'Coco' es una película de Pixar. Eso está claro. Que esté al nivel habitual de la compañía... ya no tanto, aunque no sea necesariamente porque no lo esté. "Yo soy yo y mi circunstancia", que dijo un tal José Ortega y Gasset en algún momento de su vida. Aplicándolo al mundo del cine y las películas, voy a usarlo como base para esta otra frase: "El impacto de una película puede estar condicionado por el impacto de otras películas".

De hecho una película, salvo la trilogía original de 'La guerra de las galaxias' de George Lucas, es siempre la misma película. Lo que cambia es lo que hay a su alrededor, su circunstancia. Pasa el tiempo, los años, vemos mundo, hacemos deporte, crecemos, ampliamos cultura, nos acusan de cosas y de un punto a esta parte, no somos los mismos sin dejar de serlo. 'Coco' es una buena película, y está hecha con un evidente mimo, se nota.

Ahora bien, es una película de Pixar. Y trae consigo una mochila que quieras que no, le afecta, al menos, de cara a los que tenemos edad para tener memoria. ¿De qué manera? Poniendo en duda que, en apariencia, sea tan buena película como lo es en realidad, ya queramos usar o no la baza de añadir la coletilla "de animación". El nombre, la fama y la experiencia, muy presentes en el ideario colectivo, como una carga.

'Coco' es una película de Pixar también en lo malo, en prácticamente lo único malo: Una fórmula emocional tan rotunda como a la vez, por mero abuso, ya esperable. Como cuando el mejor equipo de la categoría le mete el sexto gol al peor: La emoción por saber qué pasará simplemente, desaparece. Y eso es algo que desluce, por cuanto la incertidumbre de un resultado se transforma, o aparenta hacerlo, en poco más que un trámite.

Sigue siendo Pixar, con todo lo que ello conlleva. Sigue siendo una notable obra, más que reivindicable si la comparamos con el grueso de la competencia. Pero que al igual que su indudable calidad técnica, eso ya es algo que ni sorprende ni mucho menos, nos pilla de imprevisto. Su solidez rivaliza con un legado imborrable, maravilloso, inquebrantable y grabado a fuego durante años que pone el listón muy alto a ambos lados de la pantalla.

Y en cuanto a 'Coco', en cuanto a la historia que rellena esta excepcional pieza de orfebrería digital, no hace sino dejar al descubierto el molde empleado. De poner en evidencia esa malicia premeditada del narrador que aunque sigue funcionado muy bien, la lagrimita que no falte, carece de esa apariencia natural y espontanea que se requiere para pillar a alguien con la guardia bajada. O la emoción convertida en un buen y bonito trámite.

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex