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CINÉFILOS => Cine clásico y contemporáneo => Mensaje iniciado por: Michael Myers en 14 de Agosto de 2025, 10:39:24 PM

Título: Clave: Omega (1983)
Publicado por: Michael Myers en 14 de Agosto de 2025, 10:39:24 PM
CLAVE: OMEGA/THE OSTERMAN WEEKEND

(https://i.postimg.cc/jSNXjNfw/ohj1-Jx8-Gt-O8-LAf-Tk-Ai-Oewa9m-Bc5.jpg)

SINOPSIS: La mujer de Lawrence Fassett, un agente de la CIA, es asesinada por dos enmascarados que, según todos los indicios, obedecían órdenes de Maxwell Danforth, poderoso jefe de la Central de Inteligencia Americana. Fassett sigue la pista de la organización clandestina Omega, posiblemente vinculada con el KGB.


DESPERDICIO DE RECURSOS

'Clave: Omega' supuso la última película del casi siempre controvertido Sam Peckinpah, quien fallecería al año siguiente del estreno del filme, concretamente un 28 de diciembre de 1984 a causa de una insuficiencia cardíaca, seguramente a causa de sus adicciones al alcohol y a la cocaína durante años.

Para el que fue su crepúsculo, el realizador nacido en Fresno (California) un 21 de febrero de 1925 contó con un reparto de campanillas donde figuran los nombres de Rutger Hauer (quien un año antes dio su mejor interpretación como Roy Batty en 'Blade Runner'), Craig T. Nelson (también con un éxito en 1982 llamado 'Poltergeist: Fenómenos extraños'), Chris Sarandon, Dennis Hopper, John Hurt, la actriz de hipnóticos ojos azules Meg Foster y el mito Burt Lancaster. Además, en la música aparecía el nombre del recientemente fallecido compositor Lalo Schifrin. Contra todo pronóstico, lo más destacado fue la labor del argentino.

El filme se basa en la novela homónima (por su título en inglés) de Robert Ludlum y al no haberla leído, ignoro si hace justicia o no al libro. No me extrañaría que el material fuente estuviese por encima, puesto que se siente que estamos ante un trabajo que desperdicia sus buenos recursos, mayormente un reparto de lujo.

La narrativa constituye un juego del gato y el ratón donde se pretende jugar con los personajes y el espectador también, aunque para cuando llega la revelación ya pilla con algo de desidia puesto que el transcurso de los acontecimientos no termina de enganchar por lo largo que se hace los prolegómenos hasta que llega el tramo clave en la casa de los Tanner.

El trabajo de Schifrin sí que se encuentra a la altura de las circunstancias, mezclando sintetizador y música orquestal cogiendo el punto a la historia que se nos cuenta elevando el nivel de las secuencias donde aparece.

Es una pena que el resultado es el visto en la pantalla. Un director de la talla de Peckinpah (a pesar de sus altibajos profesionales) merecía un cierre de trayectoria mejor y si le hubieran dado más libertad, quien sabe hasta donde habría podido llegar. El baño de violencia del tramo final no compensa la tediosa ruta que llevaba el largometraje hasta entonces.

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