Dirigida por Antonio Mercero, con guión de él mismo y José Luís Garci, “La cabina” fue una película de 37 minutos de duración, realizada para televisión en 1972, que narra la historia de un hombre que entra en una cabina telefónica para hacer una llamada y se queda encerrado en ella, sin poder salir.
No tenía muchos diálogos. El terror y el ambiente claustrofóbico que se iba apoderando de la historia según ésta avanzaba se transmitía más por la expresión facial de un actor en estado de gracia, José Luís López Vázquez, y sus angustiados ojos.
Independientemente de lo que algunos quisieron emparejar con el hermetismo de España durante el franquismo, algo que el propio director al parecer ha desmentido en varias ocasiones, a mí lo que me pareció fue una crítica feroz de la sociedad que, ya en aquellos años, empezábamos a tener. Puede que estar encerrado en una cabina parezca, en principio, algo idiota y cómico, pero lo cierto es que pocos o nadie hacen nada por ayudarle. Todo el mundo se limita a mirarle como si fuera un mono de feria e, incluso se burlan descaradamente de él. Nadie se pone en su lugar, nadie empatiza con su angustia y su miedo. Todo el mundo hace oídos sordos a las angustiosas y desesperadas llamadas de ayuda del pobre diablo. Al principio, como cualquier persona normal, piensa que alguien irá a arreglar la cabina, que alguien llamará a los bomberos o a quien sea para que le saquen. ¡Que alguien hará algo! Pero todo el mundo resulta tan indiferente que, finalmente, llegamos a ese final demoledor, tan impactante que yo, aún con los años transcurridos, aún seguía entrando en una cabina telefónica, ahora ya prácticamente desaparecidas, sin cerrar nunca la puerta del todo. Por si acaso.
Ahora, al recordar ésta, me viene a la memoria otra obra corta similar, también de aquellos años, “El asfalto”, historieta incluida en aquellas míticas “Historias para no dormir”, protagonizada por Narciso Ibáñez Menta (el padre de Chico Ibáñez Serrador) que, en tiempos, fue como nuestro Boris Karloff nacional, dedicado a provocar miedo con sus interpretaciones.
Recuerdo que la primera vez que vi “La cabina”, no me gustó nada. Y no me cuesta reconocer que fue porque no entendí nada. Me pareció una absoluta tontería, nada real, incomprensible, sosa, aburrida. Con ese recuerdo en mente volví a verla unos años más tarde, ya más mayor y, afortunadamente, más maduro y... ¡A mí me parece una auténtica joya!
Por si os interesa, creo que la web de TVE la tiene colgada para su visionado.
Hablo desde el recuerdo porque hace ya muchos años que la vi por segunda vez, cuando realmente la aprecié, pero desde ese recuerdo tengo que decirte que lo siento, Hispano, pero en ésta no estoy de acuerdo contigo en absoluto.