Andrew Niccol dirige (y escribe el guión) de su primera película, contando con un reparto de estrellas (Ethan Hawke, Alan Arkin, Uma Thurman, Jude Law) y buenos actores de reparto (Ernest Borgnine, Tony Shalhoub) y nos introduce en un futuro no muy lejano (como indica la película).
En él, nos relata la historia de Vincent, un 'hijo de Dios' (es decir, nacido de forma natural) al que no le dan muchas esperanzas de tener una buena vida nada más nacer. Para más inri, después viene un hermano superior a él física y mentalmente. Sin embargo, Vincent tiene sueños. Quiere ser astronauta. Y para ello, se introduce en Gattaca, una corporación aeroespacial, como limpiador. Encontrar a Jerome, un ex-deportista paralítico, le dará el empujón necesario para cumplir su sueño.
Y tomando como base a Vincent, la película nos habla de la superación personal (aunque Vincent no lo consigue todo con esfuerzo), de como no hay que rendirse por muchos que sean los obstaculos. Un tema que me parece precioso. Así se demuestra en una de las secuencias finales en el mar.
Por otro lado, tenemos elementos de cine negro, con la historia del asesinato del director con detectives de por medio para descubrir al culpable, y suspense, que saben transmitir la tensión de los acontecimientos. La música sabe dar acompañamiento a las escenas de suspense. En este aspecto, 'Blade Runner' viene a mi memoria.
Y cuando parece que la película va a terminar sin nada realmente destacable, vienen las secuencias finales, algunas simbólicas, otras inesperadas, en el que la partitura de Michael Nyman aporta su mejor dosis. La película sube enteros por ese gran tramo final donde terminan algunas historias y empiezan otras.
No hay mucho más que añadir a esta película (no puedo opinar sobre el trabajo del reparto, pues he tenido que verla doblada al castellano). Solo que sorprende que el director de esta película no tenga una carrera más exitosa, sabiendo como fue su debut.