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Entrevista a Thomas Lilti, guionista y director de 'Mentes brillantes'

Vía Adso Films por 05 de abril de 2019
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Este viernes 5 de abril llega a los cines españoles 'Mentes brillantes', el nuevo filme escrito y dirigido por el francés Thomas Lilti, el cuarto largometraje del responsable tanto de 'Hipócrates' (2014) como de 'Un doctor en la campiña' (2016).

La película sigue tanto a Antoine, quien se está preparando para las pruebas de acceso a Medicina por tercera vez, como a Benjamin, para quién será su primer intento. En un mundo tan competitivo y caracterizado por las noches de estudio intenso en lugar de las fiestas universitarias, los dos amigos tendrán que encontrar un término medio entre la ciega desesperación del presente y la esperanza de un brillante futuro.

A continuación, una interesante entrevista realizada a su creador, quién hasta 2016 había estado compaginando su carrera en el mundo de la medicina con su carrera en el cine y la televisión francesa. A pesar de haber dirigido varios cortometrajes o un primer largometraje en 2007, 'Les yeux bandés', y de haber actuado de asesor y guionista en varias producciones, no es hasta el éxito de 'Hipócrates' que no apuesta decididamente por su carrera como cineasta.

Desde entonces, además de haber escrito y dirigido dos filmes -'Un doctor en la campiña' y 'Mentes brillantes'-, también se ha hecho cargo del desarrollo y producción de 'Hipócrates', serie de televisión inspirada en su propio filme de 2014 que ha respaldado Canal+.


Después de 'Hipócrates' (2014) y 'Un doctor en la campiña' (2016), en 'Mentes brillantes' cuentas de nuevo una historia relacionada con el mundo de la medicina. ¿Cómo nació esta nueva película?

El nacimiento de una película es siempre un viaje muy especial. Durante mucho tiempo quise hacer una película sobre la universidad, sobre la energía de los estudiantes trabajando. Tenía en mente una visión muy cinematográfica de lo que esta película podía resultar. Se llamaría "Panthéon-Sorbonne". Estábamos lejos de la medicina. Pero la idea de Mentes Brillantes realmente tomó forma durante la gira de promoción de 'Un doctor en la campiña'. Me preguntaban constantemente mi opinión sobre los motivos por los que faltan médicos en las zonas rurales. Así que, en el transcurso de este recorrido, llegué a la siguiente conclusión: Tal vez el problema no sean los jóvenes médicos, sino el sistema que los forma. Allí, de repente, sentí que algo se desbloqueaba. Porque los estudios de medicina yo los viví, sé lo que funciona y lo que no. Tuve la intuición de que lo que yo experimenté como estudiante podía ser el síntoma de un problema mucho mayor.


Entonces, ¿las pruebas de acceso a medicina son más bien un pretexto para hablar sobre el sistema educativo?

A diferencia de mis dos películas anteriores, 'Mentes Brillantes' no es directamente una película sobre la práctica de la medicina. Lo que me interesa aquí son los jóvenes y cómo el sistema no hace nada para ayudarlos ni para ponerlos en valor. Quería contar la violencia y el reto de estos grandes exámenes que determinan toda una vida. Yo viví ese demente primer año de medicina donde tu vida se centra exclusivamente en estudiar algo que finalmente será evaluado en pocas horas. Aquí la medicina no es un pretexto, sino un "contexto", una puerta de entrada que debería permitir a la audiencia comprender rápidamente el propósito de los personajes. Una forma de hablar de esta "hipercompetencia" que nuestra época nos obliga a vivir. Estamos saliendo de la escuela secundaria y el sistema educativo ya nos pone a competir, nos clasifica, nos opone. ¿En qué momento hemos aceptado esto como normal? ¿Este sistema funciona realmente? A través de esta película, quería hacer una declaración y plantear estos problemas.


Inicialmente la película tiene una estructura de novela de aprendizaje muy clásica. Seguimos a Benjamin, un estudiante que descubre el universo de la escuela de medicina a través del consejo del repetidor de curso Antoine; pero muy rápidamente eliges revertir los roles...

Este es el centro de la película. Mostrar la desigualdad en el corazón del sistema educativo. Benjamin tiene "los códigos". Además, un personaje se lo indica en un momento dado. Aunque sea nuevo, se funde rápidamente en el molde, es absorbido por el sistema y entiende las cosas que Antoine aún no ha integrado en dos años. No es que Benjamin sea más inteligente, no. Simplemente comprende el sistema. La ironía es que él realmente no sabe por qué va a las pruebas de medicina, mientras que Antoine está dispuesto a sacrificarlo todo por ello. ¿Quién será mejor médico? ¿El que sabe cómo memorizar y trabajar hasta el punto de agotamiento engullendo automáticamente las nociones? ¿O el más laborioso, para quién la medicina es una pasión? Al tomar esta estructura clásica de novela de aprendizaje y luego invertirla, uno comprende lo absurdo del sistema. Y más aún, su injusticia. Cuando a los 18 años tu vida entera depende de una clasificación dentro de una lista, algo va mal.


La brecha entre Benjamin y Antoine también se filma desde el punto de vista de la diferencia social. Benjamin puede pagar un apartamento en París, mientras que Antoine vive más alejado, en los suburbios...

Cuidado, no es una cuestión de dinero. La violencia social es en su punto de partida cultural. Cuando vives en un entorno que tiene "los códigos", necesariamente se te transmiten. Un padre médico, una madre universitaria, Benjamin vive en un entorno procedente del sistema educativo. Inconscientemente, él ya tiene las herramientas para tener éxito en este sistema. Yo vengo de este tipo de familia a la que llamamos "intelectual", donde la idea de pasar horas en un escritorio leyendo y tomando notas es la norma. Creo que no tiene nada que ver con la burguesía o la lucha de clases. Esa es más bien la consecuencia. La herencia cultural valorada por el sistema termina por producir una jerarquía social. Pero no quería que simplemente se dijera: "De acuerdo, es el rico contra el pobre". Sería demasiado fácil, demasiado reductivo. No, la oposición entre Benjamin y Antoine es de herencia cultural que, de hecho, resulta más profunda, y encima casi más injusta. Aunque Benjamin es menos apasionado que Antoine, el primero siempre será valorado por el sistema de estudios porque se le ha enseñado a "aprender". Es absurdo. Especialmente con respecto a la medicina. No hay nada más concreto que ser médico. Estamos frente a la gente. ¿Pero a quién favoreceremos? ¿A Benjamin, hastiado, que sabe cómo aprender libros de memoria o Antoine, apasionado e igualmente inteligente pero que no encaja en los requisitos de una competición? Presumiblemente, el sistema ha ganado... Estamos hablando de medicina pero sucede en todas partes. No avanza. Si no estás en el lado correcto, si no tienes estas "facilidades" innatas o adquiridas para jugar de forma natural al juego "teórico" de los exámenes, entonces tendrás que esforzarte el doble que los demás. Los estudios ya no están para enseñar, sino para valorar unas habilidades ya aprendidas.


Entonces, en lugar de una película de aprendizaje, ¿es una película política?

Asumo que es las dos al mismo tiempo. ¡Incluso me gusta! Tengo la impresión de que todas mis películas son políticas. En el sentido de que observo a la gente a mi alrededor. Ellos son los que me dan ganas de escribir. Por eso, cuando uno parte de la realidad para escribir, reaparece la cuestión política. Cada uno debe elegir su campo. La política es una forma de hablar del mundo, igual que el cine. Así que hago películas políticas contando historias sobre nuestra época. Sin embargo, este nunca es el punto de partida. 'Mentes brillantes' no es una película de tesis. No utilizo los personajes para enviar un mensaje. Doy libertad al espectador para interpretar la película como desee. Por ejemplo, también es una película sobre la amistad. O incluso una película sobre la juventud y ese momento en que uno se convierte en adulto. Todos estos temas interactúan con este cuestionamiento político y mi visión de un sistema que no funciona. Me atrae la idea que el protagonista encuentre al final una forma de sabotear este orden establecido. Su viaje personal se convierte casi en un viaje político.


La película transcurre como un largo período de revisiones de exámenes. ¿Cómo separaste las secuencias? ¿Te basaste en tus recuerdos personales?

Al principio sí, eran mis vivencias. Pero no podíamos permitirnos contar esta historia en base a mis recuerdos de hace más de veinte años. Así que volví a la universidad, la misma donde hice las pruebas entonces. Y me di cuenta de hasta qué punto los estudios de medicina estaban al borde de la implosión. No tenía un buen recuerdo de mi primer año pero lo que descubrí fue realmente peor. Al igual que en muchos otros sectores, además de la dificultad de la competencia y la presión, actualmente los estudiantes deben luchar hasta para entrar en las clases. Hay demasiados estudiantes, no hay suficientes aulas y no hay suficientes maestros. Es una verdadera "carnicería pedagógica". Se ha convertido en aún más difícil que en mi época. Así que puse mis recuerdos en un cajón y fui a encontrarme con los que acababan de aprobar las pruebas, los que habían fracasado y los que todavía esperaban. Es un trabajo informativo, casi periodístico, para comprender el estado del medio que quería explicar. Todas estas personas que conocí están en la película. Es importante que salgan en pantalla. La película es realmente una mezcla de mi experiencia y esos encuentros.


¿Es pues tu película más íntima?

Sí. Esta es la primera película que escribo solo. Lógicamente, he puesto algo muy íntimo en ella. Más que en 'Hipócrates', creo. Estas pruebas fueron una etapa importante de mi vida. A pesar de su dureza, paradójicamente me llevaron a reafirmarme. Era la primera vez que luchaba por algo. Quería demostrar que podía hacerlo. Sin esta prueba nunca hubiera tenido la fuerza para atreverme mucho más tarde a hacer cine. Cuando uno aprueba "medicina" da una confianza enorme. Al mismo tiempo, como Benjamin en la película, no sabía realmente por qué estaba allí. Estudié medicina como dando un "paso a un lado". Sentí que estaba fuera de lugar y que era un mero observador. De hecho, lo desconocía pero ya estaba haciendo películas en mi cabeza que rodaría más tarde. Fue rodando 'Mentes brillantes' en esa facultad que me di cuenta de todo esto. Por otro lado, realmente no es una película autobiográfica. Desafortunadamente para mí, nunca conocí a alguien como Antoine en el primer año. Estaba muy solo ese año, muy apartado. Tal vez evoco algo a través del cine. Estoy reescribiendo otra versión de mi vida. Benjamin sería una mejor versión de mí mismo: El que inmediatamente tiene el coraje de hacer lo que realmente quiere.


En el corazón de tus películas, siempre ha habido dúos antagónicos que terminan por reconciliarse. En cambio, en 'Mentes brillantes', Benjamin y Antoine se hacen amigos muy rápidamente...

También es una película sobre la amistad. Era importante mostrar que, en medio de esta adversidad, se podía crear algo hermoso. El corazón de la película es, en el fondo, la relación entre Benjamin y Antoine. El maestro y el alumno. Excepto que las cosas evolucionan. Y no necesariamente en el sentido en que esperamos. Hacía falta que en la pantalla su complicidad fuera obvia e inmediata. Se apoyan, se respaldan, viven juntos algo fuerte. Pero la competencia lo destruye todo. Necesitamos entender por qué Antoine se quiebra y por qué la presión de este sistema lo obliga, en alguna parte, a estropearlo todo. Hay en los dúos, y especialmente en la amistad, algo de novelesco. Somos inseparables, pero siempre terminamos por separarnos. ¿Por qué? ¿Cómo es que todo se arruina? Al escribir este era mi motor. El dúo tenía que ser capaz de superar eso. No forma parte de mi forma de ser verlo todo negro. En general la reconciliación me interesa más que la disputa. Es tanto una película sobre la amistad como la cooperación. Una especie de antídoto para este mundo hipercompetitivo en el que nos hacen vivir. Quizás algunos vean la decisión final de Benjamin como algo absurdo o completamente irrealista. Es un gesto de amistad, uno verdadero y a la vez, una decisión muy personal. El tema de la película, y de hecho de todo mi cine, se basa en los momentos de complicidad y de compañerismo, pero también de tensión entre este dúo. Es una mezcla de realismo y de romanticismo.


En cuanto a la puesta en escena, la película alterna momentos cercanos al documental (las escenas de los exámenes, los cursos) con escenas muy rítmicas de revisiones y debates...

Quería una película que fuera tanto natural como verdadera y al mismo tiempo llena de tensiones. Como una cuenta atrás permanente. Tenía muchas ganas de filmar en las localizaciones reales. Las aulas a rebosar, la biblioteca, el centro de examen de Villepinte... En un momento me dijeron: "No es posible rodar en Villepinte" y entonces dije, "¡Sin Villepinte no hago la película!". Era esencial que se transmitiera lo que es vivir un examen en este inmenso espacio vacío y frío, la tensión, la multitud a tu alrededor, el leve ruido de bolígrafos que resuena por todas partes... Hay cine en este momento. Obviamente, no pudimos filmar el verdadero examen, pero logramos hacer algunos planos generales, algunos efectos de la muchedumbre. Sin embargo, para los planos más cerrados tuvimos que organizar "nuestro propio examen". Ya sea en términos de guion o de puesta en escena, mi cine es realmente una mezcla de documental y ficción. Necesito la mezcla entre realidad y cine para escribir, pero también para filmar. Cuando trato de mezclar ambos, hago algo que realmente me interesa y me guía.


¿Cómo se filman los personajes que solo escuchan en clase, leen y recitan libros?

Ese era un poco el reto. Me lo tomé como una película deportiva. ¡'Mentes brillantes' es mi 'Rocky'! Se suele decir que una prueba de este tipo es como un maratón. Pero, de hecho, ¡es un sprint! En menos de 6 meses se debe aprender todo y estar listo para cruzar la línea de meta siendo de los primeros. Hay algo de físico al respecto. Para mí, cada examen es una pelea. Traté de encontrar el ritmo y la profunda empatía que tanto amo en las películas de boxeo. Estamos constantemente con los personajes. El ritmo de la película sigue el ritmo de su vida. Mi objetivo era hacer una película visceral sobre los estudios. Quería que la puesta en escena transmitiera lo que es tener un objetivo y darlo todo hasta el último extremo para poder alcanzarlo. Hay algo muy romántico y muy cinematográfico en eso. Puede que me haya atrevido a hacer más cosas y me haya tomado más libertades en la puesta en escena gracias a esto. Sabía que tenía que ir más allá del tema y contar esta historia a través de la energía. El montaje fue muy importante. Encontrar el buen ritmo, el equilibrio adecuado entre las escenas de multitud, las escenas de dúo y las escenas íntimas. En el montaje, buscamos involucrar al espectador en las acciones diarias de los personajes en la mayor medida posible. Esto pasa mucho por el ritmo, y el encadenamiento rápido en el tiempo. El año pasa frenéticamente ante nuestros ojos como una carrera en medio de las vacaciones. Hay muchas elipsis para mostrar cómo todo esto es muy duro, a la vez que fugaz. La idea era que el espectador estuviera lo más cerca posible de la tensión de los personajes cuando llega el examen final. Hizo falta encontrar en el montaje la buena dinámica.


Esta dinámica también proviene del tándem William Lebghil/Vincent Lacoste...

Hay una conexión muy fuerte entre Vincent y William, una complicidad natural en su amistad que me ayudó mucho. William tiene tendencia natural a escuchar. Lo que me interesa es que, como Vincent tiene una naturalidad para rozar constantemente la comedia, con él siempre podemos jugar con los matices. El dúo Benjamin/Antoine cambia constantemente. Pasamos de la familiarización a la admiración, de la complicidad al resentimiento, los celos, el echar de menos... Necesitaba actores de comedia con los que pudiera matizar las situaciones. Realmente me alegré mucho al reencontrarme con Vincent después de 'Hipócrates' y, especialmente, de proponerle un papel muy diferente. Sabía que Vincent tenía esa solemnidad, esa intensidad que es la fuerza del personaje de Antoine. Esta pareja era perfecta para mí.


¿Cómo construiste el mundo alrededor de este dúo?

A su alrededor gravitan personajes menos presentes que cuentan una vida cotidiana: Los profesores, los estudiantes, el departamento administrativo de la universidad... Todas esas caras que aparecen varias veces en la película eventualmente terminan por volverse familiares para el espectador. En pequeñas dosis también vemos a sus familias. Era importante que comprendiésemos de dónde vienen. Por ejemplo, el hermano mayor de Benjamin y su mejor amigo, ambos exitosos estudiantes, encarnan una versión positiva del sistema universitario. Como si Benjamin viera en ellos lo que podría resultar su vida. Pero resulta más complicado con respecto a los padres. Sentimos la diferencia social entre las dos familias. En las escenas con los padres de Antoine se relata la preocupación que sienten algunos padres frente a la violencia de estos años de competición. Están un poco desamparados, no saben cómo ayudar a sus hijos. En contraste, el padre médico de Benjamin, con una actitud muy severa y autoritaria, ve a su hijo como su sucesor y esto permite comprender las carencias y dudas que sufre dicho personaje. Y luego está el vecino que casi no habla la lengua y que vive en el mismo rellano de Benjamin...


Llamaste a LoW para la música...

Esta es mi tercera colaboración con LoW. Queríamos imaginar una música que expresara la energía, la generosidad, pero también la fragilidad de la juventud sin necesariamente usar los códigos del momento. Música con matices mixtos de electro, pop instrumental, piano clásico y guitarra acústica: juvenil, pero sin que sea únicamente para jóvenes. Antes del rodaje, ¡habíamos hablado de la improbable mezcla entre 'La Boum (Adolescentes de fiesta)' y 'Rocky'! Detrás de esta broma está el deseo de transmitir la emoción entorno a los personajes, sin ironía. La euforia del conocimiento, la intensidad de las amistades, el vértigo de la competencia son sentimientos que viven nuestros héroes con la autenticidad de las primeras veces. Queríamos crear una música que se inspirara en esta mezcla de sinceridad y simplicidad.


¿Es este el final de una trilogía?

En cierto modo, sí. Pero una trilogía en el desorden. Tres personajes masculinos en una encrucijada de sus vidas, tres visiones de la medicina, tres puntos de vista sobre la sociedad francesa. Tengo la impresión de que 'Mentes brillantes' cierra algo. Paradójicamente, también es un regreso al punto de partida. El principio y el final al mismo tiempo. Pero no es en absoluto una "precuela" como las que se suelen hacer ahora. Obviamente, al volver a trabajar con Vincent Lacoste, cuatro años después de 'Hipócrates', mezclamos algunas pistas. No fue intencionado. Pero me gustan las sagas en la literatura y me gusta que el público pueda crear vínculos entre las películas.


Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex


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