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'Ahora los padres son ellos': El GodFocker III

Vía El Séptimo Arte por 22 de diciembre de 2010

Diez años después del primer encontronazo con los padres de su querida Pam, Greg ha logrado formar una familia ejemplar y bien avenida. Con el quinto cumpleaños de sus hijos a la vuelta de la esquina, todos los viejos conocidos deciden reencontrarse para pasar juntos la feliz celebración. Una fiesta que estará marcada por el reciente divorcio de la hija mayor de Jack, hecho que hará que Greg escale posiciones en la línea sucesoria del trono del clan Byrnes, una responsabilidad que, vistas las habituales fricciones con su suegro, quizás le venga demasiado grande.

Será que dadas las pocas exigencias y densidad del producto, mis sensores no estaban del todo activados, pero lo cierto es que todas las sospechas no acabaron de materializarse hasta el epílogo de la película, justo cuando los títulos de crédito finales desfilaban por la pantalla. La escena en cuestión consistía en mostrar al personaje encarnado por Robert De Niro googleando su nombre para acabar comprobando que estaban colgados en la red varios vídeos de su ''querido'' yerno sacando los trapos sucios de su ''querido'' suegro. Lo que venía a ser un calco descarado del final de 'Los padres de ella'... aunque en aquella ocasión las confesiones se hicieran enfrente de una cámara oculta.

Así es, diez años, y centenares de millones recaudados después, absolutamente nada ha cambiado en casa de los Follen -o Fockers, como se prefiera-. Nuevos miembros habrán subido a bordo; algunos otros habrán abandonado el barco, pero el núcleo duro de tan singular familia se mantiene intacto. Como se dice sobre todo en el mundo del fútbol, ''si algo funciona, no lo cambies''. En términos del todopoderoso box office, los resultados fueron excelentes tanto en 'Los padres de ella' como en 'Los padres de él'. La gente ya pasó dos veces por caja... ¿por qué no va a hacerlo una tercera? Lo más seguro es que así sea, porque a pesar de todo, la experiencia sigue siendo recomendable.

Recomendable y gratificante para todo aquel que se dirija en tan distinguidas fechas a la sala de cine con la intención de evadirse durante poco más de hora y media. Dejar la mente en blanco, olvidar las compras de navidad, la cena de nochebuena, las cansinas bromas del cuñado que de buen seguro van a recibirse al día siguiente, etc. Y para seguir con las tradiciones, los Follen van a brindarnos otra serie de catastróficas trifulcas. El sufrido Greg aguantando el acoso permanente de Jack (que bien podría ser una versión jubilada de aquel divertidísimo Arnold Schwarzenegger en 'Mentiras arriesgadas', un espía secreto preocupado por conciliar su vida entre disparos con su faceta familiar)... suena a disco rayado, pero sigue funcionando como un reloj suizo.

De modo que sólo hace falta acomodarse en la butaca y esperar a que el director/artesano Paul Weitz, en su día unos de los principales artífices del fenómeno 'American Pie', ponga las piezas en su sitio. Un cameo de prestigio aquí (sorprenden especialmente los fichajes de Harvey Keitel y Laura Dern, teniendo en cuenta que no aparecen más de cinco minutos), un topicazo allí (que no falte la nación española entregada por completo al flamenco), un chiste de homosexuales más allá... pero por encima de todo, una más que eficiente capacidad para hacer que los desastres, fruto de malentendidos y viejas tensiones, broten de todos los sitios.

Sí, Dustin Hoffman y Barbara Streisand -la actriz, no la canción- volverán a hablar alegremente de lo bueno que es el sexo a todas las edades; sí, Owen Wilson enfundado en su ya habitual traje de gurú zen del buen rollo volverá a poner a prueba los celos de Greg, y por descontado el ultra-republicano Jack dará rienda suelta a todas sus sospechas y paranoias, sin poner ningún reparo a la hora de iniciar una nueva misión de espionaje intra-familiar. La pega: flirtear demasiado con un más que predecible -nunca mejor dicho- agotamiento de la fórmula. La ventaja: que todo el mundo vaya con el piloto automático puesto... y el resultado siga siendo divertido y entrañable. No aporta novedades a la saga, y mucho menos al cine de comedia, pero la visita de los Follen y su humor inofensivo disfrazado de gamberro, sigue siendo un regalo navideño que quizás nadie había pedido con especial ilusión en la carta a los Reyes Magos, pero que una vez recibido, pocos van a rechazarlo.

Nota: 6 / 10

por Víctor Esquirol Molinas

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