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'Avatar: El camino del agua' - La Sinfonía n.º 9 de James Cameron

Vía El Séptimo Arte por 16 de diciembre de 2022
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Al grano: ¿Merece la pena volver a visitar Pandora? Si. ¿Es 'Avatar: El sentido del agua' una buena película? Ummmm, no del todo. ¿Sus efectos especiales son buenos? La duda ofende. ¿Es mejor que su antecesora? Si, y a la vez no. ¿Va a ser un éxito? Debería. ¿Hay que verla en el cine? Tom Cruise lo hará.

En la práctica, la primera secuela de 'Avatar' es como 'El retorno del Jedi': Lo que realmente mola de ella son el primer y el tercer acto, siendo justo en medio donde encontramos casi todas sus carencias y problemas; casualmente, o no, donde se concentran los mayores esfuerzos dramáticos y el constante espectáculo audiovisual que es la película, relativamente, queda relegado a un segundo plano. Como al final lo acaban quedando también tanto la historia como sus personajes, tanto lo uno como los otros a merced de lo que verdaderamente interesa: La acción (ecológica).

Y 'Avatar: El sentido del agua' cumple, más que de sobra, como una experiencia y recuerdo cinematográficos que llevarse de la sala del cine a la tumba. Una experiencia edificada sobre una película imperfecta, incluso tosca y algo torpe a nivel narrativo y a la hora de trazar unas líneas argumentales que, al igual que en 2009, no brillan por su originalidad o sutileza. Es probablemente lo peor de toda la función: Algo más de tres horas de vida y la sensación es que en realidad se nos ha contado poco. Y que lo que se nos ha contado a su vez, ha importado más bien poco. En ambos sentidos.

O sea, sí, vale... pero como que me da un poco igual: Tú dame acción, y yo te daré mi bendición. A pesar de su tramo central resulte algo moroso y pesado; que la mayoría de los personajes queden desdibujados; de que su aparente obviedad choque de morros con una duración de tres horas (y pico) durante las que además parece que quedan muchas cosas sin explicar; que algunos planos puedan parecer una cinemática de un videojuego por culpa de sus 48 fotogramas por segundo; o de que las bastas inquietudes naturalistas de James Cameron entorpezcan su fluidez...

... lo cierto es que 'Avatar: El sentido del agua', mola.

También el tramo central de 'El retorno del Jedi' es... en fin, lo que es, aún más tras ese principio tan logrado y emocionante. Y si embargo uno sale de verla eufórico por ese clímax igual de antológico. Pues, en esencia, algo así. Cameron sabe como ofrecer un espectáculo de primera categoría casi sin querer, claro y expeditivo, con una superioridad operativa y técnica que bordea lo insultante. Es... puro instinto y músculo fílmico. Algo que tanto se echa de menos en la mayoría de los blockbusters: Esa especie de autenticidad que al menos durante tres horas (y pico) se siente... auténtica.

Excesiva, pero con alma propia. Y a pesar de sus problemas, embriagadora y vibrante. La emoción y la magia del cine a través de los ojos de un chaval que no se plantea, ni tiene por qué la lógica interna de lo que sucede. Se deja llevar, sin más, y a disfrutar de lo que es evidente no es un producto vulgar, corriente o prefabricado. Se apoya en muchos elementos que lo son, sí, pero lo que en otras manos sería ruido, en manos de un cineasta como James Cameron se transforma en algo parecido a la Sinfonía n.º 9 de Ludwig van Beethoven. En algo que se siente, vive y disfruta como si lo fuera.


Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex

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