En la actual tesitura creo que se empieza a asumir que ir al cine se acabará considerando una especie de lujo, como ir a comer con la familia a un buen restaurante. O como ir a un campo de fútbol en vez de ver un partido por la tele. Como en este último caso, la cosa está en que la menor venta de entradas se compense con los derechos televisivos, al menos de cara a los que hacen y distribuyen las películas.
Por su parte los cines creo que ahora mismo están en el mismo punto que los videoclubs a principios del siglo XXI. Seguirán existiendo, pero su oferta se reducirá a grandes blockbusters o a cine de autor, mientras que la clase media quedará relegada al streaming.
En realidad creo que es una respuesta comprensible a una situación en la que la piratería crecerá si o sí. Primero, por lo evidente, el coronavirus y una crisis económica que me temo que aún ni hemos empezado a oler. Y segundo, por la cantidad de plataformas de streaming que hay. A la mayoría le da pereza cambiar de plataforma cada mes, y son muy pocos los que pagan más de dos o tres servicios a la vez. Siempre habrá algo que te guste del que no estés pagando, o algo por lo que quieres seguir pagando el que ya estás pagando.
Pero claro, todos quieren su parte del pastel.