Fellini, Ocho y Medio (8 1/2)
Otto e mezzo (8 1/2)
Año: 1963
País: Italia
Duración: 133 minutos
Dirección: Federico Fellini
Guión: Tullio Pinelli, Federico Fellini, Ennio Flaiano, Brunello Rondi
Música: Nino Rota
Fotografía: Gianni di Venanzo
Reparto: Marcello Mastroianni, Sandra Milo, Anouk Aimée, Claudia Cardinale, Barbara Steele.
Tras revisionar esta película el pasado fin de semana, me atrevo a publicar mi primer post a modo de nuevo tema. Y no me gusta nada

, porque es algo muy complejo escribir sobre esta película. Pero ya que lo empecé por aburrimiento, y mi tiempo me ha costado, no lo tiraré a la basura.
Con
Ocho y Medio estamos ante una de esas películas que suele decirse que se odian o se aman. Evidentemente, si uno basa únicamente su gusto por el cine en el argumento, en seguir una línea narrativa tradicional, en un guión que cuente una historia donde todo "encaje" y todo se "entienda", ésta no es su película.
Después de rodar 7 películas, y un episodio en el film
Bocaccio 70, Federico Fellini hizo con su octava película y media una joya del cine a partir de la improvisación y el caos, por así decirlo. Digamos que le dio forma fílmica a una película sobre su oficio, pero donde se enfrentaba a algunos de sus fantasmas. Siguiendo el gran impacto que provocó con
La Dolce Vita, Fellini rompe definitivamente con
Ocho y Medio su primera etapa más próxima al neorrealismo y una narrativa clásica, para acercarse a lo surrealista y onírico, empleando el cine como forma de plasmar su particular visión de lo que le rodeaba, siendo una continuación de la labor que comenzó como caricaturista. Para mí ambas etapas son espléndidas.
El cine del director italiano puede que no sea fácil y accesible de primeras. A mí me costó un par de visionados el cogerle el punto, pero una vez entré en su mundo, me enamoré completamente de sus películas. Yo siempre veo a Federico Fellini como un genial mentiroso. Un tipo que moldeaba la realidad a su antojo, para hacer de ella algo cautivador. Es por ello que hay que dejar arrastrarse a ese mundo falso pero mágico (¿no es eso el cine?

).
Otto e mezzo es uno de muchos de esos films que tratan el cine dentro del cine. Si bien, al menos que yo sepa, nunca se había hecho de una forma tan particular. En las antípodas de, por ejemplo, la también espléndida
La noche americana, de Truffaut, se trata de un film que al espectador le resultará muy perdurable en cuanto a sensaciones (supongo que tanto para lo bueno como para lo malo).
Marcello Mastroianni interpreta al director Guido Anselmi, convirtiéndose de ese modo en el
alter ego de Fellini, y dando vida a un cineasta que en plena crisis creativa, y en cierto modo con sentimiento de soledad (tema recurrente en el cine felliniano), se refugia en un balneario.
Éste será el escenario donde se concentran una serie de personas, tanto relacionadas con el trabajo de Anselmi, como con su vida personal. Así, van desfilando por la película (nunca mejor dicho), guionistas, productores, cardenales preocupados por el contenido y mensaje de la obra fílmica, actrices con carácter de diva, periodistas que interrogan y acosan, y demás personajes que actúan a modo de corsé, agobio y losa para Guido y su ansia creativa.
Papel muy relevante tendrán la salvaje, a la par que ingenua, amante de Guido, Carla (Sandra Milo), y su esposa Luisa (Anouk Aimée), en plena crisis matrimonial. Fellini inserta así elementos de su vida personal, tanto de su vida conyugal, como de su niñez (en unos maravillosos
flashbacks que serán un antecedente de
Amarcord), .
Apartado especial merece también la etérea y deslumbrante presencia de la musa de Anselmi, que adopta la forma de esa maravillosa criatura llamada Claudia Cardinale

. Cada aparición de Claudina es de una belleza que deja boquiabierto.
Como en la mayoría de las películas de Fellini, la música viene dada por el maestro Nino Rota, que aquí consigue otra de sus memorables partituras (no es novedad). El tema central de
Otto e Mezzo forma parte de la cultura popular.
Un perfecto acompañamiento sonoro para la extraordinaria fotografía de Gianni di Venanzo, que dota al film de un atractivo incuestionable. Además, aparecen piezas de música clásica como la
Overtura del Barbero de Sevilla (Rossini), o
La Cabalgata de las Valquirias (Richard Wagner).
Aunque el conjunto sea una obra compleja, no descifrable al 100%, para mí, insisto en que es más que disfrutable. Si uno acepta el tono y se abstrae de la lógica. A mi modo de ver, no es sino una sucesión de sentimientos y recuerdos deformados, que cobran vida en una pantalla. Todo podría resumirse en un MacGuffin, el que forman las palabras
Asa-Nisi-Masa.
Debido a mi tremendas limitaciones de inteligencia, jamás se me ocurriría pedirle a una película que todo sea entendible y lógico desde mi punto de vista, para que me guste. Menos aún en una obra tan personal, y tan ligada a los sentimientos más profundos y secretos de su autor. Simplemente hay veces que me dejo arrastar y acepto ver una película de la misma forma que un hermoso cuadro o una fotografía sugerente, quedándome embobado. No pido coherencia, si consiguen embelesarme. Y me gusta que me tomen el pelo y que me engañen, si se hace bien. Volvemos al eterno debate del
qué se cuenta y el
cómo.
Podrá gustar o no, pero no puede negársele a esta película lo que ha influido en posteriores obras y directores, y su importancia capital para la historia del cine.
Creo que John Carpenter lo definió perfectamente: "
En el cine de Fellini aún a día de hoy sigue habiendo cosas que no entiendo, pero me da igual. Son películas que han influído tremendamente en mí. Me dejaron fascinado, y colaboraron en buena medida para que quisiese dedicarme a hacer cine". (Cita no textual, pero que creo que conserva el mensaje de Carpenter

)