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THE KILLERS (Forajidos- 1946, Robert Siodmak)
https://www.filmaffinity.com/es/film566080.html
"Sueco. Antes de estar en la cárcel yo estudiaba a las chicas... ¿Y sabes que...? Si una chica no te escribe... NO significa que esté enferma, como tú crees... NO necesariamente..."
Muchas de las herramientas del cine que hoy percibimos como algo habitual datan en realidad de fechas muy antiguas, días primiseculares en los que estas innovaciones diabólicas aun generaban asombro, desconcierto y amonestaciones clericales. En 1901, el realizador francés Ferdinand Zecca empleó por primera vez la técnica del "flashback" en su cortometraje de 5 minutos HISTOIRE D'UN CRIME (Historia de un crimen) para mostrar en imágenes los recuerdos de un asesino durante la noche previa a su ejecución. A veces la invención de este recurso cinematográfico por antonomasia se atribuye gruesamente a David W. Griffith, pero el pionero norteamericano lo que creó en realidad fue una fórmula de saltos secuenciales que evocaban estados psicológicos y mnemotécnicos conocida como "switchback". Los impresionistas franceses estaban fascinados con esta capacidad del cine para romper las líneas espacio-temporales en el desarrollo de un relato y consideraban esta técnica como una auténtica revolución que trascendía los límites del arte y que podía llegar a alterar, incluso, el curso de la vida (anticipándose en su valoración a lo que hoy en día vemos en la red informática y en el mal uso de la inteligencia artificial). Aunque dicha herramienta se asocia de modo instintivo al ámbito cinematográfico, lo cierto es que la práctica del "flashback" y del "switchback" ya se venía utilizando en el terreno de la literatura desde tiempo inmemorial, identificándose con el término de "analepsis".
La diferencia básica entre el "switchback" y el "flashback" adolece de fronteras difusas y a veces induce a confusión. El "flashback" quiebra la línea temporal del relato y conduce al espectador a una escena o a una historia completa y más o menos breve que transcurre en el pasado. Sin embargo el "switchback" altera la secuencia cronológica de forma súbita e intermitente, mostrando contrastes más o menos fugaces entre presente y pasado y oscilando entre la acción actual y la pretérita mediante fragmentos entremezclados que ofrecen datos e información necesarios para entender la historia y creando en el publico incertidumbres y emociones diversas. En este sentido THE KILLERS, sería un modélico ejemplo de "switchback", aunque en la cultura popular el término "flashback" se ha terminado imponiendo y absorbiendo al anterior, siendo habitual leer que esta película, como tantas otras, está narrada en función de una sucesión de "flashbacks".
De más está el recordar aspectos sobradamente conocidos de esta pieza magistral, como su relación tormentosa con el relato homónimo de Ernest Hemingway o la catapulta que supuso este trabajo para sus dos jóvenes protagonistas, pero pasar una vez más por el filtro de la memoria secuencias como la de llegada de los asesinos a Brentwood o la del atraco es un placer y un motivo de asombro permanente. Cuando el productor Mark Hellinger organizó un pase privado del largometraje para el gran novelista americano, este se presentó en la sala de proyección con dos botellas, una de ginebra y otra de agua, a las cuales tenía previsto recurrir en función de que lo que viese en pantalla le gustase o no... Finalizada la exhibición, al encenderse las luces de la sala, Hemingway le mostró a Mark Hellinger las dos botellas intactas y, sonriente, le dijo "No las he necesitado"
En su primera y deslumbrante aparición junto al piano, la Kitty Collins de Ava Gardner canta "The more I know of love, The less I know it... The more I give to love... The more I owe it..." ("Cuanto más se del amor, menos sé. Cuanto más doy al amor, más le debo...") Su trayectoria artística comienza aquí, con esta melodía que pronosticaba una clarividente declaración de intenciones, pero su vida personal, marcada por una belleza física que no era de este mundo, fue una constante, caudalosa e irregular transacción de amor y deseo... Solo ella sabe si el balance final le fue favorable o si le quedaron cuentas pendientes por saldar, pero lo que no alberga dudas es que sus amantes, sobre todo los efímeros y los platónicos, se siguen, tanto tiempo después, contando por millones...
Muy mal te tienen que ir las cosas para que, sabiendo que te vienen a matar -aunque sea en plano-secuencia - no te levantes de la cama y esperes pacientemente a que tus verdugos derriben la puerta de tu dormitorio y te acribillen a tiros en tu propio colchón... sin rechistar, casi pidiéndolo. En la figura del Sueco reverberan aun ecos de la adolescencia, una edad en la que uno aun no ha terminado de procesar que en cuestiones amorosas, cuando la exuberancia abarca lo inabarcable, lo definitivo suele ser apenas un anatema porque, como afirmaba Oscar Wilde "La única diferencia entre una aventura y un amor para toda la vida consiste en que la aventura dura un poco más" y porque, en el fulgor de la juventud, donde todo sucede terriblemente deprisa, todavía no existe una mujer (ni un hombre) en el mundo, por muy bella y rica que sea, por la que merezca la pena derramar una sola lágrima, vaciar una sola copa ni malgastar una sola bala. El Sueco solo fue consciente al final de que Kitty le había elegido por descarte. Posiblemente, en su universo derrumbado, entre el tercer y el cuarto disparo, siguiese pensando que no existía cosa más triste en el mundo que despedirse de ella y verla salir de una habitación; que, cautivado sin remedio por el arpa de su pañuelo, tardase demasiado en comprender que no es igual que te elijan por méritos propios a que lo hagan por eliminación. En el primer caso quizás haya algo en ti que merezca la pena. En el segundo sólo quiere decir que el siguiente eliminado serás tú. Por eso, y por otras cosas, al verse burlado quizás llegase a desear que entre ellos no hubiese existido nada más que una buena amistad, ese artilugio que básicamente sirve para que quienes afirman ser tus amigos, como Charleston, puedan decirte en la cara un montón de cosas desagradables argumentando que te las dicen por tu bien. Quizás, justo en el momento de recibir el ultimo tiro en el pecho, le diese aun tiempo de susurrar su nombre prohibido, y de resucitar el calor de aquellos labios pecadores, que se alejaban en la memoria de un tiempo perdido para siempre, igual que las minúsculas partículas de un viejo reloj de arena al que sus propietarios hiciera años que se olvidaron de darle la vuelta. Unos labios sólo compatibles con las falsas declaraciones de amor y con las ilusiones perdidas, nunca con los recuerdos... Para estos últimos aun no existe una forma saludable de dejarlos atrás.
En el cine negro americano, los disparos suenan como los latidos de un gigante moribundo. Los inocentes mueren solos, sucios y en penumbra. Afuera, la densa noche envuelve pesadamente el empedrado de las calles, y su tacto es húmedo y áspero como la lengua de los gatos...
Como fan incondicional del film noir y en especial de los clásicos americanos te felicito por la reseña Supraphon, una gran película que representa un estilo de cine irrepetible, además desconocía la diferencia entre "switchback" y "flashback" así que también he aprendido algo nuevo que nunca está demás.