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Una de Polanski y otra de Madonna

Vía Festival de Venecia por 02 de septiembre de 2011
Si ayer nos despedíamos de la ciudad de los canales hablando del buen augurio que podía suponer el nuevo filme de George Clooney de cara a la última pugna por el León de Oro, hoy abrimos el resumen de la segunda jornada de la sexagésima octava Mostra siguiendo con las buenas sensaciones. No en vano anunciamos que el cartel de este año, siguiendo con la tónica de la anterior edición bien podría ser el más potente de toda la temporada festivalera.

Eso sí, por desgracia en el día de hoy Venecia ha entonado aquello de "una de cal y otra de arena". ¿Que cuál es la buena y cuál es la mala? A saber... pero lo que la humanidad no ha logrado descifrar, sí lo ha hecho el cine, que a estas alturas sabe perfectamente lo que es bueno y lo que es malo. Sabe perfectamente qué debe aplaudirse, y qué debe abuchearse. Hablamos obviamente de Roman Polanski, y de Madonna.

Primero, y de buena mañana, aparece -metafóricamente- aquel director que para unos merece ser encarcelado, y para otros merece un altar en el Olimpo del séptimo arte. Buscado desde hace años por la justicia internacional por unos asuntos que ahora no vienen al caso, el director de origen polaco limita cada vez más sus apariciones en público, lo cual afortunadamente no le impide seguir rodando películas, para mayor gusto de los paladares más exigentes. Ya en plena crisis con los tribunales consiguió conquistar Berlín con 'El escritor', y ahora se ha propuesto hacer lo propio con Venecia.

El as escondido en la manga para esta ocasión lleva por título 'Un dios salvaje', y está basado en la obra de teatro de Yasmina Reza, en la que dos matrimonios se dan cita en una casa para tratar un conflicto surgido de una lucha entre los hijos de cada pareja. Lo que empieza siendo un encuentro distendido y cordial termina por desatar una tormenta de proporciones colosales.

A caballo entre el drama y la comedia más ácida, Polanski es lo suficientemente listo para no lastrar los prodigiosos de un poker de actores de lujo y en estado de gracia. Kate Winslet, Christoph Waltz, Jodie Foster y John C. Reilly divierten y cautivan al respetable dando vida a un texto ágil que deja al descubierto las miserias -estúpidas- humanas. Y mientras, Polanski, ese antaño enfant terrible convertido ahora en uno de los más geniales artesanos cinematográficos, demuestra que, si le dejan en paz, no pondrá ningún reparo en seguir engrandeciendo su leyenda... y tal vez su palmarés.

Otra leyenda es sin duda Madonna, pero no del celuloide, sino de la música, donde debería haberse quedado, según la amplia mayoría de los asistentes a la proyección de 'W.E.', su segunda película como directora. De narración algo confusa y pretenciosa, la eterna reina del pop ha dividido la opinión con un filme que transita entre dos épocas aparentemente paralelas, y que se empeña en hablar de unos temas que en todo momento le van demasiado grandes. No hay sitio para la contención o para la moderación... vistas los primeros comentarios, o se la ama o se la odia, sin término medio. Sí, es Madonna ¿Hay alguien sorprendido?

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