La cuarta película de Darren Aronofsky, y la siguiente a la valiente y ambiciosa 'La fuente de la vida' es poco más que correcta, está llena de lugares comunes y su única baza es el lucimiento de su protagonista. Básicamente.

Una película demasiado larga para la historia que cuenta y demasiado mecánica para empatizar. Sí, su retrato del mundillo de la lucha libre es interesante, eficaz; sin duda lo mejor y más vibrante. Pero en cuanto se centra en la vida del hombre y no en la del luchador, todo se vuelve anodino y pesado, tan poco emocionante como previsible; tan poco brillante como harto manipulador.

Más o menos... lo habitual. 'El luchador (The Wrestler)' no deja de ser una película de manual, respetuosa con el medio pero sin el ánimo de arriesgar y/o exponerse, competente pero poco inspirada y cuyo envoltorio, formalmente muy digno, luce más que su contenido, con un espléndido Mickey Rourke que aporta "verdad" a un guión y realización correctos y de poca personalidad.

No es una mala película, tan cierto como que tiene sus momentos o al citado Mickey Rourke. Pero en su conjunto, no más que un filme condenadamente correcto y sin garra, realizado con profesionalidad pero carente de alma o algún elemento fresco, diferencial y/o desestabilizador que aporte al mundo y al cine algo que no sea una gran actuación principal, principio y fin último de todo.

Y es que la cuarta película de Aronofsky, y la siguiente a la valiente y ambiciosa 'La fuente de la vida' es poco más que correcta, está llena de lugares comunes y su única baza es el lucimiento de su protagonista. En resumen.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex