'La larga marcha' - The Walking Dead

"Hay que tenerlos bien puestos para apuntarse a esta competición", asegura el Comandante interpretado por Mark Hamill, ignorando -suponemos que adrede- que casi todos los jóvenes del país se sienten "obligados" a apuntarse a "la larga marcha". 50 participantes (la mitad que en la novela), sólo un ganador.
Sólo un superviviente.
La premisa es sencilla, camina o muere, y el destino parece claro al tratarse, en resumen, de un "sólo puede quedar uno". Pase lo que pase, aparentemente. La última adaptación a la gran pantalla de una novela de Stephen King (hasta ahora nunca adaptada) nutre el pelotón de las bienvenidas y solventes. De las que cumplen con suma eficiencia y la oportuna elegancia.
Una película siempre al trote que se toma sustanciales libertades respecto a la obra original sin pervertirla, ni tampoco socavarla aunque su contexto distópico quede menos definido y más a la imaginación del espectador, en una suerte de 'Los juegos del hambre' a paso ligero mucho más maduro, firme, sustancioso y consistente. Mucho más película y menos producto.
Aunque eso no la libra de las clásicas concesiones del cine comercial; en especial en lo concerniente a un nuevo final, más complaciente y menos congruente que a diferencia del de por ejemplo 'La niebla', envidia hasta del propio Stephen King, empobrece el regusto y la impresión general sobre un filme no por ello menos digno, convincente y sobre todo, efectivo.
Un filme muy digno, convincente y efectivo con el que, precisamente, alguien como Frank Darabont a buen seguro hubiera sido más valiente y rotundo de lo que ha sido Francis Lawrence: Un artesano de probada solvencia y eficacia, siempre firme y elegante aunque poco capacitado para elevar el material de origen por encima de su circunscrita condición.
Por Juan Pairet Iglesias
@Wanchopex




