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'Tres kilómetros al fin del mundo' - Un lugar tranquilo

Vía El Séptimo Arte por 01 de febrero de 2025
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Hay una cosa que admiro mucho de películas como la que propone el rumano Emanuel Parvu, y es su manera de construir el suspense de una manera natural y cotidiana, incluso aparentemente rutinaria con toda la calma del mundo. Como si no pasase nada especial y fuera un día más como otro cualquiera, en un modélico ejemplo de cómo desarrollar, con rigor, la que parece una historia de intriga mundana y terrenal durante la que el tiempo, a través del empleo panorámico de planos fijos y largos, parece detenerse.

"La que parece una historia de intriga" con la que Parvu envuelve a la auténtica: Un alegato contra la homofobia y el conservadurismo religioso profundamente arraigado. Sin moralismos ni subrayados innecesarios, dejando que la historia fluya a su ritmo y se despliegue de manera orgánica para poder valerse por sí misma. Esto es, Parvu, en la práctica, se limita a hacer lo que se supone hace un cineasta: Contar una historia... y al igual que hacían en 'Origen', hacerle creer al espectador que la reacción (a priori lógica) es cosa suya. 

La falta de diálogo, de comprensión y de amor conducen al fin del mundo en palabras del propio Parvu. De ahí los 'Tres kilómetros al fin del mundo' del título de este filme que a unos tres kilómetros del fin de una familia desarrolla una historia sobre la intransigencia; en especial, hacia aquellos que son diferentes a través de los sentimientos contradictorios y en conflicto alrededor de aquello que no puedes o no quieres entender, el riesgo de regirse por etiquetas o el cómodo inmovilismo de la parálisis social.


Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex

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