'El juicio de los 7 de Chicago' - Bueno, pos fale, pos me alegro

La segunda película como director de Aaron Sorkin tiene un problema, y es su guión... aunque cueste de creer siendo quien es el Sr. Sorkin. No porque sea propiamente dicho "malo", Dios me libre, sino por su ansia por no centrarse en nada, ni tampoco en nadie en particular.
'El juicio de los 7 de Chicago' va saltando de un personaje a otro, y de un suceso a otro sin que nadie ni nada lleve la voz cantante, dejando que el protagonista sea una historia que a la hora de la verdad, es de todos y de nadie a la vez. Si a eso le añadimos que Sorkin da por sentado que ya te la conoces de antemano y más que de sobra, asistes a un bonito desfile de buenos diálogos e interpretaciones que sin embargo van desde el "me da igual" al "me la suda" pasando por el "me la pela".
Los personajes van y vienen, entran y salen de escena sin que nos importe de donde vienen y a donde van. Y en última instancia, también, qué pintan en la película. Una película, 'El juicio de los 7 de Chicago', que habría salido ganando utilizando, por ejemplo, la relación entre los personajes de Eddie Redmayne y Sacha Baron Cohen como vértice, referencia o guía. De una manera parecido a lo que ya hizo el propio Sorkin en cada uno de los tres actos de 'Steve Jobs'. Por poner un (buen) ejemplo.
Sin una vértice, referencia o guía clara, la suma corrección de 'El juicio de los 7 de Chicago' en todos sus frentes deriva en una película uniforme, impasible y sin alma que acaba sumida en lo peor que puede quedar sumida una película como esta: La desapasionada indiferencia.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex

Y aunque tiene momentos dramáticos y emotivos, me ha gustado mucho su tono cómico en muchos tramos. Muchos films decimos "no da más de sí el tema / la película" y en este caso se consigue sacar mucha chicha y frescura de algo que podría no tenerla.
Por ponerle algún "pero", aún hubiera profundizado más en las motivaciones de sus protagonistas y en esas batallas internas, que deja reflexiones muy interesantes. Y la aparición de Michael Keaton se queda en un "cameo" tan potente que te gustaría haberlo visto más rato.
Nota: 7'3
Si a eso le añades que te la está contando dando por sentado que ya la conoces de antemano y de sobra, asistes a un desfile de buenos diálogos e interpretaciones que van desde el "me da igual" al "me la suda" pasando por el "me la pela". Los personajes van y vienen, sin que nos importe de dónde vienen y a donde van.
La película, por ejemplo, creo que habría salido ganando utilizando la relación entre los personajes de Eddie Redmayne y Sacha Baron Cohen como vértice. Algo parecido a lo que hizo el propio Sorkin en 'Steve Jobs' en cada uno de sus tres actos.
Está bien, pero no pasa de ser una especie de piso piloto. Carece de vida.
Es que para mi ellos son los protagonistas principales y el vértice sobre el que gira toda la trama, el resto tienen un rol más secundario pero con tantos personajes hay que repartir mucho los minutos y se difumina un poco el contrapunto que suponen ambos a la hora de darnos a conocer lo ocurrido, como si fuesen dos caras de una misma moneda.
Se intuye que lo es, pero el guión hace poco por realzarlo y apuntalarlo. Al final no son las dos caras de una misma moneda, sino las seis, ocho o doce caras de un dado de rol sin que eso enriquezca a la película más allá de lo superficial.