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'After Earth': Mr. Smith(s) Goes to Earth

Vía El Séptimo Arte por 28 de junio de 2013

Si ya antes de verla era fácilmente sospechable, tras ver 'After Earth' tengo aún más claro que a M. Night Shyamalan se le tiene una encarecida y rancia ojeriza visceral cuya bilis nubla la credibilidad de más de uno, más o menos la misma que se le puede tener -sin tantas reservas- a Justin Bieber o a su colega, Jaden Smith. Y se juntaron las ganas de comer con el hambre. Aunque no suelo prestar atención a lo que escriben o piensan los demás, en un intento por no pervertir mi opinión, en vista de la experiencia con Shyamalan me permito siempre el capricho, una pequeño excepción para con segundas opiniones con las que echarse unas risas. Porque ya se sabe, hay quién cae en gracia y hay quien no hace gracia. Y cuando uno se pone a leer sobre 'After Earth' piensa que, quien sabe, igual es que se ha confundido de película. El debate siempre presente cuando Shyamalan estrena película, por norma, suele traspasar erróneamente la línea que debería de marcarlo: o con él o contra ellos. Y si bien es cierto que Shyamalan es, como pocos, uno de esos realizadores que para poder disfrutarlos hay que poner bastante de tu parte -de ahí la visceralidad que provoca-, el debate suele oscilar entre el me gusta / no me gusta siendo, en muchos casos, el filme en cuestión un mero artista invitado. Muchos no le perdonan el desmesurado ego que le brotó cuando 'El sexto sentido' marcó un punto de inflexión que, de paso, le "cargó" con una seña de fábrica que en última estancia ha jugado en su contra, el final "sorpresa". Tras unos años titubeantes con títulos tan interesantes pero fallidos como 'El bosque', 'La joven del agua', 'El incidente' y sí, también 'Airbender, el último guerrero' (¡!), y con el gentío al fondo del pasillo presto al linchamiento, AE supone su mejor y más completo y sólido filme desde 'Señales', una producción que al igual que la protagonizado por el también demonizado Mel Gibson se convierte en una delicia que, por supuesto y como marcan los cánones, también hay que saber cómo apreciar (y disfrutar).

Igual soy yo ahora quién, precisamente, estoy pecando de lo mismo pero en sentido inverso, de ahí que lo mencione de forma explícita para que el lector lo tenga en cuenta, si quiere y como quiera. Porque tal vez, es posible y debido a que, en teoría, no cabía esperar gran cosa de AE, que el filme sencillamente me haya terminado por encandilar. Quien sabe en qué medida por ser una agradable sorpresa, y en qué medida por ser en verdad tan bueno como me ha hecho creer a primera vista. Sí, tan bueno. O si lo prefieren, tan interesante, y así no nos mojamos tanto. También es verdad que siempre he respetado el talento del cineasta por encima del de sus películas, y a quién le suele perjudicar un excesivo celo por dejarse notar, por un ego medible en centímetros que quizá no por casualidad en AE ha dejado aparcado en gran medida, y en favor de la causa. Y es que con AE Shyamalan encuentra un punto intermedio entre la sombra y la luz, la ambición y algún tipo de humildad, en lo que podríamos definir como una especie de cine comercial de autor, reconocible pero de consumo, en el que su firma está tan presente de la misma manera que puede pasar desapercibida a quien quiera disfrutar de no más que una de Will Smith... por mucho que, en esta ocasión, no haga de Will Smith (en un papel distinto a lo habitual en él, ni suelta chistes ni tiene sentido del humor).

Lo habrán notado o se lo habrán figurado: Smith padre no es el protagonista, sino Smith hijo. Pero ni uno ni otro están solos sin dejar de estarlo, y ambos tienen su oportunidad para chupar cámara aunque su carisma no juegue en la misma liga. Entre ambos se sustenta el peso dramático de esta entretenida y estilizada aventura de ciencia-ficción, una especie de cruce entre 'El desafío' y el tramo final de 'Depredador'. Entre los dos se valen y se complementan, y como pareja cumplen en la medida en que el relato necesita que lo hagan. No obstante Jaden carece de la presencia de por ejemplo el Tom Hanks de 'Naúfrago', la necesaria para sustentar el 90% del peso de un filme sobre tus hombros, siendo quizá el flanco más débil aunque, enzima del odio aparte (si es que somos capaces), no tire por Tierra el excelente trabajo de los departamentos de arte y efectos especiales. Y el de Shyamalan como director, quien aporta un look tan reconocible como estimulante. El relato, en verdad muy sencillo y fundamentado en una premisa muy elemental, tampoco vive de la sorpresa ni de provocar nada que no sea fácilmente deducible viendo su argumento. Vive de lo necesario. De la supervivencia.

Precisamente lo que podríamos considerar como una "falta de sorpresa" se convierte en la "sorpresa" de un filme que no trata de "sorprender", casi nunca, más bien cumplir con una historia de manera elegante y eficiente. Este precepto de hacer de ella un (gran) filme comercial pero con encanto, unido a la puesta en escena de Shyamalan, la siempre acertada banda sonora de James Newton-Howard, un acabado visual notable o a la solvente presencia de Will Smith, hacen de ella el filme apreciable que es -en su justa medida-: uno que, principalmente, sobrevive en un ambiente hóstil, y que más allá de algunos detalles o instantes mejorables resulta tan interesante como lo puede ser el IE de Steven Spielberg, con el que comparte asperezas. El debate siempre presente cuando Shyamalan estrena película, por norma, suele traspasar erróneamente la línea que debería de marcarlo: o con él o contra ellos. Si lo traspasa es porque esta cualidad ya ha convertido a Shyamalan en un autor a considerar, en un director al que tener en cuenta... que no deja indiferente. Y además de forma enérgica. Para lo uno y para lo otro, para bien, mejor o mal, rematadamente mal. Todo depende de con qué ojos queramos y/o podamos ver. Pero que la experiencia puede merecer la pena, no hay duda. Como siempre. Y si no vean y comparen con '10.000 BC', por ejemplo...

Nota: 7.5

por Juan Pairet Iglesias

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