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'Bunraku': Kill Nicola Vol. 1, 2, 3 y 4

Vía El Séptimo Arte por 19 de enero de 2012

Es fácil encontrarle las referencias de 'Sin City' o 'Kill Bill' a esta 'Bunraku', no tanto por la imitación -que no es- como el intento -que sí es-, y aunque quizá no sean sus referentes más cercanos si son los que mejor nos pueden valer por su relevancia popular. Porque si algo define a 'Bunraku' es que es un filme que lo intenta, más este intento no logra culminar en la producción que pretende ser porque a la vez es víctima de sí misma. Hay quien dice que intentarlo es el primer paso hacia el fracaso, que se trata de hacer o no hacer según uno de los más renombrados (y menudos) maestros Jedi. Tal vez, pero no es menos cierto que la intención debería ser un valor a tener en cuenta en alguna medida, y si bien 'Bunraku' es una producción insatisfactoria a la que tan sólo a ratos merece la pena prestarle atención su amago bien le puede servir a Guy Moshe para tomar nota por si surge una segunda ocasión de jugar a ser un Rodríguez.Tomemos el ejemplo de Kurt Wimmer, guionista que debutó en el año 2002 como director con la notable e inédita -legalmente- en España 'Equilibrium' por la que una ahora recuperada Lauren Films parece seguir sin mostrar interés. Poco o nada debió aprender de este esperanzador debut de cara a la que sería su segunda -¿y última?- película, ese 'Ultravioleta' que si bien presentaba algunas ideas visuales sugerentes a más de uno no le hubiera importado que no hubiera llegado legalmente a España -especialmente a los que invirtieron en su visionado-, todo un exceso a mayor gloria de no se sabe muy bien el qué. Lo que son las cosas, y eso que a la Jovovich repartir estopa le ha salido muy rentable a lo largo de su carrera.

De momento a Guy Moshe, de quien la IMDb me chiva que tiene en su currículum una cinta llamada 'Holly' de 2006 que no tengo el gusto, a diferencia del guionista de entre otras el nuevo 'Desafío total' se le puede acusar de incurrir en todo caso en otro tipo de exceso, el que surge de un combinado compuesto de ingenuidad, entusiasmo, miedo, respeto e inexperiencia, un cóctel donde no es precisamente la olla lo que se le ha ido sino más bien todo lo contrario, una especie de rabia contenida con la que se ha enfocado buena parte de un proyecto que requería de una constante dosis de locura desatada que al igual que Daredevil no tuviera miedo -al ridículo-, y un realizador tan arrogante como para perderle el respeto a la película... pero tan respetuoso para no hacer lo propio con la audiencia, al menos a tiempo completo y no sólo por momentos.

El espíritu que encontramos en 'Bunraku' puede ser el mismo que por ejemplo llevo a Tarantino y Rodríguez a realizar 'Abierto hasta el amanecer' o 'Grindhouse', y básicamente el mismo que podemos encontrar en casi toda la filmografía de Rodríguez, el de hacer un cine post modernista 'cool' y a la última, el de una especie de divertida travesura con forma de película que sea tan decididamente 'trash' que no quede otra que verlo con buena voluntad y esos ojos golosos que puedan elevarlo a la categoría de film de culto... si se entra en el juego, claro. Y sí, durante sus primeros y excelentes 20 minutos 'Bunraku' amenaza con ser ese arrebatador filme de culto apto para los más guays del barrio, de ser esa travesura con forma de película que ya sea mejor o peor sería aplaudida hasta con las orejas de venir firmada por un autor con nombre y apellidos aunque su calidad, como es el caso, deje un tanto que desear a largo plazo.

Después de unos primeros minutos llenos de ritmo, entusiasmo, iniciativa, recursos visuales y narrativos en los que se nos presenta la historia con humor y criterio, parece que Moshe decide dotar de algo de sentido, seriedad y sobriedad a la propuesta ralentizando una ficción a la que su muy gratuito exceso de metraje y vacua palabrería asestan un duro golpe, lo que unido a un ritmo quebrado e insolvente sirven en bandeja el decreciente interés en una historia que en su tramo central invita a sestear. Porque 'Bunraku' es más un concepto de cartón piedra que debiera servirse antes con la cámara que con palabras para ser disfrutado con una mente abiertamente juvenil, una experiencia visceral muy cercana en su concepto al Sin City de Frank Miller en el que la imagen debiera valer más que las mil palabras que cada personaje necesita para justificar una existencia que los nudillos de sus puños bastan para justificar, y sin que lo demás importe de alguna manera.

Este exceso de falsa y hueca densidad para una historia harto simple, y que se resume con el "Esto es un forastero en busca de venganza contra el malvado dueño de la ciudad", aleja a la cinta de donde encajonada en 90 minutos podría haber sido toda una apreciable orgía visual para ver sin prejuicio alguno, y aun a pesar de que incluso en sus mejores momentos se nota la mano dubitativa de un artífice poco valiente y mañoso, sea con la cámara o el guión, véase de ejemplo los poco inspirados finales para los duelos con los asesinos numerados. Los fracasados siempre alegan haber hecho lo que han podido mientras que los ganadores se van a casa y se lo montan con la reina del baile; así lo expresaba el Sean Connery de 'La Roca'. 'Y Bunraku' no se lo montará con la reina del baile, y si la carrera como realizador de Guy Moshe no va a ninguna parte lo más probable es que se perderá en el tiempo como lágrimas en la lluvia, tal y como decía el Rutger Hauer de 'Blade Runner'. Pero cabe agradecerle las intenciones aunque el resultado no se las merezca.

Nota: 4.5

Por Juan Pairet Iglesias

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