El cine español, de hoy a poca tiempo atrás, experimenta una notable mejoría en su calidad, para disgusto del Sr. Montoro. Actores como Antonio de la Torre, directores como Juan Antonio Bayona, guionistas como Alfonso Sánchez y Alberto López o simplemente un mayor compromiso por sacar películas que sí merecen el sello de distinción nacional y que podamos enorgullecernos de exportarlas a otros continentes hacen que este crecimiento exponencial y notable sea vox pópuli. En este caso concreto que nos atañe, Emilio González-Lázaro, un cineasta con una hoja bastante larga de presentación, Borja Cobeaga y Diego San José en el material escrito y un reparto que plantea la duda de si el making off de la película ha resultado más divertido que la propia cinta en sí son los responsables de la buena imagen que nos da a primera vista “8 Apellidos Vascos”.
Una vasca, que viene de despedida de soltera, aunque podría llamarse mejor viaje de eliminación de penas, a Sevilla y sus amigas se la llevan ni más ni menos que a un bar flamenco a orillas del Guadalquivir y con el mágico barrio de Triana enfrente. La mera idea de estar en Sevilla ya le hace ser arisca por un tema familiar y si encima aparece Dani RoviraRafa, un gachí sevillano con arte y salero que se arranca a contar chistes sobre vascos, pues recoge que nos vamos. Este es el contexto situacional en el que nos sumerge la película, y desde aquí, hasta que alcancemos los 95 minutos de metraje, será un constante ir y venir de la risa hasta nuestra boca, porque, ¿acaso hay algo más gracioso que un sevillano en el País Vasco? Pues sí, lo hay. Dani RoviraRafael Quirós en el País Vasco.
El viaje por un cegamiento amoroso de Rafa a Euskadi despliega un abanico de hilarantes situaciones que sólo un cómico del nivel de Dani Rovira sabría explotar en pantalla. A pesar de su poco carisma para los momentos tiernos, solventados con suficiencia por una Clara Lago que tiene un algo que no se qué que qué se yo (vamos, que es un bombón), el malagueño salda con nota su primer examen en un largometraje, ayudado claro está por la anteriormente citada Clara Lago y por dos fantásticos secundarios de la talla de Carmen Machi y de Karra Elejalde que lucen muy bien con padres, una más forzado que el otro, de estos dos jóvenes cuya historia, a pesar de ser el eje principal de la trama, sabe salvaguardarse para realzar subtramas como el amor perdido entre padre e hija o como el conflicto independentista vasco, retratado con una comicidad absolutamente brillante.
Pero los que, y a pesar de no ser ni unos secundarios con cierto peso interpretativo en el argumento, se roban el show son los chicos de Mundoficción, o los Compadres, como se les conoce por estos lares. Alfonso y Alberto, Alberto y Alfonso, da igual como se les combine en la historia, que aparezcan juntos o por separados en el mismo plano, que no aparezcan en media hora o que lleven 2 minutos hablando sin parar. La indiscutible guasa sevillana los hace parecer dos personajes tremendamente simpáticos y con un arte que no se puede aguantar, como se diría por aquí. En especial Alfonso, empleando un tono de voz que recuerda a cierto mandamás que jamás olvidaremos por estas tierras, logra que a cada 4 palabras haya una carcajada, y eso, en el cine, y más el producto español, se agradece muchísimo.
“8 Apellidos Vascos” es un rato de risoterapia muy recomendable, con una historia simpática, alejada de cualquier polémica política o geográfica, con un tono de “feelgood” movie que no pierde en su poco más de hora y media de duración y con un sinfín de elementos a recordar una vez visionada la obra. Es perfecta para ese camino de vuelta en bus o en coche hablando con aquel o aquella que haya sido tu acompañante al cine para verla. Y siendo particularmente objetivos, y alejándome de lo que me concierne aquí, osea, la crítica, una película no puede ser mala cuando acaba al son de Los Del Río con Triana al fondo, pero no es sino maravillosa cuando aparece y se nombra al Real Betis Balompié.
8,5/10That´s what I say.