La deuda
SinopsisLa historia empieza en 1997 cuando dos ex agentes del Mossad, Rachel (Helen Mirren) y Stefan (Tom Wilkinson) se quedan atónitos al enterarse de algo totalmente inesperado acerca de su antiguo compañero David (Ciarán Hinds). Los tres son considerados auténticos héroes en su país debido a una misión realizada hace años. En 1966, el trío (Jessica Chastain, Marton Csokas y Sam Worthington, respectivamente) persiguió y localizó a Vogel (Jesper Christensen), un criminal de guerra nazi en Berlín Este. Arriesgaron sus vidas y pagaron un alto precio por cumplir la misión, pero ¿lo consiguieron? El suspense crece según pasamos de un periodo a otro mientras la acción aumenta entre revelaciones cada vez más sorprendentes.
CríticaNO SÓLO BASTA CON INTENTARLO
El hecho de que sucesos del pasado vengan a invadir y cambiar el presente de unos personajes, es una premisa muy utilizada en el cine. El espectador es capaz de sentir el dolor, el remordimiento, el querer saltar la pantalla y decirle a los protagonistas qué es lo correcto, lo que deben hacer.
La deuda consigue llegar hasta el punto de reconocer ese sufrimiento, pero no es capaz de imprimir en el espectador una huella que le haga partícipe de la historia.
Tres agentes del Mossad, se unen para llevar a cabo una misión. Años después, reciben una devastadora noticia que les hará volver a recordar aquellos días de infiltración y peligro. Como bien dice el cartel de la película,
“todo secreto tiene un precio”.
La deuda es un remake de una conocida película israelí,
Ha-hov. El director de la versión americana, John Madden, afirma que primero leyó el guión y luego vio la película, pero que la lectura le dejó impresionado. Y no es para menos, porque la trama que se cuenta tiene una carga moral tremenda. El problema es que hay que saber hacer que la película transmita lo que es, y esta no lo hace. El intento es bueno y el director de la nominada
Shakespeare in Love consigue en ciertos momentos trasladar al espectador completamente dentro de la trama del filme, pero se contrarrestan con otras situaciones que la hacen soporífera y lenta. Muchas veces, el problema en el metraje, y por lo que fallan ciertas películas, es saber encajar esos momentos: los de acción o emoción, con los más lentos y pausados.
Lo curioso de esta película es que tiene un equipo técnico bueno, notable. Empezando por el director, siguiendo por los tres guionistas: Matthew Vaughn, quien ha trabajado junto a Guy Ritchie en
Snatch: cerdos y diamantes y ha dirigido
X-Men: Primera generación; Jane Goldman, colaborador del anterior en
X-Men: Primera… y
Kick-Ass: listo para machacar; y Peter Straughan, guionista de
Los hombres que miraban fijamente a las cabras. Y terminando por la música, creada por Thomas Newman, compositor de la banda sonora de películas como
Cadena perpetua,
Camino a la perdición,
Buscando a Nemo,
WALL-E… Puede que el párrafo haya sido largo, pero merecido, porque se muestra que
La deuda no es una película cualquiera realizada por un novato. Es un buen proyecto, realizado por gente experta, que no consigue encontrar una posición exacta. Si se sale del cine y lo único que eres capaz de decir sobre un tema tan peliagudo como la moral de unos agentes secretos es
“si, bueno, no está mal…entretenida”, hay algo que está fallando.
Punto aparte merecen los actores. Lo anterior es lo que hay detrás de la película, pero por delante están dos reconocidos actores: Helen Mirren (algunos es que ni necesitan presentación) y Tom Wilkinson (
Michael Clayton). Y en su papel de jóvenes el
Avatar Sam Worthington y la bella Jessica Chastain, a la que próximamente veremos en
El árbol de la vida, de Terrence Malick. Cuidado, que no estamos jugando con cualquier cosa. Y no consiguen transmitir esa fuerza y entereza que posee un espía. Si acaso, habría que decir que son las mujeres protagonistas las que consiguen despertar la empatía con el público e introducir al espectador en la trama, quizás también porque son ellas (ella, ya que las dos interpretan al mismo personaje) quienes cargan con el peso de la trama.
Como toda buena obra,
La deuda tiene un principio, un nudo, introducido de una manera sutil y bonita, todo hay que decirlo, y un desenlace correcto. Pero no se puede decir mucho más. Se queda en el intento, como muchas otras.
Nota: 5,5/10