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'Scott Pilgrim contra el mundo' - Un film de culto instantáneo

Vía El Séptimo Arte por 11 de noviembre de 2010
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No hacen falta más de cinco minutos de película para saber que 'Scott Pilgrim contra el mundo' se convertirá en un film de culto, si es que no lo es ya. No tengo ni la más mínima duda. Y creo que además esto es algo que la define perfectamente, sin que hubiese la necesidad de añadir mucho más al respecto. De partida es un film que será recordado, de una manera u otra, y al que volveremos no pocas veces. Principalmente, porque es un film que se mantiene fiel a sí mismo, es plenamente respetuoso con su apuesta y totalmente dependiente de su razón de ser. Tanto para bien como para mal, una producción cuanto menos peculiar y distinta que será incomprendida por muchos e ignorada por la mayoría, pero amada de forma ferviente e incondicional por un más bien reducido grupo de irreductibles que antepondrán sus pros ante cualquier contra que se le pueda achacar, que tampoco son pocas por mucho que sean fácilmente excusables.

Puede ser amada u odiada, se admite. Ni lo uno ni lo otro carecen de fundamento ni la convierten en un film mejor o peor. Tan sólo, en un film diferente y, sobre todo, con mucha personalidad, inconfundible en muchos aspectos, por más que viva del continuo reciclaje de ideas provenientes de otras formas de expresión, y cuyo propósito, conviene matizar no obstante, se encuentra muy focalizado en un público muy concreto: El mismo que versado en la materia sabrá captar y disfrutar mucho mejor de la infinidad de detalles y referencias que podemos encontrar en esta "broma" en forma de película, y que no se perderán en lo que bien puede ser considerado por los profanos como una aparente tontería sin sentido ni vergüenza alguna. Depende del gusto pero, particularmente, de la educación de cada cual. No es a donde vamos, sino cómo vamos.

Aunque tremendamente disfrutable, 'Scott Pilgrim contra el mundo' no es un film perfecto ni mucho menos. Ni falta que le hace. Precisamente en gran parte ahí radica su encanto, en una alegre imperfección sin complejos que se refugia en una entusiasta y anárquica narrativa fascinante. Una locura alegórica sin límites, repleta de guiños y bromas a la hora de representar un mundo paralelo a través de la imaginación de un adolescente criado a rebufo de la tele, los cómics y los videojuegos. Se hace evidente que la cinta es la mezcla resultante de un desbordante intento por fusionar todo en uno. Una amalgama referencial servida con mucho buen rollo, voluntad y un ritmo endiablado, quizá fallido por cuanto no acaba de rematar sus buenas intenciones y redondear un conjunto demasiado inconsistente e irregular, pero acertado por cuanto de su falta de prejuicios emana una empatía difícil de resistir, y que nos obliga casi lo menos que a disfrutarla por simple inercia, pues quien diga que nunca se ha imaginado una "realidad alternativa" o desafiando las "violables" leyes de la física miente, algo en lo que la cinta reincide continuamente con absurda y disparatada honestidad.

Desconozco exactamente cuánto y en qué medida hay en la mezcla final por parte de Bryan Lee O'Malley, su autor sobre el papel, o de Edgar Wright, su director sobre la pantalla. Pero se me antoja uno de esos casos en los que el material original, de cara a su traslación a la gran pantalla, no podía haber caído en unas manos más adecuadas para hacer justicia con el ideario conceptual de la propuesta. De lo poco que he podido corroborar por encima dado mi escaso conocimiento del fundamento impreso, parece que, al igual que Rodríguez hizo con 'Sin City' o Snyder con '300', Wright parece haber dotado de vida a las viñetas de O'Malley con enfermiza devoción, ofreciéndoles tan sólo su extensión natural dentro de las tres dimensiones. Si no en todo, sí en gran medida, resultando así una producción verdaderamente fiel a su espíritu, coherente y ordenada dentro de un aparente caos visual y narrativo. Además, su manejo del montaje y su realización resultan ciertamente espectaculares, mención especial para la agilidad con la que están resueltas no ya muchas escenas sino secuencias enteras, como no menos atractivo y estimulante resulta su apuesta sonora y musical. Y todo ello sin olvidarnos de un reparto coral muy bien escogido y ajustado a las necesidades de la adaptación, y que cumple perfectamente con la tarea de cada cual.

Cabe agradecer apuestas tan desenfadadas, insólitas, frescas e inclasificables, tanto a nivel argumental como visual. Que se aparten de lo convencional para recorrer de forma valiente y atrevida otras vías de expresión algo menos trilladas dentro del celuloide. Gustarán más o menos, pero no cabe duda que siempre son producciones necesarias y dignas de mención. Además, 'Scott Pilgrim contra el mundo' confirma el valor en alza de Wright tras las notables 'Shaun of the dead' y 'Arma fatal', como uno de los directores más interesantes del panorama actual, capaz de conjugar varios géneros como si tal cosa y hacer verdaderos juegos malabares tanto con la imagen como con el sonido de forma inmaculada. Pero una apuesta tan visceral y entusiasta es difícil que mantenga el tipo durante los 110 minutos de metraje, y su gusto por el exceso pasa factura en forma de un resultado irregular salpicado de constantes altibajos que, finalmente, culminan con un clímax al que el espectador, quizá, llega un tanto cansado ya. No obstante no deja de ser un film de culto, o bien lo será en unos minutos, y como todo film de culto que se precie si fuera perfecto perdería gran parte de su interés. Es lo que tiene, y es lo que hay.

Nota: 7.7

por Juan Pairet Iglesias

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