Buscador

Twitter Facebook RSS

'Katmandú, un espejo en el cielo': La mala educación

Vía El Séptimo Arte por 02 de febrero de 2012

A veces, en según qué historias, es complicado encontrar el límite entre el drama y el didactismo. Esté en donde esté Icíar Bollaín lo sobrepasa -y por mucho- con su nueva película, 'Katmandú, un espejo en el cielo', una producción que bajo la apariencia de un drama incurre de lleno en una de las cosas más molestas, irritantes y ofensivas en las que puede incurrir una película: el adoctrinamiento. Porque el público, aunque sea el mismo que acude a ver voluntariamente producciones como 'Crepúsculo' o 'Torrente' -a cada cual con su conciencia-, siempre es lo suficientemente inteligente como para sacar sus propias conclusiones sin necesidad ni de que le miren por encima del hombro ni de que le señalen con el dedo. Esta obcecación por educar en vez de mostrar frustra las opciones de un relato que menos interesado y más dramático habría resultado menos molesto y más interesante. No se trata de prejuicios, si es que hay alguien que así lo sospecha. Mismamente soy un defensor de la anterior cinta de Bollan, 'También la lluvia', notable producción que aunaba con acierto e interés las dos vertientes, la política y la cinematográfica, en pos de un resultado que nos pudiera valer como una buena representante de ambas. Y uno de los motivos por los que funcionaba era por su equilibrio, porque ninguna de ellas se sobreponía a la otra conviviendo en un metraje que se podría definir, en definitiva, con el que corresponde a una producción dramática; es más, a una buena producción dramática resuelta además con la maña de a quien podemos considerar como cineasta. La directora Icíar Bollaín y el guionista Paul Laverty fueron en aquella ocasión lo suficientemente hábiles para contarnos una historia con un trasfondo... mientras que con 'Katmandú' nos cuentan un trasfondo disfrazado de historia que si bien no incurre en aquella barrabasada interesada que fue 'Hay motivo' tampoco se nos muestra a cara descubierta, y que ante la apariencia de una más que correcta producción cinematográfica intenta agitar nuestra conciencia al grito del "por qué yo te lo digo" en vez del "yo te cuento, tú me dices", además, de forma evidente, alevosa y sin un mínimo de sentido del humor.

Nos podemos imaginar, la historia ambientada en los años 90 de una maestra española -de blanca y pulcra conciencia- que se desplaza a Katmandú como voluntaria para encontrarse con una triste realidad donde más o menos cada habitante tiene que hacer frente a algún tipo de problema, particularmente una pobreza extrema, es el caldo de cultivo ideal para que afloren las escenas dramáticas, un don't stop a lo Michael Bay sustituyendo la acción por un continuo devenir de tragedias que se pelean por sobrevivir dentro de un hilo argumental más bien simple, tal vez no demasiado innovador pero no por ello carente de interés ni de emoción, y lo que es (mejor desde el punto de vista cinematográfico), esté menos inspirado en una realidad que hay quien la siente sin una pantalla de cine de por medio.

El problema no es tanto el inquietante egoísmo en el que incurre el personaje de la mega-concienciada protagonista (digamos que a su lado no se muere, sino que se le mueren... porque sea cual sea el drama vaya siempre el yo por delante), por otro lado bien interpretada -tanto en inglés como en español- por Verónica Echegui; ni una triste realidad que por más que ya estemos curtidos -desde la barrera- no debería de dejarnos indiferentes (aunque eso no trascienda más allá de la mera compasión de cara a la galería); ni la cierta predecibilidad de esta clase de relatos al que no obstante se le trata de vestir con sencillez, algo evidente en un diseño de producción pretendidamente discreto o una fotografía que huye de esteticismos a pesar de disponer de un marco idóneo, y que en cierta forma apoyan su didactismo con serena frialdad.

