'Exodus: Dioses y reyes': Tripas y prepucios
Si te lo cuento tal y como me lo han contado a mí... no me vas a creer. Imposible. ¿Por qué? Pues porque tanto tú como yo somos seres racionales cuyas creencias vienen determinadas, principalmente, por aquello que nos transmiten los sentidos, así como por los conocimientos adquiridos mediante procesos lógicos. Porque si te digo que mañana va a llover es porque previamente he llevado a cabo un estudio concienzudo de los patrones según los cuales se mueven variables medibles, tales como la temperatura, la humedad o la presión atmosférica. Por esto mismo. Me temo que si vengo ahora y afirmo que las probabilidades de lluvia son altamente elevadas porque así me lo han contado las entrañas del ganso al que acabo de destripar, creo sinceramente que lo mejor que podrías hacer, aparte de darme un par de buenos puñetazos, sería encerrarme en un manicomio. Sin rencores, que tengo las manos manchadas con la sangre del pobre animal. Me lo merezco.
Eso sí, si esto fuera el Antiguo Egipto, otro pato cantaría. Pues estaríamos tanto tú como yo amorrados a los intestinos del pajarraco, no sólo por el parte meteorológico, sino también por cualquier preocupación que en aquel momento rondara nuestra cabeza. Amor, dinero, trabajo... y por supuesto, las más altas cuestiones de Estado. Tiempos diferentes; tiempos más bárbaros, aunque no mucho más de los que corren ahora mismo. Tiempos en los que tiene lugar uno de los más populares relatos del Antiguo Testamento. El Éxodo es, básicamente, el largo, tortuoso y sufridísimo (por todo el mundo) camino de regreso al hogar del pueblo hebreo. De sobra conocidos son los episodios de la zarza ardiente, o el de las diez plagas, no sólo por su impacto conceptual, sino también dotan de sentido (si es que realmente lo tiene) a la historia. La pregunta que debemos plantearnos a continuación (pues no lo olvidemos, somos seres racionales) es si hay un nexo de unión entre estos highlights que den un mínimo de credibilidad (risas) al cuento. Pues bien... Si te lo cuento tal y como lo he leído, seguramente creas que lo de la institución psiquiátrica no vaya a ser suficiente para retener a una mente tan rematadamente enferma como la mía. Eh, a mí que me registren, que en el libro venía exactamente así: ''Y sucedió que [en el camino hacia Egipto, a Moisés] le salió al encuentro Yahveh en el lugar donde pasaba la noche y quiso darle muerte. Tomó entonces Seforá un cuchillo de pedernal y, cortando el prepucio de su hijo, tocó los pies de Moisés, diciendo: "Tú eres para mí esposo de sangre." Y Yahveh le soltó; ella había dicho: "esposo de sangre", por la circuncisión.'' Textualmente. Palabra de Dios, nuestro Señor. Pero afortunadamente (o no), estamos en el siglo XXI, y -se supone que- el fervor religioso ha dejado de ser excusa suficiente para justificar la dedicación de nuestro valiosísimo tiempo y/o esfuerzo mental... Y salto temporal hacia atrás, hasta llegar, de nuevo, a la era de los faraones. Ahí, Moisés frunce el ceño y poco después dibuja una leve sonrisa socarrona. Está presenciando un espectáculo de lo más -ridículamente- deplorable: por increíble que parezca, las maniobras militares del esplendoroso y orgulloso imperio al cual pertenece las está decidiendo una sacerdotisa especializada en (correcto) leer las tripas desparramadas de los gansos. A pesar de que en su carrera abunden los títulos apriorísticamente concebidos para el consumo del gran público, no menos cierto es que dicha circunstancia no ha impedido que Ridley Scott aproveche sus trabajos (sea cual fuere su naturaleza o destino) para reflexionar, con más o menos profundidad / acierto, sobre los temas que más le preocupan, siendo la mayoría de ellos de una trascendencia y complejidad que, en principio, no casan con el status clásico del blockbuster. 'Exodus: Dioses y reyes', a pesar de que huela a fracaso (no hay más que ver la poca convicción con la que sus responsables nos han vendido el producto), es una película que lo tiene todo para dejar huella en la taquilla.por Víctor Esquirol Molinas