EL LABERINTO Y LA PÉRDIDA DE LA NIÑEZ
Este es uno de los clásicos ochenteros que me quedaban pendientes de ver y ponerme al día de una década gloriosa para el cine como fueron los años 80, y esta fue una de esas veces que vi una película por el gusanillo más que verla por que hay que verla. Hay que decir por adelantado que he salido satisfecho como podía esperarse, pero no me ha cambiado la vida completamente.
Una jovencísima Jennifer Connelly que ya estaba empezando a dejarse ver en producciones relevantes como 'Érase una vez en América' o 'Phenomena' con un tono más maduro se mete en una producción cuyo nicho de espectadores son mayormente niños y adolescentes, si bien en la práctica hay muchos filmes que son para todos los públicos en realidad. 'Dentro del laberinto' sería uno de estos casos donde la fea (pretendía ser sarcástico) comparte cartel con el tristemente fallecido David Bowie, interpretando al rey de los Goblins, Jareth. Un rey de aspecto amigable, pero con perversas intenciones. Ella y él son los actores de carne y hueso con mayor presencia, si bien tiene la virtud de que los personajes del reino son muñecos, pero no se sienten como tal por su forma de ser.
Este largometraje es una prueba de la prevalencia de los efectos prácticos sobre los especiales. El mundo reinado por Jareth está construido de forma sensacional y ver que no es un producto de un ordenador facilita su credibilidad, así como los títeres creados para la ocasión, los cuales cuentan con un concienzudo nivel de detalle como en el caso de Hoggle y Sir Didymus. Incluso aunque la historia no pueda convencer, no cabe duda de que el trabajo artesanal en diseño de mundo y personajes es encomiable.
En mi caso, la historia sí me convenció pues no solo es una oportunidad de redención para el personaje de Sarah, quien se muestra durante el inicio como algo infantil e irritante, en su viaje para rescatar a su medio hermano Toby y demostrarle que le quiere en realidad, sino que también cuenta como una metáfora del paso de niñez a la adolescencia, una etapa donde ya cuenta más el tener los pies en la realidad y madurar como persona. Para un niño/a que esté empezando a entrar en esa etapa, el ver 'Dentro del laberinto' puede venirles perfectamente bien para sentirse identificado.
Seguramente le faltaba a esta producción un poco más de fuerza en el desarrollo de su narración para entrar aún mejor, pero tal y como está presentado, no supone ni mucho menos una decepción. Es una película para disfrutar con una metáfora importante por detrás más contar con algunas canciones de David Bowie para la función (sin menospreciar el buen trabajo de Trevor Jones).
7
Este es uno de los clásicos ochenteros que me quedaban pendientes de ver y ponerme al día de una década gloriosa para el cine como fueron los años 80, y esta fue una de esas veces que vi una película por el gusanillo más que verla por que hay que verla. Hay que decir por adelantado que he salido satisfecho como podía esperarse, pero no me ha cambiado la vida completamente.
Una jovencísima Jennifer Connelly que ya estaba empezando a dejarse ver en producciones relevantes como 'Érase una vez en América' o 'Phenomena' con un tono más maduro se mete en una producción cuyo nicho de espectadores son mayormente niños y adolescentes, si bien en la práctica hay muchos filmes que son para todos los públicos en realidad. 'Dentro del laberinto' sería uno de estos casos donde la fea (pretendía ser sarcástico) comparte cartel con el tristemente fallecido David Bowie, interpretando al rey de los Goblins, Jareth. Un rey de aspecto amigable, pero con perversas intenciones. Ella y él son los actores de carne y hueso con mayor presencia, si bien tiene la virtud de que los personajes del reino son muñecos, pero no se sienten como tal por su forma de ser.
Este largometraje es una prueba de la prevalencia de los efectos prácticos sobre los especiales. El mundo reinado por Jareth está construido de forma sensacional y ver que no es un producto de un ordenador facilita su credibilidad, así como los títeres creados para la ocasión, los cuales cuentan con un concienzudo nivel de detalle como en el caso de Hoggle y Sir Didymus. Incluso aunque la historia no pueda convencer, no cabe duda de que el trabajo artesanal en diseño de mundo y personajes es encomiable.
En mi caso, la historia sí me convenció pues no solo es una oportunidad de redención para el personaje de Sarah, quien se muestra durante el inicio como algo infantil e irritante, en su viaje para rescatar a su medio hermano Toby y demostrarle que le quiere en realidad, sino que también cuenta como una metáfora del paso de niñez a la adolescencia, una etapa donde ya cuenta más el tener los pies en la realidad y madurar como persona. Para un niño/a que esté empezando a entrar en esa etapa, el ver 'Dentro del laberinto' puede venirles perfectamente bien para sentirse identificado.
Seguramente le faltaba a esta producción un poco más de fuerza en el desarrollo de su narración para entrar aún mejor, pero tal y como está presentado, no supone ni mucho menos una decepción. Es una película para disfrutar con una metáfora importante por detrás más contar con algunas canciones de David Bowie para la función (sin menospreciar el buen trabajo de Trevor Jones).
7