El problema que rodea a este 'Katmandú', el de la gran pantalla, es el desinterés en una historia ya casi desde su inicio a la que se nos incita a seguir con la cabeza y no con el corazón, a la que se atosiga con sucesos sin dar tiempo a una conexión emocional, y cuya ausencia de un arco dramático que ponga en evidencia su trasfondo narrativo descubre la intención de una lección moral y no cinematográfica, si bien como esto último la producción está a la altura de lo que cabe esperar. Esa continua sensación de que a quien se pretende educar en realidad es a la audiencia y no a los niños más desfavorecidos de Katmandú, de que en realidad la profe es Icíar Bollan y no Verónica Echegui, incomoda a lo largo y ancho de todo su metraje, y mucho, por cuanto uno intuye que todo el postulado dramático es una intencionada construcción artificiosa a la que se le impone un camino lleno de dramatismos, casi a uno por escena, en vez de fluir este de forma natural y de tal manera que parezca que asistamos al visionado de un documental de La 2 que hubiera podido ser rodado en el Zoo de cualquier ciudad española. Y eso es lo más triste, que el narrador sienta tanta necesidad de aleccionar que su mano se haga tan palpable que, precisamente, arrample con el protagonismo que le correspondería a la narración. Cuando un niño llora no hace falta que nadie nos diga que está llorando; es más, es posible que giremos la cabeza hacia la persona que nos está contando que el niño está llorando y perdamos de vista a dicho niño... 'Katmandú, un espejo en el cielo' es esa persona.

Nota: 5.5

por Juan Pairet Iglesias

< Anterior
Siguiente >

Comentarios

  • Avatar de Sullivan
    Sullivan 19 de Enero de 2012, 02:25:22 PM
    Habrá que verla
  • Avatar de Banacafalata
    Banacafalata 31 de Enero de 2012, 06:36:15 PM
    Katmandú, un espejo en el cielo


    La indiferencia ante la denuncia social

    A Iciar Bollaín parece haberle entrado el espíritu colonizador, después de irse a Bolivia de narrar una historia sobre españoles enfrascados en injusticias en países a ajenos, ahora el viaje la lleva aún más lejos, ni más ni menos que a Nepal. Es inevitable hacer referencia a la anterior película de Bollaín, porque son muchas las semejanzas que las une, pero una gran diferencia la que las separa, en aquella el centro de la historia estaba marcado en esa continua comparación con la primera colonización española de Cristóbal Colón, creando un interesante punto de vista bastante distinto al habitual gracias a la presencia del rodaje en una película, aquí la historia se ve completamente sola y acusa precisamente la falta de un punto sobre el que apoyarse, la necesidad de tener alguna historia que contar.

    La película nos cuenta la historia de una maestra catalana que se traslada a Katmandú para trabajar en una escuela nepalí, allí se da cuenta de las injusticias de un sistema educativo bastante deficiente y pondrá todo su empeño en intentar mejorar esto creando una escuela propia. El camino no será fácil, conseguir fondos para ello es algo complicado, además tendrá que verse obligada a contraer un matrimonio por conveniencia para poder seguir quedándose en la capital nepalí.


    No es de extrañar que Bollaín muestre un gran complejo loachiano a la hora de tratar de denunciar las injusticias, ésta es la segunda colaboración que tiene con su marido Paul Laverty, guionista habitual del realizador inglés, el problema es que ocurre como en algunas de las películas de Loach, que parece haber más ganas de denunciar que de contar historias, muy lejos parece ya la dura y conmovedora Te Doy mis Ojos un cine social mucho más interesante y atrayente que en el que se empieza a centrar la realizadora. La historia busca en todo momento la presencia de Laia un personaje que queda bien dibujado desde el principio y que va sufriendo una evolución cuidada y consecuente, viéndose además  fortalecido con la magistral interpretación de Veronica Echegui, pero ni siquiera eso es suficiente para que acabemos cogiendo bastante tirria a esta niña llorona que acaba resultando bastante insoportable. Además, aunque la idea sea buena, se falla totalmente al insertar unos flashbacks que parecen totalmente inconexos con la idea central.

    El otro gran problema con el que se encuentra Katmandú más allá de lo repelente que resulta su protagonista, es la ambición de querer tocar demasiados palos, temas que van desde el aborto a la corrupción política, y esa forma de querer serlo todo hace que la película empiece a tropezar y a atropellarse continuamente. A consecuencia de esto también vamos observando cómo los secundarios se van abandonando por completo hasta hacerles parecer poco más que pegotes sin nada interesante que contar, puestos para hacer una necesaria compañía a la historia principal, con ello se pierden por completo algunos que podrían acabar siendo bastante interesantes como es el caso del marido o de la otra profesora.

    Bollaín si que acierta bastante dándole a la película un interesante tono documental, pero falla en otras muchas cosas, ni siquiera consigue del todo el tono de cercanía y realidad que si tenía También la Lluvia por abusar de una sensiblería que acaba resultando bastante abrumadora. Posiblemente si la película se hubiese centrado en su objetivo principal, narrar la lucha de esa profesora por levantar una escuela en Nepal, y hubiese dejado de lado la impetuosa necesidad de denunciar todas las injusticias del mundo actual, estaríamos hablando de una película radicalmente distinta, la película podría haber servido para ser un cuidado retrato de la sociedad nepalí y sobre todo cumplir el primordial objetivo de implicar al espectador en una historia que lo necesitaba como el beber agua. Así no, así lo único que queda de Katmandú cuando se ha terminado de verla es el recuerdo de una protagonista bastante repelente e incluso cierta confusión ante todo lo que te han querido contar y lo que es peor la más absoluta indiferencia.
  • Avatar de ~&#931;DU~
    ~ΣDU~ 06 de Agosto de 2012, 12:35:12 AM
    Lo siento por Icíar Bollaín porque respeto mucho su cine, pero la decisión de encargar doblar esta película se le fue de las manos. Hacía años que no veía un doblaje tan denigrante. No sólo porque Verónica Echegui doble como el culo su propia voz cuando no habla en inglés, sino porque el resto de personajes están fatal calzados y parecen voces de sobremesa de Antena 3. Bien la podría haber rodado entera en inglés y aquí no pasaría nada.

    (Wancho, Rep: ¿la vistéis doblada al castellano en los pases de prensa?)

    Salvando ese hecho, que tira para atrás a uno inicialmente, me he topado con una película insulsa aunque dramática en su fondo debido a la cultura arraigada que se auto-imponen los propios nepalíes; y -sobre todo- por la injusticia social que supone vivir en el culo del mundo con medios básicos para subsistir. Verónica hace un gran papel, quizá lo más destacable, pero ya digo que a la película (pseudo documental) le falta una chispa para convencer del todo. A l@s perroflautas les encantará.
  • Avatar de Wanchope
    Wanchope 06 de Agosto de 2012, 07:12:51 AM
    Cita de: ~ΣDU~ en 06 de Agosto de 2012, 12:35:12 AM
    (Wancho, Rep: ¿la vistéis doblada al castellano en los pases de prensa?)

    Supongo que en VO, como (casi) siempre, aunque no me acuerdo. Pero si el doblaje es tan nefasto como dices y en la crítica no se menciona, estoy seguro de que así fue pues sería raro no haberlo aprovechado para dar aún más cera... que ganas de dársela había.
  • Avatar de ~&#931;DU~
    ~ΣDU~ 08 de Agosto de 2012, 04:45:30 AM
    Cita de: Wanchope en 06 de Agosto de 2012, 07:12:51 AM
    Cita de: ~ΣDU~ en 06 de Agosto de 2012, 12:35:12 AM
    (Wancho, Rep: ¿la vistéis doblada al castellano en los pases de prensa?)

    Supongo que en VO, como (casi) siempre, aunque no me acuerdo. Pero si el doblaje es tan nefasto como dices y en la crítica no se menciona, estoy seguro de que así fue pues sería raro no haberlo aprovechado para dar aún más cera... que ganas de dársela había.

    Supongo que en VO entonces. Esto de ver a veces pelis españolas es una lotería jaja. Gracias ;)