GARRAS HUMANAS
(The Unknown)
"Dios sería sabio si quitara las manos a todos los hombres"
TÍTULO ORIGINAL: The unknown
PAÍS: Estados Unidos
DIRECTOR: Tod Browning
GUIÓN: Waldemar Young
REPARTO: Lon Chaney, Joan Crawford, Norman Kerry, Nick de Ruiz, John George, Frank Lanning, Polly Moran, Bobbie Mack
FOTOGRAFÍA: Merritt Gerstad (B&W)
DURACIÓN: 50 minutos
I'm a gipsyNo resulta nada casual el hecho que las dos películas, con perdón de
Drácula, más reputadas y reconocidas de
Tod Browning (
Freaks: La parada de los monstruos y
Garras humanas) vean como su trama de desarrolla enteramente en escenarios circenses y de
vaudeville. No en vano, el propio director norteamericano mamó desde bien pequeño el amor por un arte en decadencia, un espectáculo muchas veces valorado a la baja, dirigida a unas masas plebeyas, al vulgo. Enanos, forzudos, mancos...toda una fauna que, como en su posterior
Freaks no falta a la cita en la película de
Browning.
Así pues, contextualizada, como digo, en un evento circense, la historia de
Garras humanas arranca como lo que va a acabar siendo una vez finalizado el metraje: un cuento, un relato breve sobre el amor, eso sí, en su vertiente más anárquica y enfermiza. Ambientada en Madrid, esta terrorífica historia de desengaño, arranca con la presentación del dueño del circo de
<<¡la gran sensación!, la maravilla de las maravillas...¡Alonzo, el manco! >>, personaje caracterizado por un
Lon Chaney en estado de gracia (que murió poco después de rodar la película, tres años más tarde), con unos atuendos dignos del mejor de los gitanos y que han convertido a su personaje en icónico: el sombrero, el pendiente y el pañuelo, que parecen formar una suerte de armonía feísta con la efigie del camaleónico actor norteamericano. Un personaje, por otro lado, que le viente
al dente y que sabe bordar desde el primer fotograma.
El espectáculo de Alonzo El cigarrillo de despuésEs interesante ver qué poco le cuesta a
Browning presentar, mediante esbozos, a los que serán los protagonistas de la película, y es que quizá el hecho de estar ambientada en un circo le abre una gama de posibilidades que en otro contexto no tendría. Hecha la presentación de Alonzo, vemos cómo no puede desarrollar su número sin alguien que le ayude: aquí aparece por primera vez la desencadenante de tan magna tragedia (la que sucederá a lo largo de la película digo), Nanon, interpretada por una jovencísima (uno de sus primeros papeles)
Joan Crawford, aquella que tan mal nos lo hizo pasar en películas como
¿Qué fue de Baby Jane? (aprovechando la coyuntura, propagandeo otras críticas del foro de clásicos). La pose chulesca de Alonzo al lanzar cuchillos con los pies da buena muestra de su personalidad: alguien seguro de sí mismo, irreverente, que sabe lo que se lleva entre manos (aunque aquí es una expresión un tanto desafortunada por mi parte).
Una vez finalizado el número le toca el turno a Malabar "el poderoso", del que no hace falta echar mucha imaginación para saber a qué dedica tal sobrenombre. Mientras el forzudo bigotillos realiza su función, Nanon y Alonzo conversan entre vestíbulos. Ella siente fobia, desde tiempos immemoriales, de los brazos ("las garras") de los hombres, ya que para ella simbolizan la maldad, el querer aprovecharse de su persona, un miedo subyacente del que no ha sabido deshacerse. Curiosamente, es la excusa perfecta para Alonzo, que, perdidamente enamorado de Nanon, ve que es el que tiene más posibilidades de acercarse a ella, ya que, debido a su evidente falta de manos, resulta imposible que ella le tema. Su enfermiza mente, además, insta a la muchacha a que les tema a todos, a que les odie por naturaleza, dejando claro que cualquier hombre con manos querrá aprovecharse de ella. Así, aprovecha la coyuntura para lanzar al musculitos a los brazos de Nanon, para que el tercero en discordia (otro ferviente admirador de la belleza de Nanon) salga del ring con ínfimas posibilidades.

El tercero en discordia Clímax dramático de la películaA partir de aquí, el descenso a los infiernos de una mente inquieta y enfermiza, que no descansará hasta conseguir el amor de la niña de sus ojos. Sin juicios morales, sin escrúpulos, todo vale. Para Alonzo, el fin justifica los medios, y es capaz de sacrificarse para poder conseguir estar a su lado. También me parece interesante resaltar el personajillo que le acompaña por todas partes, el enano. Para mi, simboliza la voz de la conciencia de Alonzo, la parte racional de su persona, que es pequeña, sí, pero que siempre le acompaña. Es gracias a él que, de entre la ira y la irracionalidad de que hace gala durante gran parte de la película Alonzo, consigue sacarle una nueva reflexión, dar una nueva vuelta de tuerca más lógica y humana a los pensamientos de Alonzo, aunque éste, en muchas ocasiones, acabe malinterpretando sus palabras y realizando locuras aún mayores. Creo que no es necesario realizar un spoiler gigantesco con todo lo que acontece en la película, porque sería un tanto absurdo, aunque haya mucha chicha que cortar creo que no es nada difícil de seguir la trama y cómo
Browning consigue meternos en una espiral descendente dónde lo macabro se aúna con lo tierno. Frases como la de Nanon hacia Alonzo una vez vuelve de su "desaparición"
<<estás muy flaco>>, escenas como la del descubrimiento del dedo o la conversación que mantienen el enano con Alozno mientras éste fuma un cigarrillo con los pies (
<<olvidas que tienes...>>) dan buena fe de ello.
Además, resulta sorprendente cómo disecciona sus personajes, como dibuja los trazos de sus personalidades en tan poco tiempo. Es posible que sea mediante la hipérbole, tanto de situaciones como de interpretaciones actorales (algo intrínseco en el cine mudo, pero más que justificable: al carecer del lenguaje hablado, para dramatizar una situación resulta del todo necesario histrionizar las actuaciones). Y es precisamente por esto que
Chaney realiza una de las actuaciones más espeluznantes que he podido ver en una película muda, especialmente memorable la escena que más me marcó de la película:
aquella en que, una vez Alonzo vuelve, ya sin brazos de verdad, dispuesto a conquistar a Nanon, ésta le suelta que hay otro hombre en su vida, que va casarse y vemos bajando a Malabar por las escaleras y, mientras comienzan una conversación, Chaney lo dice todo con su cara (fotografía 4), una cara ambigüísima, mezcla del odio más visceral y de la resignación más inhumana. ¿Ríe por la ironía de la vida? ¿Está aterrado al ver el desenlace de su plan? A mi no me queda claro. Lo que sí puedo decir es que es una escena que me pone la piel de gallina, única y exclusivamente mérito del actor norteamericano.
Que no se me olvide destacar la genial música que acompaña el relato durante toda la película, que te hace meter directamente en el centro del huracán y que no desentona en ningún momento. Un gran trabajo sin duda.
8/10