Aunque no tenga nada que ver, supongo que no seré el único que se acuerda del Joker de Heath Ledger cada vez que piensa en 'Smile'. El icónico "Why so serious?" que parece el origen de "la cosa" que dota de sentido y fundamento a esta película de terror, descrita de manera fácil, cómoda y sencilla como un cruce entre 'The Ring' e 'It Follows' con un poco del 'Fallen' de Denzel Washington. Es más, podría pasar por ser una nueva versión del citado filme de Hideo Nakata.

Eso sí, con una sonrisa en lugar de una cinta de VHS.

El desarrollo de 'Smile' se ajusta a lo estándar dentro del género, tan socorrido y oportuno como a la vez práctico y efectivo. Incluso por qué no, convincente: Lo que siempre ha funcionado sigue funcionando como el primer día cuando está bien argumentado y mejor arropado. Es en realidad la base de todo arte vendido al mejor postor como el cine, la repetición. 'Smile' va a lo que va de la misma manera que nosotros, como espectadores, vamos a lo que vamos. Tal para cuál.

Además de interés, intenciones y buenas maneras, el debutante Parker Finn demuestra cariño por 'Smile', una honesta y juguetona película de terror que se toma su tiempo para darle a cada "susto" su debida gracia. Bastante parecido a lo que hizo Gore Verbinski en 2002 con un estupendo remake que al igual que ocurre con 'Smile', se eleva por encima del producto de consumo rápido que nunca deja de ser con orgullo, amor propio y por descontado, una buena sonrisa.

Este indispensable elemento diferencial, establecido instantáneamente como un nuevo icono del cine de terror a partir de algo tan común, es la rubrica de su inquieto disfrute y la prueba de la sencilla pero incuestionable eficacia de 'Smile', origen de una futura franquicia -al tiempo- que al menos en su primera entrega, establece esa extraña simpatía con el espectador que nos impulsa a salir de la sala, efectivamente, con una sonrisa de complicidad y satisfacción.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex