UNA NOCHE EN EL MUSEO
La noche en que el museo despertó Un sueño de esos que despilfarran imaginación, y que cualquiera que alguna vez haya vagado por un museo pudo haber tenido o por lo menos lo hubo visualizado, es el cuan excitante sería el que con extravagante fantasía, los animales disecados y las estatuas labradas de la antigüedad se desenfrenen repentinamente, salten de sus vitrinas para cobrar vida en ese momento y en ese lugar, para hacernos el día, sí, así tan de repente. Y como la idea resulta fascinante, y no somos los únicos a los que se nos ocurrió, la idea fue llevarla al cine.
La idea en que se apoya
Una noche en el museo suena irresistible hasta que se nos muestra en que manos fue a caer, y es que
Una noche en el museo , cinta de comedia y acción que incluye entre sus actores principales a Ben Stiller, Carla Gugino, Dick van Dyke, Mickey Rooney, Robin Williams y Patrick Gallagher entre otros tiene todo menos un buen guión. Este es de Robert Ben Garant y Thomas Lennon; basado en el libro de Milan Trenc. Con la música del siempre admirable Alan Silvestre y el talento mexicano Guillermo Navarro en la fotografía –bastó
El laberinto del fauno (
Pan’s labyrinth, Esp/Méx/EUA-2006) para admirar su trabajo-.
En la trama,
Larry Daley (Ben Stiller) es un inventor poco afortunado, quien ha tratado de mantenerse en un trabajo estable para poder ofrecerle un buen ejemplo a su hijo y llevar una buena relación con su ex-esposa. Cómo una última oportunidad
Larry acepta un trabajo en el
Museo Nacional de Historia, sin sospechar que esta a punto de comenzar una de las aventuras más importantes de su vida, la cuál comienza cuando llega la noche y las exposiciones del lugar cobran vida propia.
La dirección de
Una noche en el museo queda a cargo de Shawn Levy –director de
La pantera rosa (
The pink panter, EUA-2006),
Más barato por docena (
Cheaper by the dozen, EUA-2003) y
Recién casados (
Just married, EUA-2003)- quien no huye de armar esta cinta alrededor de Ben Stiller y Robin Williams, centrando todo su espectáculo en cualquier efecto especial del que pudieron sacar provecho los guionistas y de paso, meter una que otra moraleja bonita con la cuál justificar la historia de esta cinta.
El trabajo del reparto es bueno, al igual que el final, que vaya que funciona dentro de la historia, haciendo de esta una película divertida para todo el mundo que desde luego, cumple con todas las expectativas formuladas... claro está, si las expectativas son grotesca y apabullantemente bajas. Una noche en el museo es una cinta de inofensivas fantasías infantiles que no corre riesgos innecesarios y no ofende... pero tampoco divierte mucho.
El concepto básico de Una noche en el museo es marginalmente interesante, aunque no muy original; y los guionistas Robert Ben Garant y Thomas Lennon se han encargado de agregar más mediocridad y clichés con el clásico escenario del padre divorciado tratando de demostrar su valía como hombre a su hijo. Y, luego de haber visto decenas de veces la misma fórmula, francamente se pierde el interés.
Para colmo, el desarrollo de la cinta no es muy entretenido. Claro, hay abundantes efectos especiales y constantes intentos de humor, pero es notable el número de supuestos chistes que fallan miserablemente. Los mencionados efectos especiales, aunque competentes, se sienten forzados y obligatorios. Se antoja posible que el director se confió demasiado en la magia de la post-producción, y no logró (o no quiso) inyectar energía alguna en todo lo que no se tratáse de ese aspecto.
De reconocer es un esfuerzo por capturar la magia que obligan museos tan impresionantes como los de Nueva York, al ser magníficamente retratados por el montaje de Don Zimmerman, y un diseño de producción de Claude Paré. Del vestuario y el guión cargado de clichés, mejor omitimos nuestros comentarios.
No hay que pensar en el guión, ni en las actuaciones, no pensemos en nada más que ver una comedia con algunos (tal vez menos de los esperados) momentos logrados. La historia es un rompecabezas que no tiene pies ni cabeza, pero Ben Stiller, Robin Williams y Owen Wilson alcanzan para que el barco no se hunda del todo. Una cinta solo para pasar el rato, y olvidarla a los cinco minutos, si creen que vale la pena pagar por olvidar.