'Escuadrón suicida' - Me puede el corazón

Este 'Escuadrón suicida' se va a quedar a vivir en mi cabeza. Puede que no en el corazón, pero si en la cabeza, donde al igual que a los 'Cuatro Fantásticos' de Josh Trank no dejo de darle vueltas en cuanto tengo oportunidad; en especial a su último tercio, en dónde se hacen más patentes sus problemas como película y la presión ejercida sobre la producción por parte de los auténticos villanos de esta o cualquier película de Hollywood: Los ejecutivos de un gran estudio.
Que se trata un título fallido es tan evidente, como que su paso por la sala de montaje no le ha sentado precisamente bien. Al mismo tiempo, hay según que decisiones que la perjudican seriamente; por ejemplo, la poca consistencia de su villano, la personalidad dubitativa de algún personaje o el desigual reparto de protagonismo. Y sobre todo el montaje, malmetiendo de forma constante, incluso por encima de una selección musical que "huele" a misión de rescate.
Sin embargo, como concepto, este 'Escuadrón suicida' me pone y mucho; de hecho, estoy virtualmente enamorado de ella. No tanto por lo que ha terminado siendo, como por las posibilidades que ofrece como juguete roto a reconstruir en nuestras cabezas. Que sea una suerte de batiburrillo mal perfilado permite especular, de forma harto estimulante, con lo que podría ofrecer sólo con una parada en boxes. Sin necesidad de recurrir a un socorrido rodaje adicional.
Como estar enamorado de la chunga a la que sabes no puedes cambiar y no te va a traer más que problemas. Y aún así insistes, porque te puede el corazón. Porque da algo de pena fallar un gol cantado bajo palos, siendo que después de su notable campaña de promoción es innegable que supone una decepción; pero al mismo tiempo, cuenta con una fuerte personalidad y una aguerrida sensibilidad que la eleva por encima de los habituales blockbusters de estudio, cobardes e impersonales, que aún menos favor hacen a cualquier sociedad.
El Joker de Jared Leto viene a resumir lo que es este 'Escuadrón suicida'. Una reinterpretación singular que no habíamos visto antes, y que sobre todo no recuerda a las versiones previas de Jack Nicholson y Heath Ledger, cada uno de ellos ajustándose a las necesidades y el caracter de cada una de sus respectivas películas. Todas ellas muy diferentes entre sí, con ganas de aportar algo distinto, ya estén más o menos logradas... ya estén mejor o peor montadas.
Porque la versión extendida, con unos 13 minutos de metraje adicional, refuerza la certeza de que el principal problema de este 'Escuadrón suicida' está en su montaje. El enemigo en casa. Los añadidos pueden pasar de primeras un tanto desapercibidos al ser en su mayoría diálogos... pero su aporte acaba siendo sustancial. O incluso esencial, dado que dotan a la película de algo más de equilibrio y consistencia, haciéndola parecer mucho más... una película.
También, haciéndola más fluida, orgánica y consecuente con sus propias decisiones artísticas y/o narrativas. Hasta el punto de que la sensación de estar montada apresuradamente de la versión estrenada en cines desaparece en gran parte con esta versión extendida, de tan sólo 13 minutos más que no se sabe muy bien por qué se quedaron fuera. No es que sea otra película, pero sí transmite una sensación sensiblemente distinta: La de estar mucho más cerca, en cuerpo y alma, de ser la película que quería y pretendía ser de mayor.
La que no termina de ser, con o sin esos 13 minutos. Una película fallida que sigue necesitando, pidiendo a gritos una revisión más profunda de un montaje inestable que no pone en auténtico valor su aplomo y personalidad. Aunque tampoco le hubiera venido nada mal un último repaso a su guión, ser más sutil y a la vez más cabrona, o no depender tanto de una gran estrella como Will Smith ante la que se siente obligada a hacer numerosas concesiones...
... cuando a la hora de la verdad es Margot Robbie la que por méritos propios tira del carro de este 'Escuadrón suicida', una agridulce y estimulante película rota que va de más a menos, con todo tipo de problemas -de tono o de montaje- y marcada por cuestionables decisiones artísticas y sobre todo burocráticas que sin embargo se hace querer. Puede que, precisamente, por todas estas heridas de guerra que provocan que no sea tanto lo que ha terminado siendo, como lo que podría haber sido; porque así puede ser lo que cada uno quiera.
Porque ya se sabe, no hay película por buena que sea que pueda competir con la imaginación (y los sueños húmedos) de... ¿un adulto?
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex

Y el mismo David Ayer lo corrobora: