Donde dije... vuelvo a decir (más o menos).

La ópera prima de Manuela Moreno, lejos de ser un proyecto que atesore algún tipo de valor o fundamento moral, es un producto tan genuinamente dce encargo como una falsificación de los chinos. 'Cómo sobrevivir a una despedida' está resuelta con la misma funcionalidad y el poco brillo de 'El club de los incompredidos', por citar un modelo que aunque sensiblemente peor comparte unas similares expectativas vitales. De las que "van de graciosas" en vez de "ser graciosas", bastante estúpida a la hora de hacerle sentir a uno estúpido y corta de un ingenio que nunca funciona, ni de la manera en la que pretende ni de casualidad para un efecto rebote a lo 'Mirabilis'.

Sirva de ejemplo el cómo dilapida uno de esos cameos con los que tanta carrera a hecho José Luis Torrente, muesta evidente de cómo ir a perderse... y perderse de la manera más literal posible. La cinta, de clara vocación adolescente, es incapaz de sobrevivir a sus múltiples referentes y ofrecer algo que suene mínimamente fresco en una reiteración de unos patrones que, tal cual se muestran en pantalla, resultan trasnochados y poco inspirados, sin que su vocación de reverso femenino (que no feminista) adquiera un auténtico significado. Aunque al menos, y el que no se conforma es porque no se casa, no cae en la vergüenza ajena de la desesperación post-traumática...

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex