'The Responder' - La inercia
Se podría decir, y de hecho lo diré: 'The Responder' se podría considerar "otra" serie británica sobre policías. "Otra" entre comillas, las mismas que bien podrían acompañar a la gran mayoría de series. Porque casi todas, lo dicho, la gran mayoría, son "otra" serie respecto a alguna "otra".
'The Responder' gira en torno a un agente de policía de Liverpool que noche tras noche se enfrenta a la delincuencia, la violencia, las adicciones y a sí mismo, en uno de esos trabajos que nadie quiere pero que alguien tiene que hacer cuya rutina pone a prueba la vida, la salud, la honradez y la honestidad de cada uno. Una vida difícil que por supuesto se le complicará, aún más, a lo largo de los cinco episodios en los que dura esta serie.
Esta "otra" serie británica sobre policías, para variar, esta otra "estupenda" serie británica... en esta ocasión, sobre policías. Más concretamente, sobre el policía que interpreta un Martin Freeman decidido a romper la imagen por otro lado equivocada que tengo de él: Si en el caso de Stephen Graham siempre pienso en 'Snatch. Cerdos y diamantes', en el caso de Freeman siempre pienso en 'Guía del autoestopista galáctico'. La inercia.
La inercia que de buenas a primeras te lleva a decir que 'The Responder' es "otra", no sin razón pero con la misma inexactitud que supone valorar a Graham y a Freeman por sus primeros trabajos. Ambos tienen en común que son grandes actores y que además son capaces de hacer que lo mismo, o de lo siempre parezca distinto o diferente. De transformar a un agente de policía en una persona llamada -en este caso- Chris Carson.
De encontrar la humanidad que se esconde detrás de cada personaje, o en su defecto, de dotarle de personalidad. De rara vez no estar en su sitio y con ello, rara vez no situar a la serie y/o película en cuestión en su sitio, como es el caso de 'The Responder', una serie que bajo la apariencia de no ser muy distinta a otras producciones de corte similar, se desenvuelve como si lo fuera. Con carácter, aplomo y muchísima determinación.
Con la habitual solidez hegemónica británica que dota a esta y a otras tantas series de una verosimilitud tangible y cercana. Tan sólida y tan segura de sí misma, y con un protagonista entregado a una causa que le permite sacar lo mejor de sí mismo, 'The Responder' no deja de ser tan satisfactoria como cualquier "otra" buena serie de policías a los que la placa les intimida más que a los delincuentes con los que les confunden.
Un tenso e intenso thriller dramático que es posible que no destaque especialmente dentro de una ronda de identificación junto a otros sospechosos habituales, si bien se erige, por méritos propios, en una apuesta más que segura para quien guste de este tipo de enérgicas e intimidantes ficciones que, aun siendo en apariencia más de lo mismo, nos permiten redescubrir una y otra vez lo que se esconde bajo esa (falsa) apariencia.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
Sigue manteniendo intactas la mayoría de las virtudes de la primera temporada. El binomio formado por Martin Freeman y Adelayo Adedayo sigue estando ahí pero en esta ocasión narrando sus vivencias casi en paralelo mostrando a una Rachel que ya puede volar sola casi siempre. Compañerismo que en su primera temporada sufrió lo suyo por la interpretación de cada uno de lo que significa el lema "Servir y proteger". De la aplicación idealista e inflexible de las reglas por parte de Rachel a la flexible adaptación de estas según las circunstancias por parte de un Chris en continuo conflicto consigo mismo precisamente por eso.
También en su primera temporada se narró la comprensión y evolución que sufrió Rachel ante las circunstancias de su compañero. Compañero con infinidad de defectos muchos de cuestionable legalidad o directamente punibles pero siempre leal y, aún con todo, siempre intentando hacer lo correcto aunque con dudosos resultados.
Pero volviendo a Rachel, su visión idealista se vio empañada tanto por su relación de pareja como por su relación laboral con su compañero.
En cuanto a su relación de pareja, nunca antes había visto reflejada su situación con tanta verosimilitud llegando a sentir auténtico terror y agobio ante determinadas actitudes de su pareja que nos mantendrán a años luz de nuestra zona de confort.
Y en cuanto a su relación laboral, Rachel sufrirá también ante las cuestionables acciones de su compañero dudando siempre entre la denuncia o el mutismo cómplice. Una situación que poco a poco irá cambiando la percepción que Rachel tiene sobre sus propias ideas cuando en alguna situación límite sólo su compañero sepa cómo ayudarla. Esto será determinante en su transformación y, lo mejor de todo, para la nuestra también.
Y llegamos al turno de Chris. Personaje complicado que también nos mantendrá en vilo en su continua lucha interior que da claras muestras de un idealismo original que hoy parece una mera sombra de lo que alguna vez fue. Gran parte de culpa de esa evolución hacia las sombras la tiene un horario nocturno que no beneficia a Chris, pero sí a la ambientación, donde el lobo se siente en su elemento y en el mejor momento del día para perpetrar sus fechorías con los que Chris tendrá que lidiar y donde la placa pierde gran parte de su significado. En definitiva, un personaje en perpetua búsqueda de la redención a la que parece no tener derecho y con el que cualquiera podría llegar a sentirse identificado llegado el caso.
Una temporada, esta segunda, que mantiene gran parte de su esencia y que sabe recompensar con un final que no deja cabos sueltos y a la que no me importaría dieran una continuidad porque alguna idea todavía se le puede sacar pero que así, como está, cierra un círculo casi perfecto en su imperfección.
Un 8.