'7 días en Entebbe' - Menahem del hogar
'7 días en Entebbe' está basada en hechos reales; concretamente, en el secuestro de un avión procedente de Tel Aviv que tuvo lugar el 27 de junio de 1976 y cuyo desenlace, si sienten la tentación, pueden consultar en Wikipedia. Pero la película también habla de la actualidad, y aquí es donde hay que ir con cuidado por tratarse de temas potencialmente sensibles, potencialmente incómodos, potencialmente interpretables de manera... más o menos interesada. O no.
Inmiscuirse en el conflicto entre Palestina e Israel, atreverse a mostrar terroristas (occidentales) como personas humanas... recordemos, aquí y ahora, lo políticamente correcto que se ha vuelto una sociedad capaz de indignarse por su propia sombra, sepa o no que se trata de su propia sombra (o que lo fue ayer, o que lo será mañana). Al igual que en las dos estupendas entregas de 'Tropa de élite' José Padilha imprime realismo y (sensación de) veracidad a la narración.
Otra cosa ya es tensión, otra cosa ya es incertidumbre, otra cosa ya es profundidad. Aunque en cualquier caso resulte siempre más interesante que 'Operación Relámpago', la versión oportunista (y por supuesto partidista) que el inefable Menahem Golan perpetró en 1977. Y es que a diferencia del Greengrass de 'United 93', filme a reivindicar cualquier día del año, Padilha no puede dejar atrás la rebaba política de todo el entuerto en la que acaba enmarañado.
Potencialmente sensibles, potencialmente incómodos, potencialmente interpretables de manera... más o menos interesada, más o menos superficial, por aquello de no querer herir ninguna sensibilidad en particular al mismo tiempo que, al fin y al cabo, se vende una entrada de cine. En '7 días en Entebbe' se remite a esa misma humanidad que se respiraba en 'United 93', especialmente durante su último tercio, pero esta no acaba de hacer acto de presencia.
Y es que '7 días en Entebbe' cae en el error de convertirse, debido a esa neutralidad presuntuosa occidental, en una recreación antes que en una dramatización. En una crónica antes que en un relato. La acción se muestra pero Padilha no logra armar con ella un discurso, una emoción, o una historia que aporte mayor dimensión que las 400 palabras de un artículo de Wikipedia, se pongan como se pongan los siempre solventes Rosamund Pike, Daniel Brühl y Eddie Marsan.
Padilha apunta, pero no dispara. Ahí lo dejo. Una retrato casi documental al que le falta vida, rabia y mala leche y le sobran su acento (demasiado) occidental, su progresismo (de bote) y alguno que otro cliché. Aunque Padilha (y los protagonistas) sabe hacer de '7 días en Entebbe' algo dinámico, dicho movimiento es más una inercia que una verdadera vocación. Más un frío y plano déjà vu para todos los públicos que un golpe directo a la boca del estómago.
por Aina Riu & Juan Pairet
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