujer le pide que se deshaga de su esposa, para poder irse con ella a la ciudad. El hombre decide planear todo para cumplir los planes de su amante.
CRÍTICA:
La cúspide del cine mudoÉpoca de vacaciones. Como cada año, los veraneantes acuden en masa al pintoresco pueblo, situado a orillas de un gran lago, donde el joven granjero vive en una casita con su mujer y su hijo. Un idilio engañoso, puesto que el hombre está hecho un lío. Una turista le ha trastocado la cabeza, lo ha seducido y le ha despertado las ganas de vivir en la gran ciudad. Pero, sobre todo, le ha susurrado un plan para cometer un asesinato: en un paseo en barca a la ciudad cercana, tiene que ahogar a su esposa, puesto que se interpone en su felicidad.
Cuando el hombre se dispone a cometer el crimen, retrocede espantado al ver a su mujer suplicando. La pareja, físicamente indemne, pero conmocionada en extremo, sigue su viaje y llega a la ciudad, donde el hombre consigue convencer poco a poco de su arrepentimiento a la mujer. Luego, al vivir juntos la aventura de la gran ciudad, acaban redescubriendo su amor. Después de esa excursión, los dos emprenden eufóricos el regreso a casa. Pero en el lago se desencadena una tormenta. La barca se hunde. Y sólo el hombre consigue alcanzar la orilla y salvarse...o eso parece.

La era del cine sonoro era ya prácticamente una realidad (unas cuantas semanas más tarde se estrenaría la primera película sonora “El cantante de jazz”) cuando Amanecer, hoy convertida en hito estético y culminación de un buen puñado de gloriosos años de cine mudo, apareció para cerrar un ciclo, y qué manera de cerrarlo tuvo el genial Murnau (creador de otras grandes obras como Nosferatu, Fausto o El último, entre otras). Ante las ya consabidas complicaciones de expresar sentimientos sin diálogos, Murnau va tejiendo una historia amorosa que va de menos a más. Tras un inicio algo irregular, una fuerza misteriosa irrumpe en la pantalla, el amor ha vuelto y uno mismo se sorprende al estar embobado ante la pantalla, regalando sonrisas cómplices sin siquiera darse cuenta. La ternura que desprende la pareja protagonista es muy poderosa, empatizas rápidamente con los personajes; en especial con Janet Gaynor (ganadora de tres Oscar a la mejor actriz en dos años), una mujer no especialmente hermosa pero sí con un toque de inocencia que la hace adorable, un aspecto frágil que todo galán querría cuidar. Las hipotéticas limitaciones antes mencionadas del cine mudo por tener que prescindir de la palabra hablada se transforman en “Amanecer” en un espacio libre que permite a Murnau narrar su historia como una leyenda sobre los aspectos esenciales de la existencia humana: el amor, la tentación, la culpa y el perdón. Los protagonistas no tienen nombre, son simplemente “el hombre” y “la mujer”. Los lugares donde transcurre la trama son tan típicos como los personajes: la gran ciudad americana, llena de promesas y con una actividad frenética y el romántico pueblecito europeo con su gran lago.

Murnau parece sentir muy cómodo en todo momento, comodísimo. Su técnica es superior y lo demuestra fotograma a fotograma. Puede que hoy en día, es más, es prácticamente seguro que a cualquiera que mire “Amanecer” le parezca que está muy desfasado en cuanto a técnica y efectos, pero es obvio que estamos ante el no va más de aquella época. Fundidos, travellings, primerísimos planos para dotar de mayor emotividad los rostros, planos de trucaje, etc., hacen de “Amanecer” un bonito espectáculo visual. Es obvio que el director aprovechó la tecnología más avanzada del cine. Con todo, la película nunca rebasa el límite hacia la fantasía: las imágenes de Murnau siempre aluden a la realidad exterior, incluyendo las vivencias interiores de los personajes; por ejemplo: cuando, en una cita nocturna, la mujer fatal le describe al hombre con entusiasmo las cosas sensacionales de la metrópoli, el cielo se transforma en un escenario urbano agitado, como si los anhelos del campesino se proyectaran en él. Luego, cuando él se zambulle con su esposa en la vida nocturna y ambos quedan fascinados por el espectáculo, un rosetón enorme de luces brilla en el parque de atracciones como si fuera un grandioso iris humano. Dos imágenes que remiten simbólicamente al cine como lugar de espectáculo y sueños, en el que los milagros se hacen realidad.
"Amanecer" también acaba con un milagro. Cuando el hombre ha perdido todas las esperanzas de volver a ver a su esposa con vida, le llega la noticia de su salvación. Poco después comienza un nuevo día y el sol se levanta radiante sobre el pueblecito.
10/10
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