Como un pulpo en un garaje.

Lo cierto es que no se me ocurre mejor analogia con Shyamalan y esta película que la del "como un pulpo en un garaje". Se aprecia un a la postre vago intento por proponer algo que marque diferencias e imprimirle cierta personalidad de autor a un blockbuster, y hay elementos en su diseño de producción, banda sonora, efectos especiales o puesta en escena que son estimulantes. Pero también se aprecia una notoria desgana y desapego por el resultado final.

La narración es incomprensible y deliberadamente anticlimática, marcada por la obsesión por romper de forma constante un ritmo de por sí inconsistente y un montaje que a la mínima que puede pone la zancadilla. Una película que además adolece de un argumento esquemático plasmado sin embargo de forma confusa y caótica, así como también de un reparto tan limitado como poco inspirada lo está una dirección de actores plana, plana, muy plana.

Lo que es la propia película, un frustrante blockbuster con ínfulas y carrocería de bólido atrapado en medio de un atasco y que rara vez llega a meter segunda.

Es, para entendernos, como si Shyamalan estuviera peleado con 'Airbender, el último guerrero'. Como si su rodaje hubiera sido un duelo entre el cineasta y la película, en un tira y afloja con el que ambos han salido perdiendo. El resultado, una obra elegante pero errada, harto intermitente e inconsistente que no acaba siendo ni una cosa ni cualquier otra, fruto de lo que más que un encargo se siente un castigo sobrevenido con una indolente apatía suicida y vandálica.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex