'El extranjero' - El hombre tranquilo
Argel, 1938. El señor Meursault es un francés argelino indiferente a la realidad que le rodea por resultarle absurda e inabordable, por lo cual se constituye en un "extranjero" dentro de lo que debería ser su propio entorno. Meursault jamás se manifestará contra su ajusticiamiento, ni mostrará sentimiento alguno de injusticia, arrepentimiento o lástima. De hecho, prácticamente no mostrará sentimiento alguno...
La pasividad y el escepticismo frente a todo y a todos recorre el comportamiento del protagonista: Un sentido apático de la existencia o la muerte... "Carece de importancia", asegura el propio Meursault sobre cualquier cosa. La viva imagen de la indiferencia existencialista que también recorre el propio filme de François Ozon, filmado en un pulcro y bello blanco y negro que remite con gusto a esos mismos años 30.
Quizá, con demasiado buen gusto. Y es que 'El extranjero' se siente una obra demasiado preciosista. Es indudable su poderío estético, el cuál remite a ese cine clásico suspendido en el tiempo por el que por más que pasen los años, no parecen pasar los años. Un ejercicio de estilo muy convincente en lo evidente pero demasiado contenido, frío, distante, apático y en particular amodorrado en lo narrativo y dramático.
Tal vez, porque la película se contagia del talante de su protagonista: Un alma en pena de buena vida que simplemente se deja llevar. Un poco, como también lo hace Ozon con la novela de Albert Camus que adapta: De una manera un tanto peregrina, en una película un tanto remolona que se toma con demasiada calma la propia calma de un personaje que para entendernos, es como si no fuera a ninguna parte.
De hecho, no lo hace. Porque "carece de importancia", tanto esto como aquello. Un retrato de la indiferencia existencialista que contagia al propio filme, sumido en un deambular que a la postre, parafraseando al propio señor Meursault, "carece de importancia". Un deambular virtuoso en lo ornamental, pero un tanto pesado en lo dramático o espiritual, por cuanto, lo dicho, todo acaba dando un tanto "me da igual".

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex


