Casi un siglo después de que el cine presentara Drácula al mundo y de que el público se dejara cautivar por su hechizo, Universal Pictures, el estudio pionero del género, vuelve a despertar a una de las figuras legendarias más atractivas en una aventura de acción que anuncia el renacimiento de una era de monstruos. Luke Evans deja de ser el hombre maldito que la historia conoce como Vlad el Empalador para transformarse en una poderosa criatura de la noche en 'Drácula: La leyenda jamás contada', la verdadera historia del seductor inmortal al que tememos cuando se pone el sol... casi un siglo después tanto el mundo como el público han cambiado, la manera de hacer películas o de presentar "a los monstruos", también.

'Drácula: La leyenda jamás contada' es la primera película en la que Universal ha colaborado con Legendary, la compañía responsable de esos dos ladrillos llamados 'Pacific Rim' y 'Godzilla'. En verdad no ha participado de su producción, sino que se la ha encontrado en la post-producción... y a tiempo "para salvarla". Esa es la sensación que me produce un personaje secundario de esta cinta que extrañamente tan sólo dura 90, un personaje cuya mirada se cruza en dos ocasiones con el protagonista sin que vaya a más... pero que me sugiere, y admito que es pura especulación, que a la hora de la verdad la cinta ha sido recortada en base a la experiencia anteriormente citada: ¿Para qué malgastar dos horas...?

O tal vez no haya sido cosa de Legendary, o tal vez lo que hay es lo que siempre ha habido, y esas dos miradas no sean más que como la película, un vistazo a la nada. En cualquier caso 'Drácula: La leyenda jamás contada' dura sólo 90 minutos, una decisión importante y bondadosa para con una película que, una vez más, evidencia que la Universal de casi un siglo después, con 'El hombre lobo' o 'Van Helsing' mediante, no tiene claro qué hacer con sus "monstruos". Casi, como la Warner con la DC. Porque a ambas les ha adelantado por la derecha esa Marvel que todo lo corrompe... ojo, que todo corrompe para bien y para mal: ese virus llamado moda, la de los superhéroes, y que ha intentado convertir a Drácula en uno de los suyos.

Al César lo que es del César: 'Drácula: La leyenda jamás contada' resulta entretenida durante sus muy ajustados 90 minutos. También resulta impersonal, en uno de esos casos en los que quién la dirige no parece relevante. De hecho, salvo una mano que cae del cielo no hay nada en ella que parezca especialmente relevante. Porque sólo dura 90 minutos y no hay apenas margen del qué o dónde quejarse, tal vez, pero dentro del concepto actual del reciclado a base de efectos especiales con vocación de franquicia de multisalas, este 'Drácula' resulta aceptable como adaptación de una novela gráfica (que no existe). Y sólo dura 90 minutos. O porque sólo dura 90, casi la mitad de lo que duraba 'Transformers: La era de la extinción'.

'Drácula: La leyenda jamás contada' es la enésima producción de estudio vendida a los efectos especiales, que toma en vano el nombre de un mito y que, se hace patente, ha sido concebida en un despacho y pensando en los números sin vergüenza (ni sentido del humor). El realizador se defiende y Luke Evans hace lo que puede mientras que el resto cobran el cheque. No era el momento de heroicidades que nadie recordará, y esta "leyenda jamás contada" olvidaremos que alguna vez fue contada... hasta el siguiente intento, por supuesto, que no tardará en llegar bajo el epígrafe "como nunca lo has visto"; esto es, con otro actor. Haciendo el chiste fácil, una película sin sangre. Y al final lo he tenido que soltar...

Nota: 5,75

Por Juan Pairet Iglesias