La última pelicula de Kelly Reichardt dura poco más de 100 minutos que parecen, y sobre todo se sienten en el alma como si fueran más de dos largas horas... Lo que nunca es una buena señal.

La última pelicula de Kelly Reichardt dura poco más de 100 minutos... pero podría haber durado poco más de 60, que no hubiera pasado nada. Porque puesta sobre plano, es una película tan sencilla que acaba quedando definida -de forma acertada aunque también un poco injusta- por una palabra: Peñazo. Pero porque "coñazo" suena demasiado despectivo.

Una película demasiado sencilla y minimalista que deriva en un "peñazo" harto dilatado en el que no parece pasar gran cosa; peor, no parece tener mayor fundamento que ser un ejercicio de estilo tan estilizado y convincente como relativamente vacío y gratuito. A la película, estancada, le falta sustancia que ayude a justificar un ritmo tan laxo y contemplativo.

Josh O'Connor deambula sin más, de maestro del crimen amateur a fugitivo igual de amateur con su habitual cara de compungido, sin que nada parezca importar o ser relevante. Hasta que la asepsia reinante llega a su fin, sin más, sin haber levantado la voz ni haber hecho ningún ruido de una manera tan anticlimática como intrascendente que roza el troleo.

Sí, has leído bien. Pienso palabras que jamás pronunciaría...

Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex