Cuando el villano es la estrella.

'Dangerous Animals' es de ese tipo de películas que terminan definidas por su villano, un Jai Courtney que es evidente que ha disfrutado con el que es uno de sus mejores papeles. O al menos uno de los que más recordaremos. Es lo bueno que interpretar a un villano: No tiene por qué regirse por las convenciones sociales y morales, sino que se puede permitir el lujo de desafiarlas.

Lo que no hace, o no termina de hacer la propia 'Dangerous Animals' como película. Por algo es del tipo de película que termina definida por su villano. Porque su villano se encuentra al menos un peldaño por encima de ella. De hecho, se puede decir que 'Dangerous Animals' acaba engullida por su villano de igual modo que las víctimas de este son engullidas por tiburones.

Algo parecido a lo que sucedía con otro villano aussie, Mick Taylor y el primer 'Wolf Creek', siendo que 'Dangerous Animals' tiene mucho en común con aquella: Películas sencillas y efectivas, dinámicas y competentes que van a lo que van de forma tan aplicada sin, tal vez, reparar en lo que podrían tener entre manos... como bien supo ver Greg McLean de cara a 'Wolf Creek 2'.

Que el villano es la estrella. Y lo que marca la diferencia.

La que no termina de marcar el personaje de Tucker a pesar del desempeño de Jai Courtney. Porque si bien puede que no tenga por qué regirse por las convenciones sociales y morales, la película, mayormente, sí lo hace. Lo que reduce el alcance y el impacto de una muy resultona y respetable película de género que sin embargo no trasciende de sus buenas intenciones.

Y de un horrible CGI que arruina su clímax, no ya sólo por la pobre calidad del efecto... sino también por lo que en teoría puede suponer: Que Tucker pueda no sentarse a comer en la misma mesa que Mick Taylor. Y sería una pena. 

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex

 

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