Corre el año de 1912. Adèle Blanc-SEC, una intrépida y joven reportera asumirá todos los retos para lograr sus objetivos, incluyendo el de navegar por Egipto para investigar momias de todos los tipos y tamaños. Mientras tanto en París, es... ¡la estación del pánico! Misteriosamente ha nacido un pterodáctilo de un huevo de más de 136 millones años de edad que se encontraba en un estante en el Museo de historia natural, y desde el cielo el ave somete a la ciudad a un reinado de terror.

Pero nada impresiona demasiado a Adèle Blanc-SEC, cuyas aventuras esconden muchas más sorpresas extraordinarias...

A veces todo parece tan sencillo como nos lo presenta Luc Besson en 'Adele y el misterio de la momia', un proyecto sin embargo difícil de ensamblar resuelto con solvencia por el experimentado cineasta francés, quien, de esta manera, parece recuperar el pulso del buen cine comercial tras su fallida trilogía sobre Arthur y los Minimoys. ¿Quiénes dices? Pues eso... corramos un tupido velo.

Besson recupera el pulso del buen cine comercial con esta resuelta propuesta inspirada en la obra de Jacques Tardi que en España conocemos como 'Las extraordinarias aventuras de Adéle Blanc-Sec'. Una ágil y dicharachera mezcla de géneros, elementos y referencias que luce bastante bien en pantalla grande, y que a pesar de quedarse a mitad de camino de todo resulta de lo más efectiva.

Una aventuresca, disparatada, simpática y convincente comedia de enredos enmarcada con oficio, sin grandes ambiciones ni alardes y bañada en constantes y dispares toques de humor de todo tipo (y edad). Ideal para pasar un buen rato relajado y distraído de la mano de una carismática y sexy Louise Bourgoin que, por descontado, se luce y reluce como el alma de la película (y de la fiesta).

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex