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Mensajes - Supraphon

#1

IN A LONELY PLACE (En un lugar solitario- Nicholas Ray, 1950)
https://www.filmaffinity.com/es/film600487.html

"No venís lo bastante al cine... Aquí resolvemos cualquier crimen en menos de dos horas..."

En 1969 Ian & Elizabeth Cameron publicaron en el Reino Unido un libro titulado "Broads", vocablo inglés que, aparte de hacer referencia al volumen o a la anchura, también tiene una connotación despectiva para ciertas chicas a las que en castellano les aplicaríamos apelativos como "tipa" o "pájara"... Las "broads" solían ser mujeres de extracción humilde, verbo afilado, sexualidad desinhibida, moralidad elástica, materialismo aquilatado, bondad soterrada y un extraño código de dignidad que les llevaba con frecuencia a pagar con su vida el precio de sus "desvergonzadas" conductas. Si ha habido una "broad" de manual en la época dorada de Hollywood, está ha sido Gloria Grahame. Cuando en CROSSFIRE, un soldado le pregunta por qué trabaja en un club de alterne, ella, aburrida, le responde "Para reírme, querido... para reírme...". Minutos después cuando la policía la interroga para que diga la verdad respecto de un testimonio vital, ella, como un látigo, replica indignada: "Ya le dije que no estoy mintiendo... ¿Qué es lo que quiere...? ¿Qué me ilumine como un árbol de Navidad?"... Pues bien... así son y así hablan las "Broads".

En el ámbito de la relojería, la "rueda de disturbios" es una pieza esencial del engranaje regulador de un aparato de cuerda. El ingenio consta de una espiral metálica conectada a un volante de equilibrio que oscila rítmicamente liberando la energía del resorte principal que determina tanto la velocidad a la que se mueve el reloj como su precisión. La lisérgica Gloria Grahame es, en cine, la pura encarnación del disturbio, la serpentina propulsora de la secuencia de reacciones que agitan o relajan a los personajes mientras orbitan a su alrededor... como insectos volando en torno a una bombilla. Se casó con Nicholas Ray, tuvo una escandalosa historia de amor con su hijastro y murió demasiado pronto. Tras una breve, aunque desestabilizadora aparición en IT'S A WONDERFUL LIFE (¡ Qué bello es vivir!-Frank Capra, 1946) , su trayectoria ascendió un peldaño con su disolvente presencia en CROSSFIRE( Encrucijada de odios –Edward Dmytryk,1947) interpretando a Ginny, un personaje hipnótico en una película excepcional, de negritud inabarcable, demasiado compleja y rica como para despacharla en unas pocas líneas y en la que con dos escenas memorables obtuvo su primera nominación a los premios de la Academia. Cinco años después, con otro trabajo fulgurante de tan solo 9 minutos y 32 segundos, obtuvo el Oscar a la mejor actriz de reparto por la maravillosa THE BAD AND THE BEAUTIFUL (Cautivos del mal - Vincente Minnelli, 1952) y consiguió iluminar, cual relámpago, una obra coral que ya sin ella era perfecta... A continuación, como actriz principal protagonizó junto a Lee Marvin dos hirvientes escenas cafeteras a las órdenes de Fritz Lang en THE BIG HEAT (Los sobornados, 1953), película donde pronunció otra frase para la posteridad "Yo he sido rica y he sido pobre. Y, créame,... ser rica es mejor...". Las secuencias de los pucheros volantes al rojo vivo pasaron a la historia y siguen siendo dos de los momentos más populares de la actriz. Al respecto de las mismas, Fritz Lang dejó también su opinión al respecto..."Si uno hace las cosas muy convincentes, la gente se las cree. Me pregunto cuántas mujeres han arrojado café caliente sobre la cara de sus esposos y al sentirse decepcionadas con el resultado dijeron: 'Lang es un director asqueroso'..."

Los años pasaron, inexorables como siempre, y en el crepúsculo, lejos ya de Cecil B.de Mille, de Elia Kazan o de Robert Wise, llegó a participar en una olvidable película de José María Forqué titulada TAROTS (1973), junto a Fernando Rey y... Sue Lyon. Su figura mítica, a cuyo alrededor y desde su juventud siempre se han ido formando extrañas turbulencias, se ha engrandecido con el tiempo así como el número de sus admiradores póstumos hasta el punto de convertirse en una pequeña referencia de culto fruto de la cual, y en época reciente, la actriz fue encarnada por Anette Benning en la película FILM STARS DON'T DIE IN LIVERPOOL (Las estrellas de cine no mueren en Liverpool- Paul McGuigan, 2017)

Puede que las estrellas de cine no mueran en Liverpool, pero... ¿Qué es una estrella del cine...? ¿Qué cualidades hacen sobresalir a un rostro aparentemente normal hasta convertirse en un icono cuyas dimensiones crecen, a partir del filtro proporcionado por la cámara, durante el hecho material de la proyección fílmica? Entra aquí en juego el concepto de "Fotogenia" acuñado por los impresionistas franceses capitaneados por Louis Delluc quien afirmó que "Todo aspecto que no sea sugerido por las imágenes en movimiento no es fotogénico y no pertenece al arte cinematográfico". El otro gran exponente de dicha tendencia, el polaco afincado en Francia, Jean Epstein (a quien debemos también otro formidable concepto, el de la "lirosofía"), reformula años después este fascinante término de la "Fotogenia" inventado por Delluc y lo define como "cualquier aspecto de las cosas, de los seres o de las almas que aumenta su calidad moral a través de la reproducción cinematográfica". El hecho de creer que la imagen iluminada y proyectada en la pantalla puede sacar a flote, por ese mismo hecho, una serie de aspectos metafísicos que para la visión normal quedan ocultos y que dicha revelación puede incrementar las cualidades espirituales de esa imagen la cual, de otro modo, podría pasar inadvertida, resulta una idea tan audaz como polémica y da lugar a múltiples controversias. En esa misma línea, fulgurantemente trazada sobre el perturbador argumento de la iridiscencia, esta cualidad "sobrenatural" de ciertos objetos fílmicos otorga plena carta de naturaleza y fundamento a la afirmación esgrimida tres décadas más tarde por el semiólogo y lingüista Roland Barthes en el capítulo de su libro MYTHOLOGIES (1957) titulado "El rostro de la Garbo", al declarar que dicha esfinge, inmune al paso del tiempo "...representa ese momento inestable en que el cine extrae belleza existencial de una belleza esencial"

Mi trabajo favorito de Gloria Grahame... por decir uno solo... es IN A LONELY PLACE (En un lugar solitario -Nicholas Ray, 1950), largometraje enraizado en el amor incondicional por el detalle y por el exquisito pulimento de sus aristas más rugosas, tal y como suele ocurrir con el ensamblaje delas fornituras delicadas. El atormentado director norteamericano nos ofrece una vibrante exhibición de trazo sentimental y de máxima empatía con sus protagonistas, dos de los señuelos de este cineasta dotado con un raro instinto para hallar comprensión, respeto y hondura incluso en los matices más oscuros y contradictorios de la personalidad humana. Para ello, el artista emplea unos recursos basados en la economía de medios y en su talento innato para retratar en imágenes lo esencial de las historias con una austeridad que en modo alguno degenera en omisión. Genial, romántica, desencantada, creíble, y objetiva con los divertículos de todos los protagonistas a los que el realizador trata con el cariño y la indulgencia habituales en él... El resto corre a cargo de la magnífica fotografía en blanco y negro de Burnett Guffey, totalmente volcada en el desequilibrante y poco convencional rostro de una actriz inspirada, la cual sobrevuela con pasmosa naturalidad los estratos más elevados de la atmósfera y cuya presencia abrillanta la obra alcanzando unas cimas estéticas difícilmente compatibles con la mera condición humana...  El titilante personaje de Laurel Gray, interpretado por Gloria Grahame en IN A LONELY PLACE, adquiere, gracias al poder de la imagen en la pantalla, características incrementadas no solo por las luces de los técnicos y artistas de los estudios Columbia, sino por los focos aun más potentes de la imaginación del espectador estimulada por el fulgor surgido de esas mismas luces. Pero lo que hace que un rostro común se convierta en el de una estrella no depende tan solo del resplandor procedente de los reflectores y del efecto multiplicador de la lente de la cámara, sino de una lumbre interior que solo el hecho cinematográfico es capaz de arrastrar a la superficie y que se tiene o no se tiene... pero que en ningún caso ni se aprende ni se entrena.

En esta pieza central, el personaje de Dixon Steele, encarnado soberbiamente por un Humphrey Bogart más rocoso y ambiguo que nunca, sucumbe, como millones de espectadores, ante el resplandor de la estrella y le dedica a Gloria Grahame las palabras más hermosas y también las más tristes: "...Nací cuando la besé; morí cuando me abandonó; viví unas semanas mientras estuvo a mi lado."


