'Smoke' - Llamaradas

"... he tenido una sensación similar a la de estar leyendo un libro".
Una sensación que se repite de manera aún más acusada en 'Smoke', la nueva serie de Apple creada por Dennis Lehane, también responsable de 'Encerrado con el diablo'. Si hace tres años no tenía claro "hasta qué punto es una impresión sugestionada por saber de antemano" la condición de novelista de Lehane, autor de los originales de, entre otros, 'Mystic River' y 'Shutter Island', ahora no tengo dudas: es una certeza derivada de la naturaleza intrínseca de la serie.
Una serie, que no miniserie, construida como una novela que se permite el lujo de descomponerse, dar no pocas puntadas sin hilo y aflojar continuamente la presión sobre una trama que ni se mueve a golpe de efecto, ni está sustentada en la continuidad de los giros. Hay de ambos, por supuesto, pero su tratamiento no es tan efectista como, por ejemplo, en 'Los sin nombre'. Porque Lehane pretende desarrollar una historia y unos personajes. Y dejar algo de poso.
Para ello es necesario que la serie respire, se tome su tiempo para coger cuerpo y dotar de fundamento a su postulado. Un postulado que, al igual que en las novelas, tiene tanto que ver con el fondo como con las formas. Y que como también ocurre en las novelas, no siente la imperiosa necesidad ni de agarrar el toro por los cuernos, ni de acosar al espectador. Como el que no se deja llevar por el pánico ante una emergencia y reacciona con moderado sentido común.
Moderado, pues aún así Lehane no puede evitar caer en según qué tentaciones, como un fin de fiesta en el noveno episodio un tanto descabellado. Al fin y al cabo, es una serie y no una novela. Una con mucho estilo, cabe señalar, marcada, al igual que la mencionada 'Encerrado con el diablo', por el constante fluir de detalles, diálogos y escenas que apuntalan su intención de erigirse en una ficción para degustar. Una ficción firme, sólida, regia. De muy buena presencia.
Y que engancha; en gran medida, precisamente, por lo dicho, porque ni se deja llevar por la histeria del momento, ni tampoco se abandona a los giros. Ni siquiera se deja arrastrar por su propia premisa, a la que dota de una flexibilidad que aporta un alto grado de incertidumbre. Estimulante y voluble incertidumbr; la de no tener muy claro hacia dónde quiere ir y cómo quiere llegar; la misma que nos suele transmitir una novela cuando nos dejamos abrazar por su retórica.
'Smoke' es esa inmersión literaria en la que uno se deja llevar, hasta casi sentirse esclavo de las formas que adopta la prosa. Del mismo modo que uno se deja llevar por Taron Egerton y Jurnee Smollett, hasta casi sentirse esclavo de unos personajes que, tal vez, al igual que la propia serie, a veces están muy apegados a la liturgia de la prosa que les da forma. Algo que, de nuevo, también sucedía en una 'Encerrado con el diablo' de la que Lehane ha aprendido.
Porque 'Smoke' se siente más libre y auténtica que aquella, también más que otras series como la reciente 'Vicios ocultos' que a pesar de sus evidentes bondades no pueden disimular su condición de ficción televisiva. Justo lo que sí logra 'Smoke', una estupenda serie que a pesar de algunos defectos a la postre sin importancia, engancha como lo hace un buen libro: incitándonos a no quitarle los ojos de encima hasta la última palabra de la última página.
Aunque eso no le haga ser ni mucho menos, perfecta.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex