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Todo se reduce a un habitáculo tan angosto como un ataúd. Tan angosto... tan particular y en apariencia tan limitado. ¿Se puede hacer una película de 90 minutos donde la acción acontece única y exclusivamente dentro de un ataúd? Sí, se puede. Así lo ha demostrado Rodrigo Cortés. Se puede hacer, y además, se puede hacer tan bien como para que resulte emocionante, intensa y a su vez, funcione como película. Durante prácticamente sus 90 minutos de metraje.
'Buried (Enterrado)' es necesariamente minimalista en las formas, aunque no necesariamente en el fondo. Tres elementos se utilizan para crear la forma: El ataúd, el personaje y los objetos; y cada uno de ellos aporta una parte al fondo. El ataúd es la sensación, manifiesta, de claustrofobia; el personaje es quien sufre la claustrofobia, obviamente, convirtiendo al ataúd en la némesis del propío personaje; y los objetos la manera de tender un puente entre lo uno y lo otro.
Aunque el fondo no se ciñe únicamente al factor psicológico y el suspense angustioso que se pretende insuflar al espectador mediante la forma, que podría ser así, sin más. O no. Porque buscando una lectura mayor que no la reduzca a ser tan sólo un sólido y efectivo ejercicio de estilo hitchcockiano, al margen de la evidencia claustrofóbica la película encierra una crítica hacia la burocracia, y sobre cómo el sistema actúa como una cárcel para el individuo.
Sobre cómo el sistema, y cualquier "sistema", aquí representados por una caja de madera, somete al humano privándole de forma inconsciente de su libertad; hasta el punto de que esté acabe necesitando la ayuda del propio sistema, una vez mediocrizado para poder escapar de dicha cárcel. Una victorial futil, por cuanto no se puede vivir fuera del sistema. La "institucionalización" de la que hablaba Ellis Boyd "Red" Redding en aquella joya llamada 'Cadena perpetua'.
Sin embargo en 'Buried (Enterrado)' no hay ningún Zihuatanejo. Puede que tampoco haya más que un ataúd, con Ryan Reynolds "enterrado" en él. Puede que sea así de sencillo, y que por no haber no haya siquiera implícita una crítica voraz contra Estados Unidos, lo que representa como Imperio y su manera de actuar con sus propios ciudadanos. Tal vez. Y aún así nos queda un vibrante ejercicio de estilo en el que todo el universo pende de un hilo (telefónico).
El de un tal Paul Conroy, un contratista civil en Irak que se despierta enterrado en un viejo ataúd de madera, sin más recursos que un mechero y un móvil. ¿Se puede hacer una película de 90 minutos donde la acción acontece única y exclusivamente dentro de un ataúd? Sí, poniendo la meticulosidad y el mimo que le ha puesto Cortés en la puesta en escena y el montaje para que la narrativa se mantenga fresca y constante, y el tedio no se apodere de la película.
Una película con un margen de acción en apariencia muy reducido, más no por ello constreñida por un miedo escénico explotado con astucia y pericia que hacen de ella un soberbio ejercicio de tensión sostenida, suspense psicológico y angustia visual (con además un interesante subtexto metafórico... o tal vez no). Realzada por la entrega de Ryan Reynolds, una minimalista economía de medios y un ritmo impecable, 'Buried (Enterrado)' es, en resumen, una delicia febril.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex