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'Hop': ¡Vaya Conejito de Pascua!

Vía El Séptimo Arte por 15 de abril de 2011

Fred es un joven que no sabe qué hacer con su vida, y que a sus padres sumidos en un estado de total desesperación. Su pasotismo cada vez que tiene que afrontar una nueva -e infructuosa- entrevista de trabajo, ha terminado con la paciencia de sus progenitores, que se han visto obligados a echarle de casa para que espabile. En la otra punta del mundo, en la isla de Pascua, el conejo Hop también tiene problemas familiares, al renunciar a su cargo de Conejito de Pascua. El destino de ambos personajes convergerá con un desafortunado accidente de coche.

En el año 1994, Tim Allen, que por aquel entonces gozaba de una altísima popularidad (qué tiempos aquellos...) estrenó la película '¡Vaya Santa Claus!'. El argumento era tan increíble como idiota, atributos que no dejaban de ser ideales para la ocasión. Se trataba de un padre que cuya relación con su hijo menor de edad era más bien inexistente. Una situación deplorable que daba un giro de ciento ochenta grados cuando el susodicho padre se veía obligado a reemplazar al mismísimo Santa Claus, para que las mágicas festividades navideñas siguieran latiendo con fuerza en los corazones de los niños en todo el mundo.

Lo que venía a ser una memez de proporciones épicas, que no obstante tuvo una buena acogida en la taquilla. Ésta ha sido y será siempre la mejor manera de refrendar este tipo de productos. Hablamos de esa categoría de películas -sería injusto hablar de género cinematográfico- cuya principal razón de existir es la de llenar las arcas de la productora que se decida a financiarlas. Para ello, la premisa es tan sencilla como efectiva: enfocar el producto al mayor espectro posible de público. ¿Y qué mejor para la causa que arrastrar a la sala de cine a una familia entera? A eso los expertos lo llaman economía básica: a más gente, más ingresos. No falla.

Si además este principio empresarial está acompañado por una idea que facilite la afluencia de público, mucho mejor. El filme antes mencionado aprovechó el incuestionable gancho de su actor protagonista, además de la también indudable capacidad de atracción de atracción de la navidad, merced en parte a un personaje ficticio que ya no se sabe si encarna la bondad humana, o el triunfo del corporativismo en nuestra sociedad. En todo caso, la cinta no tardó nada en revelarse como uno de los títulos emblemáticos de la década dentro de lo que conocemos como ''cine familiar''. Además, si el bueno de Santa dio resultado, ¿por qué no iba a hacer lo mismo el Conejito de Pascua?

De ahí surge 'Hop', último trabajo hasta la fecha de Tim Hill, un director que ha hecho de la mezcla entre imagen real y CGI casi su razón de existir. Aunque los huevos de Pascua y las chocolatinas hábilmente escondidas no formen parte de una iconografía mundialmente tan arraigada como lo son por ejemplo los regalos bien empaquetados bajo un árbol debidamente adornado, eso no quita que las fiestas que se dan lugar precisamente en estas fechas, no tengan derecho a reclamar su sitio en el cada vez más concurrido box-office. De hecho, la película llega a nuestras después de un nada despreciable éxito de público en los Estados Unidos. Así que, primer objetivo: cumplido.

Una vez demostrada la rentabilidad del proyecto (que repetimos, de esto se trata especialmente), queda por ver si al menos se han alcanzado cotas mínimas de calidad, lo cual es fácilmente de percibir fijándose un poco en el deterioro de la salud mental de los encargados / condenados a acompañar a los mocosos a la proyección de la película en cuestión. En otras palabras, y planteada la problemática a modo de pregunta... ¿es 'Hop' otra ocasión ideal para lamentar profundamente el momento en que uno decidió con toda la buena fe del mundo tener descendencia? Afortunadamente, y contra todo mal augurio, no.

Por increíble que parezca, el guión firmado por Ken Daurio, Brian Lynch y Cinco Paul da leves respiros al público adulto a través sobre todo de unos diálogos que en ocasiones hasta se atreven a mostrarse mínimamente ingeniosos. El resto lo pone un reparto que irradia siempre dispuesto a hacer el ridículo, además de otros detalles, como un ritmo que nunca decae, y el ya contrastadísimo efecto David Hasselhoff: cuanto más casposo, más deliciosamente divertido. Para posibles y más que comprensibles quejas, mejor echarle directamente las culpas al manual del cine familiar. Sí, es todo exageradamente estúpido, y en algún momento se coquetea demasiado con la vergüenza ajena, pero el espectáculo ofrecido es tan inofensivo como entretenido, que es imposible disparar a este conejo. Además, si hay que señalar algo realmente escandaloso, eso sería la poca justicia que hace la película al físico de la musa geek Kaley Cuoco, aunque eso sí que supondría alejarse del ámbito familiar...

Nota: 5 / 10

Por Víctor Esquirol Molinas

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