'El método Williams' - El buen patrón
Cuando me preguntan por 'El buen patrón', siempre suelo responder lo mismo: "Es una película que funciona, que funciona bastante bien". Después de ver 'El método Williams' creo no seguiré respondiendo lo mismo, pues, eso es, básicamente, lo mismo que también me viene a la cabeza cuando pienso en la película protagonizada por Will Smith: "Es una película que funciona". Que funciona bien y como es debido, también como es de esperar y además, como cabe suponer.
'El método Williams' sería, y de hecho es la definición del buen biopic de gran estudio norteamericano. La clásica historia de alguien destinado a triunfar contra todo pronóstico que tanto gusta por allá. La historia de un padre entregado a una causa: Convertir a sus hijas en lo que él y nosotros sabemos que se convertirán. Él es la estrella, él es Will Smith. Alguien de sobra capacitado para llevar el peso de cualquier historia y personaje. Tan sencillo que asusta, tan efectivo que gusta.
'El método Williams' sería, y de hecho es un biopic a la medida de su estrella y elaborado al gusto del consumidor. Una película muy solvente que consigue conjugar lo comercial con lo artístico, destacando por un equilibrio que a efectos prácticos sacia las posibles expectativas del grueso de su público potencial. Esto es, una película que funciona. Dos horas largas de metraje resueltas con la soltura de ese Hollywood curtido sobre la materia que sabe que hace y lo que se hace.
Una película que funciona. Que funciona bien y como es debido, también como es de esperar y además, como cabe suponer, dicho sea todo esto como un cumplido. Como cuando todo el mundo hace bien su trabajo: No deja de ser su trabajo, pero no deja de ser también un buen trabajo. Aunque por descontado, después de dos largas horas, acabe siendo más una exposición que una exploración. Más un partido de exhibición jugado a no perder que uno de competición jugado a ganar.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
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