'Nine Perfect Strangers' (T2) - Amparanoia

"Eres increíblemente listo... o increíblemente estúpido".
Esto es lo que le decía Gene Hackman a Will Smith en 'Enemigo público', la estupenda película de Tony Scott. Esa frase no dejaba de resonar en mi cabeza durante buena parte de la segunda temporada de 'Nine Perfect Strangers'; en especial, durante su último tercio. ¿Se trata de una serie increíblemente lista... o increíblemente estúpida?
Admito que he tenido que releer lo que escribí en agosto de 2021 sobre su primera temporada, más de tres años después olvidada en un 95%. Lo único que recuerdo es, quizá no por casualidad, lo que enlaza una temporada con otra: Una Nicole Kidman ante la que me siento como Gene Hackman frente a Will Smith en aquella peli de 1998.
¿Es una serie increíblemente lista... o increíblemente estúpida? Su primera temporada la compare con la primera de 'The White Lotus', la revelación de aquel verano. Una comparación en la que 'Nine Perfect Strangers' salía claramente perdiendo. Porque lo que en la de HBO parecía natural y orgánico, en esta parecía impostado y fingido.
"Supeditado a la creencia, constante y manipuladora de que se trata de una simulación", aún más si cabe en una segunda temporada que al igual que la primera, simula ser un intenso drama cuando más bien parece una comedia... de nuevo, sin querer queriendo. Aunque con un reparto menos galáctico y a la postre, también, menos resultón.
Lo que podría haber sido esta segunda temporada de no tomarse tan en serio, algo que produce que su visionado sea progresivamente más farragoso, para terminar encallando en su propia falsa vanidad. La derivada de tener que "simular" ser la buena serie que a la primera temporada tanto le costó aparentar que era. Pero al menos lo logró.
Con la segunda ya no cuela. Al principio puede que lo haga, respaldada por su evidente holgura de medios o algún interesante juego de manos. Pero a medida que avanza es cada vez más evidente que es un forzado artificio efectista. Uno aquejado además de "una sensibilidad mal modulada, una seriedad peor calibrada y una intensidad harto entrecortada".
Algo que si bien ya sucedía en la primera, es particularmente molesto en la segunda, por cuanto por un lado parecen ser conscientes de sus errores; pero, por otro, sin embargo, reinciden en dichos errores y de una manera aún más acusada y grosera. Errores que al final nos acaban conduciendo al mismo punto: A estancarnos en su risible seriedad.
Y a una serie con un claro problema de tono y de enfoque que además parece negarse a divertirse, aunque ella misma se esté continuamente invitando a ello. Aún más en una segunda temporada que carece del beneficio de la duda o el reparto de la primera, y a la que penaliza sobremanera la pesada y agria solemnidad con la que está envuelta.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex
