No hay duda que es una película brava y valiente, tanto que roza lo temerario y kamikaze. Algo verdaderamente loable. Pero también que es una película muy irregular, carente de sutileza y con una evidente sobrecarga de ingredientes que la hacen, no tan a la postre cargante.

La 'Balada triste de trompeta' de Álex de la Iglesia es a todas luces una película excesiva, desbocada y descocada. Una película con mucha rabia y furia desatendidas que le pega a todo: Al humor, al terror, al drama o a la acción (con no poca violencia), y en numerosas ocasiones, sin una clara introducción, nudo o desenlace. A cascoporro. Y casi siempre a lo bestia, a lo loco, sin miramientos, sin cortarse ni un pelo. 

Algo que despista, y que también descoloca. Incluso al propio De la Iglesia, quien quiere abarcar tanto que se acaba perdiendo un poco en ese mensaje, obvio y grandilocuente del enfrentamiento entre las dos Españas, subrayado hasta la extenuación. Hasta que al final le acaba quedando una suerte de camarote de los hermanos Marx donde las cosas, simplemente, se van acumulando. Por acoso y derribo. Porque sí.

Una película que es evidente está hecha con rabia, a base de impulsos que tiene algún que otro tramo bueno, potente e intenso, y que de hecho empieza de manera inmejorable... para terminar decayendo, después de dar demasiados tumbos, de aquí para allá, en una tramo final redundante y dilatado en exceso que precedido de tantos picos, termina haciendo de la película algo pesado y cansino. Incluso irritante, molesto, estéril.

No hay duda que es una película brava y valiente, tanto que roza lo temerario y kamikaze. Algo verdaderamente loable. Pero también una película víctima de sus propios excesos, y de una rabia que la sumen a la postre en la desesperación de un hartazgo estéril e improductivo.

Una película interesante pero fallida, valiente pero irregular que se pierde en sus intenciones y caprichos, derivando en un batiburrillo tal vez un tanto perturbado y enajenado... pero al que también, cuanto menos, se le agradece ofrecer algo distinto a lo habitual. Mis respetos.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex