'Yakarta' - El Dorado
                
                'Yakarta' podría pasar por ser un spin-off de 'Celeste'. El estilo, el tono, la intención, el espíritu, el alma, el plano de existencia de ambas series vienen a ser los mismos. Ambas, de hecho, parten de la misma premisa: Querer hablar de gente que jamás serían los héroes de una historia. Gente gris y corriente, tirando a aburrida. Perdedores, en cuanto en tanto no se trata de triunfadores.
No por casualidad el creador de 'Yakarta' es Diego San José, el también creador de 'Celeste'. Dos series que comparten un mismo universo, el nuestro, y una vocación que va más allá de la risa o la comedia. Es más, aunque al igual que 'Celeste' nos pueda hacer algo de gracia, 'Yakarta' no es, ni es una comedia. Tampoco es exactamente un drama serio. Pero no es, ni es una comedia.
Aunque igual nos pueda tener su gracia, 'Yakarta' se hace aún más fuerte que 'Celeste' en su componente dramático. Al final y al cabo el mundo del bádminton no suscita las mismas emociones que el de Hacienda. De hecho, no suscita prácticamente ninguna... porque 'Yakarta' no es una comedia, pero tampoco un drama deportivo. El bádminton viene a ser un MacGuffin.
Un MacGuffin para que aflore el personaje de Javier Cámara, el alma -por llamarlo de alguna manera- de la fiesta. Una fiesta gris y triste por polideportivos desconchados y hostales de mala muerte de ciudades de provincia; por una España agresivamente real y nada bucólica por los que su Joserra se pasea con esperanzada cara de franca agonía, rumbo a su particular El Dorado.
Aunque 'Yakarta' tampoco es un acercamiento costumbrista, paródico o naturalista a esa España querida de provincias. Ni una comedia, ni un drama deportivo durante el que, de hecho, a su joven e irrascible coprotagonista nunca se la ve jugar al bádminton. Porque... ¿a quién le importa el bádminton? Es lo bueno,y también lo malo de la serie: Que a nadie le importa el bádminton.
Al igual que 'Celeste', 'Yakarta' es una serie con estilo, tono y ritmo propios que desarrolla con templada, calculada y rígida solidez. Una serie bien escrita y dirigida, interpretada de una manera solemne pero mordaz, distante pero cálida, y con una vocación humanista que ratifica que al final, todos somos personas a las que nos mueve lo mismo: Hacer algo con nuestras vidas.
Vidas discretas y sobrias, e incluso a menudo rancias de las que es posible que nunca nadie haga una serie. 'Yakarta' es, un poco, eso. Con o sin el bádminton de por medio. El tratamiento reposado, paciente y sereno de una existencia empaquetada como si fuera una ficción. No es una comedia, no es una drama; tampoco es la realidad... aunque esté tan apegada a ella como si lo fuera.
Es lo bueno y lo malo de 'Yakarta': Que a nadie le importa el bádminton. Lo que condiciona una serie casi tan buena como 'Celeste'. Hacienda decide el duelo. Le da ese "punto extra" que le falta a 'Yakarta': El de sentirse algo más natural y auténtica. Y es que 'Yakarta' acaba siendo tan compacta, equilibrada, firme y redonda como serie, que uno termina convencido que sólo es una ficción.
Como el bádminton.

Por Juan Pairet Iglesias
 
@Wanchopex

    