#2
 
"En el terreno de la épica, no siempre la fama se corresponde a la bondad intrínseca de las acciones, sino a lo acertado del símbolo que las representa... Para ser verdadera, la apoteosis ha de ser el resultado del triunfo sobre la catástrofe... Desde los tiempos de Viriato es conocido que en este país la dimensión del héroe no se mide tanto por sus meritorias acciones como por el contraste de su figura con la del personaje elegido para representar el papel de villano... Las rivalidades étnicas o ideológicas que se manifiestan en torno al futbol son cada vez más asunto de sectores minoritarios, adolescentes biológicos o de mentalidades que, más que expresar una identidad, muestran su anhelo de poseerla... El argumento de que se trata de satisfacer la demanda de triunfo de los seguidores es falaz. Por supuesto que quieren ver ganar a su equipo, pero solo los oportunistas sin principios aceptarían conseguirlo a base de fichar a la plantilla completa del equipo rival...

(Patxo Unzueta- "A mi el pelotón")


¡Poliki... Poliki...! A ver si el Athletic, paso a paso, va a tener aunque sea solo una... una Liga en sus botas... Aunque no tenga que ser necesariamente esta...
#3
         

THE OX-BOW INCIDENT (Incidente en Ox-Bow- William.A.Wellmann, 1943)
https://www.filmaffinity.com/es/film138434.html

"Supongo que hay otros hombres buenos aquí, pero no se dan cuenta de lo que están haciendo."

Hollywood..."La fábrica de sueños"... Una enorme industria consagrada al entretenimiento, al negocio y también a la propaganda. La época dorada de Hollywood se encaja, a grandes rasgos, entre los aledaños de las dos mayores guerras de la historia de la humanidad. Es tiempo de exportar al mundo una idea, la de la tierra de la libertad, de la esperanza y de los ideales democráticos... En la primera mitad del siglo XX proliferan grandes enemigos internacionales que representan al "mal" y Hollywood es una herramienta de enorme alcance para estimular una serie de valores burgueses de consumo doméstico y también para extender eficazmente por todo el planeta un área de influencia con un tamaño y un apetito cada vez más crecientes... Pero en el seno de Hollywood surgen también "tipos feos", "aguafiestas", ... voces discordantes que se ocupan de hurgar en las graves patologías de un público desplazado hacia los márgenes del paraiso. Así aparecen obras e incluso géneros completos de denuncia que revelan la cara oculta del falso sueño americano y que servirán de refugio a muchas de las personalidades más revoltosas del cine y del arte de aquel tiempo, algunas de los cuales pagarán cara la osadía de su inconformismo. Hollywood incuba también en sus entrañas al "Anti-Hollywood" y entre sus resquicios brotan impertinentes arbustos de disidencia y de alarma, pequeños tumores que van a generar gamberras perturbaciones, frunciendo el conservador ceño de los magnates, interrogando a la doctrina convencional y que no van a gozar precisamente de un gran favor a la hora de distribuir las recompensas "oficiales".

El poeta griego Odysséas Elýtis, llegó a calificar los apotegmas de Heráclito de Éfeso como "astillas pétreas". Tal definición, en el ámbito cinematográfico, encaja perfectamente con esta película de 1943, que se emparenta con las sentencias de "El Oscuro" tanto por su tenebrismo y su tamaño como por la verdad que encierra. THE OX-BOW INCIDENT es un latido y una exhalación... El cine es un arte, pero también es un oficio. William A.Wellman es un orfebre y un mago pero también es un alquimista y un mecánico. La película tiene una duración de 72 minutos, excluyendo los títulos de crédito, tan solo 13 por encima de lo que se considera un mediometraje. Nos encontramos ante un modelo pluscuamperfecto de filmación en estudio. Las escenas diurnas, rodadas en "la calle del Oeste" de la 20th Century Fox, se compactan con las nocturnas, fotografiadas por Arthur C.Miller y circunscritas entre las paredes de los magníficos decorados diseñados por Richard Day y James Basevi, fundamentales a la hora de estructurar esa atmósfera opresiva y asfixiante que conduce de manera irreversible hacia la tragedia final. La concentración atómica de denuncias, alegatos, principios y advertencias incrustadas en el guion de esta pequeña bomba de relojería no admite ni un minuto más ni uno menos, tal y como ocurre, por ejemplo, con las Diferencias sobre el Canto del Caballero, de Antonio de Cabezón, en el ámbito de las piezas para teclado. Prodigio narrativo y visual, laconismo y elocuencia, trigonometría técnica y argumental, aprovechamiento helvético del minutaje disponible, interpretaciones actorales condensadas en pequeñas células que colisionan como electrones propulsados en un acelerador de partículas. Diámetro y profundidad, grito y susurro, organización y musculatura...

Mucho más que un western... La película preferida de Clint Eastwood... Una obra fronteriza, airada, de extrarradio, ... una pintura rupestre ejecutada con pigmentos primitivos, repleta de escenas de caza y lucha, impresa toscamente sobre ásperas formaciones calizas y escondida en una gruta remota, lejos del mundanal ruido del que procede y al que cuestiona y se enfrenta sin contemplaciones...

Los siglos se suceden, las historias se repiten. Puede ser una ideología fanatizada, un partido político, una secta religiosa, un equipo de futbol... La cerrilidad de las masas y de los grupos jerarquizados en torno a falsos ídolos, líderes absolutos, consignas básicas y mensajes intransigentes solo conocen los límites de la violencia, de la catástrofe y de la autodestrucción...

... Como sucede con la inmensidad de los sucesos que acontecen en el cosmos, la materia y la energía con frecuencia se concentran hasta lo insoportable y terminan aglomerándose ciegamente justo antes de explosionar...



#4
Buenas tardes. Esta es mi primera intervención en este foro. Gracias por dejarme participar. Me gustaría dejar algunos comentarios sobre determinadas películas que me han acompañado durante toda la vida y que se han consolidado hasta convertirse en imprescindibles. No busco polémicas... Espero que os gusten...


THE SET-UP (Nadie puede vencerme -Robert Wise 1949)
https://www.filmaffinity.com/es/film253001.html

"Estabas a un solo golpe de ser el campeón... Siempre estás a un solo golpe de distancia."

Se dice que la primera vez que un jovencísimo Francisco Umbral , recién llegado de Valladolid, arribó al Café Gijón de la capital para participar en una de sus tertulias, Fernando Fernán-Gómez dijo de él: "... Ha llegado alguien..." Cada vez que Robert Ryan aparece en el encuadre, la sensación es precisamente esa... la de que "ha llegado alguien", y no un cualquiera. La entrada de Robert Ryan en el plano cinematográfico altera notablemente el PH del mismo otorgándole un significativo incremento en su grado de alcalinidad. Y es que cuando Robert Ryan ocupa el plano escénico allí siempre "pasa algo". A veces juego con la imaginación a sustituir a los actores de las películas que veo, por muy diversas que sean, por Robert Ryan y, al efectuar dicha operación, el hipotético resultado sale casi siempre reforzado. ¿Hasta que altura , por poner solo un ejemplo, podría haber llegado la ya formidable THE BIG HEAT (Los Sobornados – Fritz Lang, 1953) con Robert Ryan...? Naturalmente, Robert Ryan no sería el indicado para suplir a Dick van Dyke en CHITTY CHITTY BANG BANG (Ken Hugues- 1968) pero, al margen de casos extremos como éste, no veo muchos papeles que Robert Ryan no sea capaz de igualar y/o mejorar. Creo que fue Ingmar Bergman quien empleaba como termómetro para medir la magnitud de un intérprete la cantidad de "peligro" que éste era capaz de insinuar en la pantalla (De hecho, yo creo que Gunnar Björnstrand era su "Robert Ryan particular"). De acuerdo con esa "escala de Richter" bergmaniana, la sensación de peligro que Robert Ryan aporta en cada una de sus intervenciones es máxima. Peligro, si, pero también inquietud, ambigüedad, firmeza, violencia... Basta un pequeño rictus en los labios o un ligero fruncimiento de cejas para pasar de la nobleza más augusta a la indignidad más vil; véase esa capacidad en filmes excepcionales como CROSSFIRE (Encrucijada de odios- Edward Dmytryk, 1947) ó ON DANGEROUS GROUND (La casa en la sombra – Nicholas Ray, 1951). THE SET-UP es un recital -uno más- del telúrico Robert Ryan, experto instintivo en plasmar en la pantalla todas las contradicciones, fortalezas y debilidades del ser humano... ("Colorado Jim", "Los implacables", "El día de los forajidos", " Conspiración de silencio", "Los profesionales", "Grupo Salvaje", etc...) Con Barbara Stanwyck, Gloria Grahame, Broderick Crawford y Robert Ryan, un director podría hacer todas las combinaciones posibles, rodar todas las películas que le viniesen en gana y llenar su carrera de éxitos para la eternidad... Si -de nuevo- Fritz Lang, que trabajó con todos ellos, hubiera podido contar con los cuatro juntos para CLASH BY NIGHT (Encuentro en la noche -1952) aquello podría haber sido el acabose... En la discreta, pero entretenida FLYING LEATHERNECKS (Infierno en las nubes- Nicholas Ray,1951) Robert Ryan le disputa a ese polo magnético natural que era John Wayne todos y cada uno de los planos en "technicolor" que comparten...y en ninguno de ellos sale perjudicado...

"The Set-Up" es una expresión anglosajona de imposible trasposición directa al castellano. En el ámbito de la electrónica se podría traducir como "configuración" o "montaje" pero en el argot boxístico alude a la maniobra de preparación táctica que antecede a la ejecución de un golpe definitivo, lo que precisamente un boxeador en decadencia como Stoker Thompson busca con ahínco, como último recurso, durante estos cuatro extenuantes asaltos, rodados en tiempo real y con una verosimilitud casi documentalista que aún no ha sido superada. THE SET-UP es la película de boxeo definitiva, un golpe ganador cuya influencia resultó determinante décadas después nada menos que para Martin Scorsesse. Todas las anteriores muestras del subgénero son meros preparativos ("sets-up" de THE SET-UP)... Todas las posteriores no son sino variaciones más o menos afortunadas sobre un tema central explorado y casi agotado por esta obra colosal. La acción se concentra en 70 minutos vertiginosos en los que se nos presentan decenas de pequeños personajes los cuales han de darse a conocer de modo inequívoco al espectador con apenas un gesto, una frase, un rictus, una mueca... El guión, con esa limitación temporal, no tiene más remedio que organizarse en términos de precisión absoluta. Gran parte de su contenido reincide en mostrar la crueldad y la insensibilidad de un público ávido de casquería y hemoglobina. De todos los caracteres marginales retratados con brevísimas y concisas pinceladas destaca por su sadismo el del aficionado ciego que acude a los combates acompañado de un "lazarillo" encargado de narrarle de viva voz los acontecimientos que se suceden en el "ring"; el invidente paladea su relato virulento con evidente fruición y cuando un golpe tremendo abre la ceja de Stoker haciendo manar la sangre y dejándole un ojo en condiciones precarias, el rostro del ciego se transfigura de maldad mientras grita "¡Golpéale en el otro ojo...!". En la cartelería anunciadora de los combates y en las conversaciones de los boxeadores leemos o escuchamos los nombres de púgiles rústicos que luchan por encima de sus posibilidades como "Tiger" Nelson, Frankie Manila, "Chamaco" López, "Gunboat" Johnson o "Boom Boom" Gastogne...  La ambientación hiperrealista roza lo milagroso y el operador de fotografía Milton Krasner extrae de un Robert Ryan espléndido muchos de los mejores primeros planos de su carrera explorando todos los ángulos de un rostro de piedra que, cuanto más avanza el metraje, más cicatrices y hematomas va acumulando en su superficie. Entre las mejores películas de la RKO de los años 40 es difícil encontrar alguna en cuyos títulos de crédito no aparezca el nombre de Albert S. D'Agostino como director artístico y en THE SET-UP su trabajo es sobresaliente: el pabellón deportivo, los callejones, los pasillos, los vestuarios, el mobiliario decrépito, el cronómetro, la campana... grandes superficies y pequeños rincones... todo está reproducido de manera microscópica para que la lente implacable de Milton Krasner lo fotografíe en un blanco y negro expresionista y tridimensional. Robert Wise firma aquí, en mi opinión, la mejor película de su vida con una lección enciclopédica de concisión, ritmo y gestión de actores. Los premios y los trofeos populares le llegarán, sin embargo, a este realizador en los años 60 con musicales espectaculares que gozarán del favor del público generalista, pero la sobria y económica potencia de THE SET-UP, el golpe final preparado metódicamente durante 70 minutos trepidantes, se antoja imposible de batir.¡¡¡ SEGUNDOS FUERA...!!!