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El director de 'Bumblebee' tiene nuevo proyecto, 'The Six Billion Dollar Man'

Vía Variety por 17 de abril de 2019
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Tal y como informa Variety, el director de 'Kubo y las dos cuerdas mágicas' y la reciente 'Bumblebee', Travis Knight ha firmado para dirigir la adaptación a la gran pantalla de la serie 'The Six Billion Dollar Man' (El hombre de los seis billones de dólares), película que lleva años en desarrollo y que parece al fin verá la luz.

Por el momento Mark Wahlberg sigue ligado al proyecto como Steve Austin, un ex-astronauta que casi muere tras estrellarse un avión experimental. Sigue vivo gracias a que los científicos son capaces de darle reemplazos biónicos en ambas piernas, el brazo derecho y el ojo izquierdo, lo que le convierte en un arma poderosa para el gobierno, pasando a ser agente secreto para la Oficina de Inteligencia Científica.

La serie, inspirada a su vez en la novela de Martin Cadlin, 'Cyborg', estuvo protagonizada por Lee Majors y fue emitida por la ABC entre 1973 y 1978. El tono de la película ha ido variando a lo largo de los años pasando de la acción a la comedia, si bien parece que finalmente será una mezcla de acción y misterio. Bill Dubuque ('The Accountant') escribió el último borrador del guion del film.

Warner Bros. es la poseedora de los derechos de esta película después de arrebatárselos a The Weinstein Company en 2017. Desde entonces, el estudio se ha mostrado muy interesado en la realización de esta película.

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Comentarios

  • Avatar de Clay
    Clay 05 de Abril de 2018, 07:42:38 PM
    Fecha de estreno en España: 21 de junio de 2019.
  • Avatar de Wanchope
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    Wanchope 29 de Abril de 2023, 01:19:44 AM
    Cita de: jescri en 24 de Mayo de 2018, 08:25:15 AM
    - Damián Szifron abandona la dirección de 'The Six Billion Dollar Man'


    Entrevista a Damián Szifron https://www.otroscines.com/nota-19046-entrevista-a-damian-szifron-no-me-llevo-bien-con-el-pur

    Citar-¿Cómo llegás a Misántropo luego de la larga y conflictiva experiencia de El hombre nuclear?

    -Relatos salvajes fue en el 2014 y todo el recorrido por festivales y la promoción me habrá llevado un año más. En realidad, Misántropo la escribí antes de Relatos salvajes y más o menos en paralelo empecé a desarrollar El hombre nuclear con la compañía de los Weinstein, No tanto con Harvey, que andaba por ahí, sino con su hermano Bob. En ese ámbito desarrollé un proyecto que me encantaba. Después de Relatos salvajes, como ocurre siempre después de que alguien hace algo que se destaca o llama la atención, te ofrecen de todo: películas de superhéroes, proyectos para plataformas de streaming... Y El hombre nuclear fue muy importante para mí porque de chico me marcaron dos series: esa y El increíble Hulk, ambas producidas por el mismo equipo y que compartían un estilo similar con un contraste entre lo épico y lo nostálgico.


    -¿Vos en ese momento ya tenías el interés de probarte en la industria de Hollywood?

    -No tenía particular interés en filmar en Estados Unidos. Pasó que ese proyecto me enganchó. Siempre lo pensé como un superhéroe que se podía camuflar en la vida real, casi como una película de espías, como un Bond con poderes. Un film que se podía parecer a los de los años '70, que son los que a mí me gustan mucho, mezclado con algo de la ciencia ficción de los '80, que también me gusta mucho. Lo que desarrollé fue una historia donde los villanos reales eran el Pentágono y el complejo industrial-militar. Un personaje al que le ponían 6.000 millones de dólares, que comenzaba como el de una película de Michael Bay y se convertía en una suerte de Julian Assange. Esa era la historia que yo quería contar. Cuando cayó Harvey Weinstein, cayó la compañía y se cayeron todos los proyectos. El de El hombre nuclear pasó a otro estudio (N. de la R.: Warner Bros.) y en principio era para hacer ese guion. Con el correr del tiempo -ahora puedo decirlo porque ya lo he procesado- en verdad buscaban que yo dirigiera la película que ellos querían, pero que ni siquiera estaba claro cuál era. Ni siquiera era mi visión contra otra como para poder contraponerlas, confrontarlas y discutirlas. Era la imposición de seguir sumando más y más guionistas, reconfigurando cosas ya aprobadas, mientras yo avanzaba con la preproducción. Mi sensación era como la de El viejo y el mar, de Ernest Hemingway: yo tratando de llevar el pez espada atado al barco de regreso al puerto y los tiburones comiendo cada vez más partes. Que esta escena no, que este villano no va y tiene que ser un traficante de armas de Europa del Este... La película se iba deformando cada vez más. Se produjeron una serie de discusiones cada vez más intensas y me propuse hacer una última reescritura de la película que yo quería filmar. Traté de ser flexible sin traicionar mi visión, pero fue imposible, me dijeron claramente que no era lo que querían producir, que ellos querían que la dirigiera pero "solidarizándome" con las decisiones artísticas que tomara el estudio.


    -¿Cuántas versiones hiciste?

    -Y fueron fácil 5 o 6. El proceso era más o menos así: me sacaban el guion de las manos, se lo daban a guionistas de talento pero ya bastante mercenarios que respondían al estudio, tipos con los que yo tenía buena onda pero que hacían cualquier cosa. Era como si agarraran un bebé que estaba en la panza de la madre durante el embarazo y lo ponían en otro vientre para ver qué pasaba. Yo perdí el control sobre el guion y lo transformaron en una historia distinta que subvertía mi visión. Fueron discusiones muy intensas, pero en las que me mantuve con mucho respeto para no ser considerado el niño rebelde que patalea. Les explicaba todo con tanto detalle que me decían: "OK, escribilo de nuevo". Y luego aparecía otro ejecutivo con nuevos guionistas que cobraban un millón de dólares por trabajar dos semanas en una revisión y después me decían que tenía que cambiar al menos el 50% de la historia para conseguir su crédito como guionista. Y otra vez se volvían a cambiar cosas que ya estaban acordadas, no por maldad sino por cómo se maneja la industria. Había tanta competencia, tanta necedad, tantos manejos de poder y tanto agotamiento que al final ya nadie leía nada. Y finalmente en marzo de 2018 abandoné. Me acuerdo que a la noche siguiente de renunciar sentía cómo se me iban borrando las imágenes del film, se me iba vaciando el disco rígido. Fue soltar y asumir la derrota. Pero no filmar algo que no quería filmar es a su manera también una pequeña victoria íntima.