Rogue One es irregular, como era de esperar. Hay cosas que chirrían y bastante: su soso dúo protagonista, la impersonal banda sonora, el atropellado montaje de su no demasiado interesante primera mitad, su sentido del humor metido con calzador y que funciona bastante peor que en el episodio VII, el personaje hecho con CGI... y sobretodo una cosa que peligra en la saga después del episodio VII: su pérdida de impacto, el "quemar" la fórmula Star Wars. No es algo grave de este episodio, pero si es algo que empieza a asomar por el horizonte cual destructor imperial amenazando con la peligrosa sensación de la indiferencia. Es algo a lo que se tendrán que enfrentar los episodios que están por venir, y que en parte puede que sea culpa de la poca separación entre una película y otra, sumado a la avalancha de publicidad entre ellas (de la que es difícil escapar aunque no veas trailers: agobia en las redes sociales, TV, a pie de calle, etc).
Es destacable que Rogue One tenga cosas en las que quiera ser diferente, pero también se aferra al poder de la nostalgia y a la fórmula Star Wars, quedándose en un punto muy interesante por momentos y fallido en otros.
Supongo que parte de estos problemas vendrán de los que ha ido acarreando la película en todo su proceso de producción. Y es algo en parte lógico, donde más se la juega Gareth Edwards Disney es precisamente en arrancar todo el engranaje de la película para poder contentar a todo el mundo. Ya que luego a la hora de las explosiones tampoco hay que comerse mucho la cabeza, basta con dejarse la pasta en arrollar con los efectos especiales y la acción.
Precisamente es en esta segunda mitad donde se respira más ambiente Star Wars. No hay jedis, la "fuerza" pasaba por allí, pero la relevancia del tercer acto y su impresionante puesta en escena, unidas a sus muy buenas decisiones de diseño y de dispersión de homenajes, consiguen devolver el interés en la película e incluso deslumbrar en bastantes momentos. Son muy interesantes cosas como el planeta escenario de la (gran) guerra terrestre (es acertadísimo) o la impresionante batalla espacial, de las mejores de la saga. También la perfecta conexión que se hace con el episodio IV, regalando de paso un momento (fanservice absoluto) que hará las delicias de mucha gente, y que para nada me sobra o molesta, sino todo lo contrario.
En esos momentos, es la precuela de la triología original que muchos fans pedían.
Rogue One termina aumentando la confianza en las entregas que están por llegar. Pero eso no quita que la saga peligre: va a ser decisivo el episodio VIII ahora que están asentadas las bases de la nueva saga en la VII y que se ha visto que los spin-offs pueden funcionar. Crucemos los dedos...
7