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Decepción con la canadiense. Antes de verla y leyendo los comentarios de este hilo temí que yo mismo no pudiera darle el gol a la mía. Y la película comienza bien, crea expectativas (aunque el abuso de primeros planos comienza a levantar sospecha) hasta alcanzar el momento de la escena que provee la imagen al cartel de promoción. Desde ese punto en adelante se empieza a notar la intención visual, acompañada por las manipulaciones del guión, incurriendo en varias inverosimilitudes sólo con el fin de conseguir golpes de efectos, puro sensacionalismo, aunque sí filmado con gran profesionalidad, con todos los recursos del cine de calidad.
Pertenece a ese tipo de películas que simulan tocar grandes temas, profundos, cuando en verdad sólo sobrenadan sobre la superficialidad artificiosa. El contexto bélico es una excusa para dar marco y soporte a una fábula que no deja nada una vez vista. El modo en que está compuesto el plano del bus desvastado por las llamas con la protagonista arrodillada delante en la línea de la cámara muestra claramente de qué va la película: conseguir el efecto, el impacto emotivo mediante el golpe bajo, el plano se construye como una postal fotográfica, embellecida, la guerra sirve de material emotivo para las peripecias del guión, nunca se profundiza en los porqués y consecuencias concretas, reales, no de tipo rocambolescas, que supone una guerra en ese lugar del mundo. En fin, no me gustó
La de Aristarain, por otro lado, puede tener sus momentos sensibleros pero son honestos y nobles, como sus personajes y por el modo en que el guión construye el acercamiento del espectador a las vivencias de esos personajes. Se nota mucho la influencia del cine clásico en Aristarain, en la construcción de sus héroes, en la forma que los hace verdaderos en sus derrotas, sin dejar de remitir el relato a notas que conectan con la realidad histórica del país en cuestión. Un lugar en el mundo cuenta también qué pasó con algunas de aquellas personas que en los años setenta tuvieron una utopía sentida como posible. Hay mucha nobleza en el modo en que este descendiente de vascos nos habla de la dignidad ante la vida, más allá de derrotas, hay en sus personajes una reserva moral inclaudicable que mueve a la emoción.